Tutankamón se apareció hace un siglo en las sesiones espiritistas
El espíritu de Tutankamón fue invocado constantemente en las sesiones psíquicas de principios de siglo XX

El faraón Tutankamón es, probablemente, la figura más conocida en la historia del antiguo Egipto. La razón estriba en que, hace un siglo, se descubrió su tumba intacta, uno de los hitos más importantes de la arqueología.
La presunta maldición, que se llevó por delante a buena parte de los implicados en el descubrimiento de su tumba en el Valle de los Reyes, incluido el mecenas de la expedición, Lord Carnarvon, avivó el interés en lo paranormal.
La creencia en la maldición del faraón niño se hizo muy sólida en los años veinte, estimulada por los periódicos sensacionalistas del momento. Hay quien atribuye el éxito de la maldición a sir Arthur Conan Doyle, que fue un escritor de gran influencia en su época y vinculado a las sociedades psíquicas.

Hay quien atribuye el éxito de la maldición a sir Arthur Conan Doyle, un escritor de gran influencia en su época
El creador de Sherlock Holmes dedicó más de 40 años a la investigación psíquica y participó en numerosas sesiones espiritistas, de las que habla en sus Memorias y Aventuras. En este libro relata cómo recibió la "prueba" de la vida después de la muerte y cómo a través del espiritismo abandonó su agnosticismo y materialismo, para rendirse ante la validez de las pruebas.
Conan Doyle no divulgó la maldición del faraón niño para fomentar la superstición sino porque el mismísimo Tut se había comunicado a través de una médium para predicar su venganza desde el más allá. Esto cambia la historia.
Como si fuera un capítulo más de la saga de The Mummy, protagonizada por Brendan Fraser y Rachel Weisz, la psíquica británica Blanche Cooper comenzó a transmitir mensajes del faraón Tutankamón.

Blanche Cooper formaba parte del Colegio Británico de Ciencias Psíquicas, la célebre SPR, que presidía ¡Conan Doyle!
Cooper era una médium conocida por incorporar en "voz directa" al espíritu de Gordon Davis, un hombre de negocios que se creía fallecido durante la I Guerra Mundial y persuadió de la realidad de sus comunicaciones a S.G. Soal, profesor de la Universidad de Londres, cuando adviriteron la exactitud de sus comunicaciones y localizar a Davis que estaba vivito y coleando, en 1922.
Cooper cambió de registro entonces y de su garganta empezó a salir una voz profunda y masculina que hablaba –según las actas de la SPR (Society for Psyquical Research)– en "una lengua extranjera, suave y musical". Era el espíritu de Tutankamón y en sus comunicaciones enumeraba supuestamente lo que podría encontrarse dentro de su tumba.
El espíritu del faraón empezó a presentarse en las sesiones espiritistas de los años veinte

Ojo, el equipo de Howard Carter tardaría ocho años en vaciar la tumba. El último objeto fue sacado el 10 de noviembre de 1930 por lo que Cooper no podía conocer qué había en su interior por lo que sus vaticinios eran significativos.
Además, Carter no penetró en la cámara mortuoria de la tumba hasta febrero de 1923, donde se escondían otros tres mausoleos, cada uno más pequeño que el otro, y dentro del más pequeño, finalmente apareció el primer sarcófago. Y, sin embargo, Tutankamón ya se manifestaba en las sesiones espiritistas como una presencia no siempre positiva y no solamente a través de Cooper sino de mediums de todo el mundo.
En este sentido, la revista International Psychic Gazette daba cuenta de un encuentro hostil en 1929 en el estudio de un escultor de Praga.
Sucesos sobrenaturales violentos han ocurrido […] en el estudio del Sr. Folt. […] Muchas personas célebres en los círculos intelectuales y artísticos asistieron allí a una sesión espiritista. Todo transcurrió con calma hasta la conclusión, cuando un participante pidió que se evocara el espíritu de Tutankamón […].

Acto seguido, la médium anunció en estado de trance que el espíritu se acercaba y tras proferir un grito de dolor se desató un violento poltergeist que duró unos 30 segundos y que rompió la mayor parte de los cristales de las ventanas. Al encender la luz constataron como "todas las estatuas de figuras egipcias esculpidas por Folt estaban rotas".
Según Eleanor Dobson, profesora asociada de Literatura del siglo XIX de la Universidad de Birmingham, la manifestación de Tutankamón en los círculos espiritistas de la década de los años veinte es solo una de las formas en que la fascinación popular por el faraón se ha manifestado a lo largo de los años, aunque no se plantea la realidad o no de estas manifestaciones.
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