Ocultismo
01/07/2005 (00:00 CET) Actualizado: 05/04/2024 (13:46 CET)

Luces y sombras de los grupos de poderSociedades secretas

Pocas denominaciones son tan evocadoras como la que de forma genérica da nombre a los grupos humanos que desde la noche de los tiempos persiguen el poder y la trascendencia espiritual. Son las sociedades secretas… ¿Quieren pertenecer a una de ellas?

01/07/2005 (00:00 CET) Actualizado: 05/04/2024 (13:46 CET)
Luces y sombras de los grupos de poder
Sociedades secretas
Luces y sombras de los grupos de poder Sociedades secretas

La publicación y el éxito editorial que ha supuesto El Código da Vinci y su secuela Ángeles y Demonios ha contribuido a que un género literario, basado fundamentalmente en las tramas ocultas y los enigmas históricos, goce en estos momentos de una aceptación entre el gran público que era impensable hasta hace muy poco. Gracias a ello, la existencia de sociedades secretas y grupos de poder ha alcanzado el primer plano de la actualidad. Organizaciones como el Priorato de Sión o los Illuminati están reflejadas en los libros de Dan Brown. Y es que si bien estos colectivos, las sociedades secretas, son tan antiguos como las primeras civilizaciones, su esencia hoy en día se puede rastrear fácilmente en otros ámbitos formalmente alejados de la política o la religión como pueden ser las grandes corporaciones empresariales o los núcleos que aglutinan a la ciencia más elitista.

En la variedad está el gusto
Integradas por hombres y mujeres que persiguen veladamente un fin común, las sociedades secretas se escapan a una definición única; del mismo modo que la propia naturaleza humana, presentan un mar de matices y, con frecuencia, de contradicciones. No es extraño observar en la historia de este fenómeno cómo unas sociedades han sido el germen del que han nacido otras que, al tiempo, han adoptado características que se distancian claramente de sus orígenes y motivaciones. Ejemplos de esa diversidad hay muchos, pero baste señalar apenas unos pocos como patrones a tener en cuenta a la hora de abordar tan apasionante como escamoso asunto. En un extremo de ideario racial y violento, actuando desde la clandestinidad, encontramos a una sociedad secreta como el Ku Klux Klan, que surgió inicialmente como un movimiento defensivo frente a la ola de vandalismo y criminalidad que se desató por parte de la población negra tras la Guerra de Secesión. La victoria de los territorios del Norte sobre los del Sur fue seguida de un "ajuste de cuentas" de la población negra sobre sus antiguos opresores, que a su vez se organizaron en grupos de ajusticiamiento cuya propia dinámica e idearios se fueron rápidamente radicalizando y envileciéndo hacia el movimiento racista que todos conocemos. En España también tenemos notables ejemplos de redes secretas articuladas para delinquir, con frecuencia surgidas o amparadas en supuestas causas justas que degeneraron con el tiempo, dando paso a auténticos grupos de delincuencia organizada, como el caso de La Garduña, en Andalucía, en activo hasta la segunda mitad del siglo XIX. En el otro extremo podríamos situar a los masones, en cuya historia se entrelazan periodos míticos difícilmente demostrables, como su gestación en el Egipto faraónico, o su herencia de los ritos sagrados de Eleusis, con momentos de la historia moderna en la que, fuera de toda duda, han jugado un papel crucial, como la articulación como nación de los Estados Unidos, la gesta libertadora de un Simón Bolívar iniciado en los círculos masónicos parisinos, o su reciente participación en la redacción de la Constitución Europea. Y aunque las mentes más conspiranoicas ven su influencia en las conjuras más dispares, su ideario está fundamentado en la filantropía y el desarrollo moral y espiritual de sus miembros, con un funcionamiento que la convierte en una sociedad más "discreta" que secreta. Un último ejemplo ilustrativo es el que nos brinda los Skull&Bones, sociedad secreta elitista creada en 1832 en el seno de la Universidad de Yale, cuyos más de 800 miembros entre ellos personajes como George W. Bush o John Kerry pertenecerían a un grupo restringido de no más de treinta familias; una endogamia que tendría como objetivo preparar a los líderes del mañana y perpetuar el poder económico de sus clanes.

