Parapsicología
01/04/2005 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

El alcalde espectral

Entre los testigos hay funcionarios y policías municipales. Y los extraños sucesos han adquirido dimensiones de leyenda entre la población. Todo sucede por la noche: un piano que suena sin que nadie lo toque, ascensores que suben y bajan solos, un toldo automático que se pliega y despliega misteriosamente ¿Qué sucede en este edificio público?

01/04/2005 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
El alcalde espectral
El alcalde espectral
El agente Luis Díaz comía tranquilamente su bocadillo, sentado ante la mesa desde la cual controlaba el resto del edificio. La noche y el silencio reinaban sobre la ciudad. Luis terminó su escueta cena y tiró el envoltorio en la papelera que se encontraba a su izquierda. La rutina se cumplía como un rito. Era la hora de hacer la ronda por las zonas más nuevas del inmueble. Las habitaciones del ala antigua se encontraban cerradas bajo llave y, por lo tanto, era imposible que albergaran a algún visitante inoportuno.

Después de recorrer todos los pasillos transitables, se acomodó de nuevo en su silla y se dispuso a leer hasta el amanecer. Abrió el libro y se sumergió en la historia. Pero sólo unos minutos después, su tranquilidad se vio enturbiada por un sonido inesperado. El sobresalto fue grande. Rápidamente acudió a la zona desde la cual procedía aquel ruido anormal. Pronto escuchó de nuevo los sonidos desacompasados, pero esta vez parecía que provenían del piano que se encontraba en el salón de actos. Sin más dilación, decidió pedir refuerzos, ya que no sabía quién o quiénes podían haber entrado ni con qué intenciones. En cualquier caso, los agresores potenciales no ocultaban su presencia y se anunciaban a golpes de piano.
–Compañeros, parece que tenemos a un intruso en el edificio –advirtió a los dos agentes que se encontraban patrullando la zona en su vehículo.

Pocos minutos más tarde los tres policías inspeccionaban meticulosamente la sede del Ayuntamiento, comenzando por el lugar donde se hallaba el piano. Pero el edificio se encontraba desierto y no había señal alguna de que alguien hubiese entrado y salido, puesto que todas las puertas estaban cerradas por dentro con llave.

Tras marcharse sus compañeros y quedar de nuevo solo, el agente Díaz se mantuvo algo más tenso, pero prosiguió con su lectura, intentando olvidar la incómoda situación por la que acababa de pasar. Al cabo de un rato escuchó de nuevo el piano, como si alguien lo aporreara, pero esta vez con más fuerza. De nuevo llamó a sus compañeros, que regresaron y repitieron la inspección rigurosa de todas las instalaciones, sin encontrar al misterioso intruso que parecía bromear, tocando una espectral melodía nocturna.

Psicofonías y poltergeist

Estaba claro que la ciudad ceutí se empeñaba en ofrecerme su rostro más invernal. En la Península el clima parecía estable, pero pocos minutos después de llegar al puerto de Algeciras las primeras gotas de lluvia hicieron acto de presencia. Era el preludio de un temporal que convirtió el breve viaje en una aventura.

Quince minutos después de llegar al puerto de Ceuta, un taxi nos dejaba en la entrada de un edificio que presentaba dos aspectos muy distintos: una zona renovada con modernos materiales y un ala que ofrecía una estructura antigua. Era el Ayuntamiento. Allí me esperaban los encargados de prensa y relaciones públicas, Alfredo Izquierdo, Alfonso y Nani, con quienes había hablado algunos días antes por teléfono. Ellos me ofrecieron un permiso formal para investigar en aquellas instalaciones, previo consentimiento de la autoridad pertinente.

