Conspiraciones
02/06/2022 (14:20 CET) Actualizado: 06/06/2022 (11:25 CET)

Animales al servicio de la CIA

Una serie de informes desclasificados recientemente por el gobierno de EE UU ponen de manifiesto que tanto el Ejército de ese país como la CIA entrenaron animales para convertirlos en letales asesinos y en espías

Juanjo autor web
02/06/2022 (14:20 CET) Actualizado: 06/06/2022 (11:25 CET)
Animales al servicio de la CIA
Animales al servicio de la CIA

En 1977 se celebró un juicio contra dos ecologistas que habían liberado delfines de los tanques de investigación de la Universidad de Hawái. En su defensa acudió ante el tribunal un excientífico de la Marina, Michael Greenwood, cuyo testimonio sobrecogió a todos los presentes. Según su relato, Greenwood había estado trabajando en una serie de proyectos ultrasecretos del gobierno estadounidense para el entrenamiento de animales como armas de guerra y homicidas. En concreto, afirmó haber colaborado con el Centro Submarino de la Marina en Kaneohe Bay, Hawái, y con otro centro de mamíferos marinos de la CIA en Key West, Florida. El objetivo de estos adiestramientos consistió en preparar delfines para que pudieran atacar cruceros nucleares rusos atracados en el puerto de La Habana. Además, en Cayo Hueso efectuaron una serie de experimentos denominados «anulación de nadadores», en los cuales a los delfines se les colocaba unos botes de gas y una aguja en su hocico para inyectar dicho gas de alta presión a personas nadando, provocándoles una muerte inmediata. Esas pruebas continuaron en Kaneohe Bay y en Camranh Bay, Vietnam, en 1971.

La CIA vendió estos delfines convertidos en armas biológicas  a varios países latinoamericanos

EXPEDIENTES SECRETOS 

Greenwood, superado por la atrocidad de estos procedimientos, decidió abandonar la Marina en 1972 y convertirse en un activista contra el maltrato animal. No obstante, declaró ante el juez, que sabía que estos delfines, convertidos en armas biológicas, habían sido vendidos a varios países latinoamericanos por la CIA.

Delfines
Los servicios de Inteligencia estadounidenses adistraron delfines para que pudieran atacar cruceros nucleares rusos

No fue hasta que la Agencia Central de Inteligencia desclasificó numerosos documentos en 2019 cuando se supo la magnitud de este proyecto confidencial. Greenwood había dicho la verdad en todos sus términos. En 1960, mientras los ciudadanos estadounidenses disfrutaban en las pantallas de sus hogares con las acrobacias del simpático Flipper, el Ejército daba un uso menos amable a los delfines. El programa secreto fue bautizado como OXYGAS y preparó a dichos animales para infiltrarse discretamente en bahías y puertos enemigos con la intención de colocar explosivos en los cascos de navíos o submarinos. La escasa documentación conservada y sacada a la luz es parca en detalles técnicos, pero se refiere a dos delfines entrenados a los que se denominaba eufemísticamente como «sistemas no tripulados». Los mamíferos acuáticos llevaban las bombas en unos arneses concebidos a medida.

ARMAS LETALES

Las expectativas de la CIA fueron muy altas y anticiparon mil usos posibles, desde la ejecución de atentados en terreno enemigo a la obtención de información mediante fotografías o ubicando boyas con sensores que detectaran el desplazamiento del adversario o sus ensayos con armas. Sin embargo, la propios memorandos internos revelan que de la ilusión inicial, poco a poco, se fue pasando a la frustración. Los animales no son máquinas de precisión. Son seres vivos volubles. Su obediencia era ciega con los entrenadores, pero no así con un desconocido agente de campo, lo
que les hacía, en la práctica, poco operativos. Por tal motivo, en 1967 la CIA reorientó el programa a la obtención de datos de inteligencia. Los delfines actuarían como enlaces de largo recorrido, nadando doce millas de distancia para recuperar objetos con información depositados discretamente por agentes en un determinado punto. Pero también esta tarea resultó, a la postre, demasiado exigente para los animales y el proyecto OXYGAS paulatinamente se fue desinflando.