Ver, oír y callar
Como hemos visto, en la amalgama de grupos que se cobijan bajo la sombra de las sociedades secretas, las encontramos de corte político, místico, económico o militar, legales o actuando desde la clandestinidad. Algunas muestran abiertamente una parte de sus idearios y objetivos, mientras que otras permanencen impermeables a la curiosidad. La generosidad y altruismo que caracteriza a algunas de ellas contrasta con la violencia y la radicalidad de otras, mientras que la persecución del poder terrenal de unas nada tiene en común con el afán por la realización espiritual subyacente en otras.

Sin embargo, todas tienen en común varios elementos. Uno de ellos sería la obediencia y solidaridad entre sus miembros, fruto de una cohesión grupal que, más allá de la autoridad jerárquica que rigen cada uno de los colectivos, no es sino la consecuencia de una concepción del mundo similar. Otra característica bastante común es la de poseer algún conocimiento secreto que también puede ser poderoso, que se comparte sólo con aquellos que forman parte de grupo y que por lo tanto han superado ciertas pruebas o fases que lo convierten en "apto" para ser receptor del mismo. Desvelar esos conocimientos a quienes no forman parte del grupo, supone traicionar un juramento de fidelidad a sus miembros que se asume desde la etapa de "neófito", y aunque la mayoría de las veces ello no ponga en peligro la supervivencia de la sociedad secreta, sí supone la expulsión del adepto. Una tercera característica común sería la existencia de una estructura jerárquica, por cuyos niveles se puede ir ascendiendo a medida que se demuestran cualidades para ello, accediendo con ello a más secretos y mayores cotas de poder y, consecuentemente, a una mayor implicación vital. La infiltración en el tejido político, judicial, sindical, cultural o religioso de cara a propiciar un cambio social acorde con sus idearios o simplemente con la finalidad de facilitar su propio beneficio, suele ser también inherente a estos grupos, ya sea ejercitado de forma clara y directa o bien con extrema sutileza y discreción. Se trataría, en suma, de colocar en puestos clave a miembros de la hermandad, de tal manera que favorezcan sus intereses, ejerciendo en ocasiones la función de troyanos.

Moviendo los hilos del mundo
Por lo general, otra particularidad de la sociedad secreta es que es el grupo quién encuentra al adepto y no al revés, ofreciéndole integrarse en la sociedad de acuerdo a una serie de intereses ligados a su persona y que sólo la organización conoce. Finalmente, el sexto rasgo común sería la adopción de emblemas, códigos, rituales y todo un protocolo litúrgico, que aunque no tenga necesariamente un carácter religioso, actúa como un distintivo que cohesiona a sus miembros y les permite dar forma a sus ceremonias.

A la vista de lo expuesto hasta el momento y de los breves perfiles de algunas de las más influyentes sociedades secretas que acompañan este texto, el lector habrá llegado a una conclusión que no deja de ser sobrecogedora e inquietante. Detrás de los grandes acontecimientos de la historia, de las crisis económicas, de las alianzas estratégicas que protagoniza "el poder", de las guerras, de las convulsiones sociales, de las revoluciones y cambios políticos se proyecta la sombra de alguna sociedad secreta. No siempre su papel habrá tenido que ser el de protagonista, más bien al contrario. Entre bambalinas, operando como enzimas en un sistema biológico, pueden haber sido los aceleradores de estos acontecimientos, a veces como ideólogos y, en otras ocasiones, ejecutando un movimiento clave sobre el tablero en el que se juegan los destinos de la humanidad. Con todo, lo más turbador es saber que estos colectivos, a pesar de su historia e implicaciones, no son más que parte, tal vez incluso sin saberlo, de una tupida cortina de humo tras la cual se esconden sociedades secretas de cuya existencia jamás sabremos nada. Inquietante.

La Masonería
Los dueños del mundo
Pocas sociedades secretas han sido objeto de tantas y tan variadas especulaciones como la masonería. Han estado en los últimos siglos, con razón o sin ella, en el centro de todas las intrigas y, en la actualidad, la cosa no parece haber cambiado demasiado.

Aunque no deja de ser cierto que la fidelidad de sus miembros, la cercanía al poder y el secretismo de sus rituales ha contribuido a reforzar su imagen de sociedad de oscuros e inconfesables intereses ya lo dijo el Papa Clemente XII cuando a través de una bula promulgada en 1738 prohibía a los católicos bajo pena de excomunión ser masones: "Si tales personas no estuvieran haciendo el mal jamás odiarían tanto la luz", la historia conocida de sus logias y la de bastantes de sus leales nos remite a un mensaje diametralmente diferente: el de un gremio que aspira en el ámbito individual al cultivo de las más elevadas virtudes de sus miembros y, en el colectivo, a la consecución de un mundo más justo, solidario y doctrinalmente tolerante. La masonería también se ha visto tentada a reforzar su identidad y su legitimidad histórica a través de un pasado lejano y, en parte, glorioso, aunque esto último es difícilmente demostrable. Y es que si uno analiza su historia conocida, la simbólica jerarquía que les acompaña y los elementos conocidos de sus rituales, pronto se dará cuenta de que estamos ante una amalgama de tradiciones esotéricas múltiples, de las que a su vez han nacido otras sociedades secretas.

Su historia parece arrancar bien entrado el siglo X, cuando comenzaron a emerger las catedrales. Entonces, el trabajo de la piedra era un lujo que sólo los reyes, la nobleza y la curia podían pagar. Construir con piedra era, por tanto, un valioso secreto y estos gremios de constructores establecieron ciertos códigos en forma de palabras y gestos para comunicarse y reconocerse.

Los gremios masónicos término que deriva del francés maçon, que significa albañil eran católicos y cumplían una función muy similar a la de los sindicatos, ya que se reunían en pequeñas "logres" o casitas que construían cerca de las obras, y de la que derivaría el término logia. Y aunque hoy se usan indistintamente, el término francmasón tenía en su origen una acepción especial vinculada con el tipo de piedra más refinada que trabajaban algunos masones, la franca o libre, frente a la más tosca que manipulaban los masones rústicos. A partir del siglo XVII, cuando el trabajo de la piedra ya no albergaba secretos, en Escocia e Inglaterra estos gremios dieron entrada en sus logias, por intereses estratégicos, a caballeros, políticos e intelectuales diversos que nada tenían que ver con el oficio de constructor, a los que denominaron masones aceptados o especulativos. Aquellos nuevos miembros dieron un giro a las logias, que pasaron de ser católicas a promover la tolerancia religiosa y el libre pensamiento, algo que se extendió por gran parte de las hermandades europeas.

En el año 1717, cuatro de las muchas logias inglesas se unieron para crear la Gran Logia de Londres, a instancias del reverendo escocés James Anderson, y del teólogo y científico francés Jean Théophile Desaguliers. Para muchos, ese es el momento del nacimiento oficial de esta sociedad secreta. Sólo seis años después, Anderson plasmó los principios de la masonería por encargo de la Gran Logia en el Libro de constitución de la antigua y honorable Fraternidad de Masones Libres y Aceptados, que fue revisado años más tarde y donde la figura de Dios aparece como la de "El Gran Arquitecto del Universo". A partir de ese momento la masonería se desarrolló en numerosos países del Viejo y el Nuevo Mundo, articulándose numerosos ritos que graduaban la iniciación de sus miembros, unas veces ganándose la confianza del poder y logrando una convivencia pacífica y, en otras muchas, siendo objeto de duras represiones, como la auspiciada por Mussolini en Italia, por Franco en España, por Salazar en Portugal, o los encarcelamientos y torturas que recibieron en Japón, Corea, China y Filipinas durante la Segunda Guerra Mundial.

Golden Dawn
Elitismo intelectual
Hoy en día es posible encontrar en diversos países europeos y americanos algunas sociedades que se presentan como herederas directas de la "Orden Hermética del Amanecer Dorado" o Golden Dawn, aunque la más fiable parece estar en Suiza. Estamos ante otro movimiento de inspiración rosacruciana y masónica, salpicado también con la amalgama ocultista de la "Sociedad Teosófica" fundada por Helena P. Blavatsky, lo que tal vez explique los múltiples avatares que atravesó esta sociedad.