Todo tipo de animales fueron susceptibles de ser utilizados en operaciones de inteligencia 

En 2013, Smithsonian Magazine entrevistó a uno de los adiestradores del programa, Bob Bailey, quien dio detalles muy jugosos de este entramado. Bailey no solamente entrenó delfines al servicio del Ejército, sino también todo tipo de animales susceptibles de ser utilizados en operaciones de
inteligencia. Un asunto hacia el que la CIA manifestó un gran interés prácticamente desde su fundación, pero que ganó terreno conforme la psicología avanzó en el conocimiento de técnicas para manipular la conducta. Y en este punto es donde corresponde citar al gran artífice de estos avances: el psicólogo de la Universidad de Harvard Burrhus Frederic Skinner. A él se debe el desarrollo en los años treinta del siglo pasado del condicionamiento operante. Una técnica de aprendizaje que, mediante refuerzos o recompensas negativas y positivas, consigue generar en el sujeto un comportamiento automatizado.

PALOMAS DIRIGIENDO PROYECTILES

Skinner probó sus teorías con palomas, creando a propósito una famosa caja de entrenamiento donde estas aves realizaban tareas y recibían premios o castigos en función de su actuación. Durante la Segunda Guerra Mundial, el psicólogo de Harvard fue más lejos: trató de aplicar sus descubrimientos en el campo militar. Fue así como nació el Proyecto Pigeon, a través del cual se pretendía que las palomas dirigieran proyectiles contra buques japoneses o alemanes. Durante aquellos años, la electrónica todavía resultaba demasiado rudimentaria. Se carecía de sistemas
guía que permitieran conducir bombas contra un objetivo móvil con precisión. Los únicos ejércitos que disponían de un sistema similar eran los nipones, aunque al precio de sacrificar a un piloto humano lanzado como kamikaze.

Palomas
El Proyecto Pigeon pretendía que las palomas dirigieran proyectiles contra buques japoneses o alemanes

La propuesta de Skinner consistió en reemplazar al conductor por una paloma. Convencido, se dedicó a entrenar dichas aves para que picotearan en una pantalla tras la cual veían la imagen móvil de un barco y sobre la que debían acertar con sus picotazos. Luego, el psicólogo de Harvard diseñó un cono para misiles que disponía de tres ventanas. Era la cabina desde cuyo interior la paloma podía mirar al exterior y, conforme observara al buque enemigo, picotear en el cristal al igual que había practicado en el laboratorio.

El control de vuelo del proyectil detectaba cada impacto en los cristales y, de este modo, corregía el rumbo, modificando las aletas del misil. Las palomas tenían cubierto su pico con una funda de metal para que los golpes en las pantallas fueran más fáciles de detectar por el sistema de vuelo. De esta manera, una vez soltada la bomba en el aire, la navegación corría a cargo del ave. Ésta tripulaba el proyectil desde su interior mediante picotazos que operaban como golpes de timón, recalculando el rumbo de la bomba hasta impactar finalmente contra el objetivo deseado.

El Comité de Investigación de la Defensa Nacional contribuyó con 25.000 dólares a esta investigación, alrededor de unos 321.000 dólares actuales. Una cifra nada despreciable para aquella época y en un momento de confrontación bélica, pero finalmente la propuesta de Skinner no culminó. El misil  sistido por palomas, llamado Pelican, era tan complejo y voluminoso que podía transportar poco explosivo. En octubre de 1944, el Proyecto Pigeon terminó archivándose y sus prototipos pueden contemplarse en el American History Museum. Skinner opinó siempre que alcanzó todos requisitos exigidos, logrando un procedimiento de navegación muy optimizado. Sin embargo, creyó que nunca le terminaron de tomar en serio. 

Sobre el autor
Juanjo autor web

Colaborador habitual de la revista Año/Cero y los programas La Rosa de los Vientos y El Dragón Invisible, entre otros. Actualmente, forma parte del podcast Falsa Bandera.

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