La triada fundadora la constituyeron tres rosacruces: el médico William R. Woodman, el juez y amigo de Blavatsky, William Wynn Westcott, y prolífico escritor ocultista Samuel L. MacGregor Mathers. Crearon la sociedad en 1888; aseguraron como fundamento que poseían un poderoso manuscrito cargado de rituales que, entre otras cosas, les permitía entrar en contacto con los "superiores desconocidos" así como con los descendientes directos de los rosacruces fundadores. Toda una patraña que tardaría algunas décadas en descubrirse
La popularidad de la Golden Dawn creció como la espuma, en parte debido al aparente rigor inicial con el que se aproximaban al estudio del ocultismo y el saber hermético y, en buena medida, gracias a la pomposidad de su liturgia, de un simbolismo barroco y un lujo no disimulado que atraía a la alta burguesía como la luz a las polillas. El crisol incluía cabalismo, mitología, magia, mediumnidad, mancias, cromología y otros elementos. Era tal el halo de elitismo y respetabilidad que emanaba la sociedad, que a la misma pertenecieron escritores como Bram Stoker o William Butler Yeats. Además, mantenían estrechos contactos con la sociedad Thule, que representaba la ideóloga esotérica del Tercer Reich. Finalmente, los conflictos de intereses llevaron a numerosas rupturas, surgiendo del "Amanecer Dorado" diferentes sociedades secretas cargadas de simbolismo hermético.

Boxers
La rebelión de los puños
Ocurrió en el verano del año 1900 y ha pasado a la historia como la rebelión de los Boxers, recordándose como uno de los levantamientos populares más importantes de la historia reciente de China. Pero, a la vez, es un notable ejemplo del protagonismo que las sociedades secretas pueden llegar a tener en los destinos de una nación. Uno de los papeles más activos en este episodio lo ostentaron los I-ho-ch'uan, una sociedad secreta que se autodenominaba "Los Puños de la Justicia y Armonía", y que se mostraba imbuida de un arraigado espíritu nacionalista.

Sus miembros eran seguidores de las enseñanzas budistas y taoístas, además de expertos en diferentes artes marciales. Promulgaban un mensaje de liberación de la opresión cristiana y colonialista que caló profundamente entre la población de la zona centro y norte del gigante asiático. Al parecer, eran expertos en Taijiquan, una poderosa disciplina interna y externa que para su dominio requería más de 30 años de práctica para armonizar la mente y el cuerpo antes de las batallas, en las que se enfrascaban inicialmente bajo la creencia de que los espíritus de la tierra y el agua estaban de su lado. Además del pueblo, les apoyaron en el levantamiento iniciado el 20 de abril de 1900 algunos oficiales manchúes y la emperatriz viuda Tz'u-hsi. Su acción estuvo teñida de una violenta xenofobia contra todo lo que fuera extranjero, católico y protestante. Como reacción a más de medio siglo de avasallamiento colonial, asediaron durante 55 días las sedes diplomáticas de Estados Unidos en Pekín, y diversos países europeos, periodo en el que murió asesinando el embajador alemán. La revuelta de estos sangrientos guerreros que se creían inmunes a la balas, debido a su dominio de la energía interna, llegó a su fin con la liberación del resto de los diplomáticos el 14 de agosto, gracias a la intervención de una fuerza armada de 19.000 soldados de diferentes naciones. El desenlace de la revuelta trajo duras sanciones para China, pero se sentó un precedente para la liberación del país una década más tarde por medio del derrocamiento imperial de la Dinastía Qing. Curiosamente, la poderosa secta Falun Gong ha reindicado en diversas ocasiones el espíritu de los boxers.

Rotary Club
Filantropía de alto standing
Es imposible desligar el nacimiento y la historia del Rotary Club de la masonería, ya que si bien hasta el momento no se ha podido demostrar una conexión oficial y fundacional entre ambas organizaciones, lo cierto es que, oficiosamente, los masones han estado detrás de la creación de muchos de los clubes rotarios que están diseminados por el mundo. En Japón, por ejemplo, los rotarios eran detenidos e interrogados por su vinculación con la masonería. Si tenemos en cuenta las tradicionales sospechas conspirativas que han rodeado a la masonería, es lógico que de ser el Rotary uno de los brazos ejecutores de su generosidad y filantropía, se guardaran de mantener una distancia formal para no entorpecer su labor humanitaria. En todo caso, sus principios, condición aconfesional, la misión de promover la buena voluntad, la ética elevada y la paz, el sólido compañerismo que lo impregna y su abierto proselitismo en la alta empresa, la política internacional y la justicia, son signos difícilmente disimulables. En su nómina de miembros ilustres se cuentan o han contando en algún momento personajes como el teólogo Hans Küung, Thomas Mann, Luciano Pavarotti, Emilio Pucci, Marconi, los astronautas Gordon Cooper y Frank Borman, los presidentes estadounidenses Woodrow Wilson, John F. Kennedy y Warren G. Harding, así como primeros ministros de Corea, Sudán, Nueva Zelanda, Congo, Francia y varios países más. Es significativo que medio centenar de rotarios participaran en la redacción de la carta constitutiva de las Naciones Unidas. Actualmente, los 30.000 clubes rotarios distribuidos por 160 países aglutinan a más de 1,2 millones de socios, admitiendo mujeres tan sólo desde el año 1987. Su lema es "dar de sí antes de pensar en sí", y su nacimiento se sitúa en Chicago el 23 de febrero de 1905, de la mano del abogado Paul P. Harris y de tres amigos comerciantes. El nombre alude al carácter rotatorio de las primeras reuniones, que hoy en día deben tener carácter semanal, experimentando desde entonces una expansión espectacular por todo el mundo, en donde cada club local goza de autonomía, pero guardando siempre las directrices del Rotary Club International, dirigido por un consejo compuesto por 19 personas. Cuentan con la "Fundación Rotaria", promotora de programas humanitarios y educativos, aspecto éste al que prestan mucha atención, ya que en el seno de la organización se gestó en 1942 la creación de la UNESCO. La institución desarrolla el mayor programa privado de becas conocido as llamadas "Becas de Buena Voluntad", y los clubes Interact y Rotaract, a través de los cuales se promueve la formación y la adquisición de valores solidarios y de dotes de liderazgo entre futuros miembros. Su emblema es una rueda de veinticuatro dientes y seis rayos o ejes, unidos con un chavetero que conecta el conjunto, una simbología que ha sido objeto de todo tipo de conjeturas por sus detractores.

Thugs
Los estranguladores
La tradición popular les atribuye más de un millón de asesinatos por estrangulamiento desde su incierto origen en la Edad Media hasta su desarticulación, bien entrado el siglo XIX. La realidad nunca la sabremos, pero es factible estimar en decenas de miles el número de personas, siempre hombres, que perecieron a manos de los Thugs.

Los estranguladores, también conocidos como phansigars, conformaban una sociedad secreta criminal que adoraba a la diosa hindú de la muerte y la destrucción, Kali, desatando su ira principalmente contra los colonos y los viajeros, que los veían como la personificación de demonios. Spielberg los incluyó en la trama de la película Indiana Jones y el Templo Maldito, discutiéndose hoy en día la contradicción que supone que se les atribuya un origen musulmán, y sin embargo adorasen a una deidad hindú, dilema que algunos resuelven asegurando que eran inmigrantes semitas.

Una leyenda cuenta que Kali se enfrentó a un poderoso demonio, de cuyas heridas de sangre manaban más demonios. Posteriormente crearía a los Thugs para que combatieran en la Tierra a las fuerzas demoníacas de la misma manera. El modus operandi estaba meticulosamente organizado, pues tras establecer cierta amistad con las víctimas y corroborar la conveniencia de su sacrificio, lo llevaban a efecto, muchas veces de forma colectiva.

Posteriormente desarrollaban un complejo ritual que incluía la desfiguración de su rostro y la apertura del cuerpo, de cuyo interior extraían el corazón. Una vez enterrados, la ceremonia continuaba sobre sus tumbas reverenciando las armas usadas, celebrándolo mediante la ingestión de una sustancia azucarada. Las detenciones practicadas por los colones ingleses alcanzaron la cifra de 3.689 Thugs en 1840, de los que 466 fueron ahorcados, mientras que el resto fue sometido a "novedosos" programas de reinserción.

La Garduña
Mafia a la española
La Garduña, al igual que otras sociedades secretas de la historia andaluza, nació en el seno de una población, en su mayor parte marginal, que vivía bajo el jugo de los grandes señores, y huérfana de un poder siempre complaciente con esa elite adinerada, dueña de todo y despreocupada del hambre que se sufría fuera de sus haciendas. Unas versiones sitúan el nacimiento de esta sociedad secreta varias décadas después de la conquista de América, de la mano de trece delincuentes de peso, mientras que otros apuestan por la tesis que los hace surgir y evolucionar rápidamente en el siglo XIX. En ambos casos, lo que inicialmente tiene un espíritu reivindicativo, degeneró hacia una tupida organización criminal a principios del siglo XIX, capaz de robar, falsificar moneda, sobornar, secuestrar y asesinar por dinero. Su penetración en el tejido social andaluz era tal que sus tentáculos alcanzan a policías, jueces, políticos o religiosos; todos ellos formaban una red de mil ojos, acechantes y a la espera de un botín del que informar a la organización y por el que cobrar un porcentaje. Tenían una jerarquía y un código propio, usando como distintivo tres puntos negros tatuados en la mano, signo que después adoptaría la mafia italiana, pagando con su vida la traición al colectivo.

Soc. Pitagórica
Filosofía y matemáticas celestiales
Uno de los más antiguos y destacados ejemplos que nos podemos encontrar de sociedades secretas, estructuralmente sólidas y socialmente influyentes, es el de la "Sociedad o Hermandad Pitagórica", creada por el filósofo griego Pitágoras en el año 518 a. de C. en Crotona, al sur de Italia. Ante el desencanto que le provocó la pobreza espiritual y el abandono cultural que encontró, tanto en su tierra natal como en Italia, el matemático creó una ciudad modelo junto a 300 discípulos, cifra que se multiplicó rápidamente, lo que les sirvió para ejercer una gran influencia en las colonias griegas asentadas en tierras italianas, así como en parte de Grecia. Sus miembros estaban convencidos de ser los adalides de una nueva era de paz, considerando al alma humana inmortal y parte de un alma universal. Creían en la metempsicosis, vestían de blanco, eran vegetarianos, se regían por la igualdad de sexos y se concentraban en el estudio de la filosofía y las matemáticas, necesarias para el progreso espiritual y la obtención de un estado de armonía, considerando a la naturaleza como una expresión matemática. Daban un valor extraordinario a la amistad, al orden y a la cooperación, con rutinas diarias de trabajo, silencio, autoexamen y estudio. Se dividían en dos grupos: los mathematici o pitagóricos dedicados a las ciencias lógicas y a la cosmología, y los acusmatici o pitagoristas centrados en la ética y la religión. Todos debían jurar silencio y fidelidad, transmitiéndose las enseñanzas de forma verbal. La ciudad estaba regida por el Consejo de los Trescientos, y cada nuevo aspirante a ingresar en la misma debía superar un examen. Después le esperaban tres años durante los que debía dar muestras de su interés y ansia de saber, para invertir otros cinco en un voto de silencio y diversas pruebas que decidían finalmente su admisión en el círculo interno. El poder e influencia que alcanzaron motivó que fueran acusados de herejía y sedición, sufriendo persecución y ajusticiamiento en algunos casos.

Rosacruces
El grupo de los inmortales
Al igual que sucede con otras sociedades secretas, en la historia de los rosacruces es difícil distinguir la verdad del mito, pues si bien hoy en día conocemos a las diferentes órdenes que se proclaman herederas legítimas de su legado, es indemostrable que el germen del que supuestamente manó todo el movimiento rosacruciano existiera realmente en la forma de una única e iluminada persona. Nos referimos, claro está, a la figura de Christian Rosenkreuz, personaje cuya biografía mítica lo hace nacer a orillas del Rhin en 1378. De niño, con apenas cuatro años, fue internado en un monasterio, en donde aprendió diversas lenguas y las artes mágicas. Con dieciséis años viajó a Tierra Santa en compañía de un monje que moriría en Chipre, continuando su viaje iniciático por Arabia, Líbano, Siria y Marruecos, en donde recibe el más alto conocimiento y la misión de fundar una sociedad secreta para transmitirlo. Tras su paso por España y un retiro de cinco años comienza el reclutamiento de sus primeros discípulos, seres de bien que no se conocían entre sí, dedicados a sanar a los enfermos y conocedores de las ciencias sagradas. La leyenda cuenta que Rosenkreuz falleció con 106 años, y que su tumba se mantuvo en secreto por espacio de otros 120 más, hallándose su cuerpo incorrupto y con un libro entre sus manos, el Liber Mundi, que según sus adeptos es el más importante después de la Biblia. Los rosacruces fundadores y los más evolucionados formarían una élite de inmortales o "superiores desconocidos", que velarían por el bien común allanando el camino místico de la humanidad e influyendo desde lo invisible en los principales acontecimientos de la historia. El concepto de "superiores desconocidos" también se aplicó en muchas de las hermandades, de tal manera que los adeptos inferiores no conocían la identidad de los superiores, lo que garantizaba la discreción.

Hasta aquí el mito. Sin embargo la historia que podemos rastrear nos conduce hasta el hermetista luterano Juan Valentín Andreae (1586-1654), hijo del que fuera conocido como "segundo Lutero", Jacob Andreae, rector de la Universidad de Tubinga. Los historiadores especulan con la posibilidad de que el movimiento intelectual que aglutinaba a los hermetistas, alquimistas y a la élite culta del momento, cercana a los círculos universitarios claramente anticatólica y disconforme con la degeneración de la iglesia, fuera el autor de las tres obras claves del pensamiento rosacruz: Fama Fraternitatis o Ecos de la Cofradía de la Rosa-Cruz, Confessio Fraternitates, y Las bodas químicas de Christian Rosenkreutz. Ello es compatible con que materialmente el papel de aglutinador del trabajo lo desempeñara Valentín Andrae, quién reconoció años después haber escrito Las Bodas y al que se le relacionó con diversidad de grupos esotéricos.

Los textos citados, cuyo contenido proclama una visión más pura del cristianismo, numerosas referencias alquímicas y esotéricas, así como una feroz oposición al catolicismo y al papado, publicitando en sus páginas la biografía de su líder y los destacados conocimientos y poderes de los adeptos rosacrucianos, surgen a las puertas de la Guerra de los Treinta Años y en pleno auge del luteranismo y el calvinismo. En contraste con lo que se presenta como una revolución espiritual que devuelve la dignidad al hombre está el de una iglesia presa del poder terrenal, cada vez más distanciada de los valores morales, las clases sociales más desfavorecidas y la propia evolución del espíritu. No obstante, aunque los textos citados se concretaran en Tubinga, lo cierto es que reflejaban una corriente de pensamiento con simpatías en buena parte de Europa, lo que supuso la aparición por doquier de sociedades secretas que se adherían al pensamiento rosacruz, sincretizando ideas gnósticas, cristianas, cabalísticas, alquímicas, etc vinculándose con las "Escuelas de Misterios" de las grandes culturas del pasado, y a la idea de que la Gran Revelación tenía una continuidad en el tiempo. El pensamiento rosacruz tuvo cierta influencia en las logías masónicas, que por esa misma época habían comenzado a transformarse en colectivos religiosamente tolerantes, lo que configuraba definitivamente su condición de sociedad secreta. De hecho algunos destacados rosacruces fueron iniciados en la masonería, quedando como recuerdo el grado 18, que corresponde al Caballero Rosacruz.

Los templarios, los cátaros, el Priorato de Sión; personajes como Paracelso, Francis Bacon, Descartes, John Dee, Giordano Bruno, Cagliosto, Víctor Hugo, Goethe, Da Vinci o Newton forman parte de la dilatada lista de honores que publicitan los rosacruces, cuyos símbolos, la rosa y la cruz, han sido interpretados de forma dispar. La cruz, como símbolo de equilibrio entre los elementos, de las estaciones y puntos cardinales, es el signo de Cristo, mientras que la rosa ha sido vista como emblema de vida y renacimiento, como seña de orientación, sello alquímico y guardiana de secretos, incluso como la propia sangre de Jesús. Algunos grupos actuales, como la "Antigua y Mística Orden de la Rosa Cruz" A.M.O.R.C., Rosicrucian Fellowship, Rosicrucian Fraternity o el Lectorium Rosacruciano, centran sus objetivos en el desarrollo espiritual de sus miembros, con una jerarquía bien definida, diversos rituales iniciáticos que se asegura, guardan ciertos paralelismos con los masónicos, y creencias como la de la reencarnación.

Niebla
Literatura rosacruz
La "Sociedad de la Niebla" destaca como una singular anomalía, pues lejos de objetivos mundanos operó con la finalidad de generar cambios sustanciales entre sus miembros para que éstos, a su vez, fuesen capaces de trasmitirlos a grupos mayores. Uno de los vehículos de propagación de esa forma alternativa de ver y entender el mundo fue la literatura y el arte, herramientas por medio de la cuales se podía llegar a las masas, transmitiendo de forma encubierta conocimientos alquímicos, cabalísticos y herméticos. El economista francés Michel Lamy puso al descubierto la pertenencia de Julio Verne a este selecto colectivo, con una ideología muy cercana a la filosofía rosacruz, y salpicada de ideas extraídas de múltiples tradiciones esotéricas. Alejandro Dumas, que también fue masón, perteneció al grupo junto a otros insignes autores de la época, cuyos trabajos literarios esconden una doble lectura en clave esotérica, lo que los convierte en genuinos manuales iniciáticos.

Hashishin
Los fumadores de hachis
La sociedad secreta de "Los Asesinos" ha pasado a la historia del mundo occidental por su estrecha relación con los caballeros templarios. No hay autor que ofrezca una aproximación a la mística y el esoterismo de la Orden del Temple que no la vincule a las creencias y prácticas de estos guerreros que se decían seguidores de Hassán Ibn Sabáh, ismaeilita iraní al que se consideraba una manifestación carnal de la divinidad. De hecho, aún no se descarta la tesis que propone a los templarios como una versión cristiana de la orden islamista, pues su estructura y cargos parecen gemelos. El nombre de los asesinos se lo pusieron los cruzados como una corrupción del termino hashishin o hashishiyun, que podría traducirse como "fumadores de hachis", sustancia que ingerían para lograr estados alterados de conciencia, en medio de los cuales ejecutaban a sus víctimas armados con un solo puñal. La toma de hachis ha sido objeto de muchas discusiones, pues para algunos autores representaba una especie de esclavitud que favorecía el control de la voluntad de los guerreros por parte de los superiores, mientras que para otros era un medio para conectar con la esencia divina. Hay incluso quienes aseguran, como Marco Polo, que los sacrificadores eran víctimas de detalladas escenificaciones del Paraíso y sus placeres, preparadas a conciencia para que el desdichado, bajo los efectos del cannabis, creyera haber estado junto a Alá. Sufrieron persecución por el Islam oficial, pero hoy todavía es posible encontrar a sus herederos en Siria, Pakistán, Irán, India y Palestina.

Carbonarios
Vinculada con la ideología masónica se la conoce como "Masonería Forestal", los carbonarios constituyen otro ejemplo de sociedad secreta gremial, en este caso de leñadores. Fue creada a principios del siglo XIX en Italia, aunque con una prehistoria de varios siglos y un simbolismo católico que contrasta con su oposición a la Iglesia. Tuvo una enorme influencia en Francia, Polonia, Alemania y en algunos momentos destacables en España, ya que su símbolo, el carbón, era para ellos un elemento purificador. Participaron activamente en revueltas sociales contra el absolutismo en Europa y América Latina, en la revolución parisina de 1830 o, un año después, en los disturbios contra Gregorio XVI y los ducados de Parma y Módena . De ella surgió otra sociedad, "Joven Italia", creada por Guiseppe Mazzini, que marcó un hito histórico en su país.



Illuminatti
Popularizados por Dan Brow en Ángeles y Demonios, bajo ese nombre encontramos a numerosas organizaciones europeas y americanas, alguna de ellas incluso en España, que con frecuencia llegan a tener filosofías contradictorias. No obstante, la de mayor antigüedad documentada es la conocida como Los Iluminados de Baviera, fundada en mayo de 1776 por el intelectual alemán Adam Weishaupt, nuevamente con influencias masónicas y con abiertos enfrentamientos con ella, con la que además compartió condena en 1784 por parte de la Iglesia y las monarquías de la época. Su libro, El rito de Los Iluminados de Baviera fue escrito por Adolf von Knigge, contando en su nómina con personas como Goethe, el ensayista Mirabeau, el Conde Cagliostro o el médico y político Jean-Paul Marat, estos últimos muy activos en la Revolución Francesa. El famoso sello del dólar estadounidense, con la pirámide truncada y "el ojo que todo lo ve" parece inspirado en los símbolos iluminatis, conectando directamente con Los Illuminati de Weishaupt.

LA SOCIEDAD THULE. Creada en 1918 por el ocultista aleman Rudolf von Sebottendorff, la Thule-Gesellschaft fue el germen del Partido Nacionalsocialista y sociedades como la Vril y La Piedra Negra, contando entre sus miembros con Hitler, Rudolf Hess, Himmler o Rudolf Steiner, siendo la espada y la esvástica sus símbolos más conocidos. Mantuvo una estrecha relación con la Golden Dawn y su esoterismo fue determinante en la mística del Tercer Reich. Muchos conspiranoicos consideran que no se desarticuló al final de la Segunda Guerra Mundial, sino que sigue operando en la sombra en diferentes países latinoamericanos a la espera de establecer el Cuarto Reich.

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