Ya conocían en parte mis antecedentes como investigador de otros casos similares en la ciudad. La hospitalidad con que me acogieron convirtió en una delicia la labor que realicé en aquellas instalaciones. El señor Izquierdo me presentó a diversos funcionarios y policías para que me informaran sobre los antecedentes del edificio. La mayor parte de los agentes que han realizado turnos de noche en este inmueble, fueron testigos involuntarios de fenómenos inexplicables que, en más de una ocasión, han hecho temblar al más valiente. Lo más frecuente eran las voces procedentes de un lugar indeterminado, difícil de ubicar. Murmullos que parecían proceder de distintos lugares al mismo tiempo. A veces, esas extrañas voces iban acompañadas por sonidos de pasos en las plantas superiores y por el ruido característico del trabajo de oficina, como movimiento de sillas que se arrastraban, máquinas de escribir, ruido de grapadoras, puertas que se cerraban y el trasiego rutinario propio de un ambiente en el cual deambulan y trabajan muchas personas.

Pero todo esto sucedía en las horas en que el policía que hace turno por la noche se encuentra solo en el edificio, sin que ningún extraño pueda entrar y salir sin ser visto. Una de las manifestaciones que más se repetían era que el ascensor comenzaba a cambiar de planta de manera automática, sin que nadie presionase los botones.

Curiosamente, la puerta terminaba por abrirse siempre en la planta donde se encontraba el desconcertado agente de guardia. Alguna vez éste había llegado a empuñar su arma reglamentaria, ya que estas situaciones provocan momentos de tensión y sensación de peligro.

Recogiendo información

A las diez de la noche, el Ayuntamiento dejó de ser un espacio de actividad laboral para convertirse en un edificio desierto, en el cual sólo estaban presentes el policía de turno, mi compañero Alberto Guzmán y yo, con el material de investigación necesario.

Mientras recorríamos las diferentes habitaciones para conocer el aspecto general del edificio, nuestro acompañante nos explicaba algunas de las funciones principales de cada sala, tanto en la zona antigua como en la moderna. Detrás de mí, Alberto plasmaba con su cámara de vídeo todos los detalles.

Desde ese momento comenzamos a recoger grabaciones. El primer lugar fue el Salón del Trono, una amplia sala donde se puede admirar una serie de vitrinas con armas y material bibliográfico de la Constitución Española. Los focos, la sillería y las enormes cortinas conferían a este lugar una sonoridad hueca y apagada. Al otro lado de la estancia, había tres sillones principales y una mesa baja, junto a las banderas española y ceutí. El siguiente punto fue la Sala de Vocales, una habitación pequeña donde destacaba, en primer plano, una mesa redonda de grandes dimensiones, rodeada de sillas, así como gran cantidad de banderas.

A continuación grabamos en la Rotonda, una sala con mobiliario de estilo imperial desde la cual se puede acceder al Salón del Trono. También dispusimos aparatos en el antiguo despacho del alcalde, una habitación con numerosos muebles, que le dan un aspecto excesivamente recargado.

En principio, de las grabaciones allí realizadas cabría destacar unos extraños silbidos de carácter musical y murmullos de voces de hombres y mujeres cuyas imágenes no se manifestaron en el «medio físico» y que, a pesar de no poderse determinar su procedencia exacta, fueron seleccionados para realizar posteriormente un análisis informático en el espectro de sonidos.

El hombre con sombrero

Cuando regresamos a la zona moderna, realizamos un breve recorrido por sus principales salas. Este área es radicalmente diferente a la parte histórica del edificio. Las columnas de mármol blanco y la decoración del suelo llaman la atención. En la recepción hay un ancla y un oxidado cañón que nos recuerdan el pasado de Ceuta.

En la parte baja del inmueble se encuentra el salón de actos, con capacidad para más de doscientas personas, donde se halla el piano al que tanta gente teme. Mientras observamos estos lugares, escuchamos a nuestra espalda sonidos de pasos procedentes de la calle y vimos entrar a un grupo de personas entre quienes reconocí a Nani, del departamento de prensa. Se acercaron a nosotros y ella nos presentó a un hombre de baja estatura, flanqueado por dos señores. Era el actual alcalde de Ceuta, Juan Vivas.
Éste se interesó personalmente por los fenómenos extraños, interrogándonos sobre nuestra opinión al respecto. Con anterioridad, Vivas había sido funcionario durante más de veinte años. Nos confirmó que aquellas leyendas de apariciones y fenómenos raros estaban muy extendidas entre la población y los propios funcionarios y que, aunque personalmente él no había advertido nada extraño durante su estancia al frente de la alcaldía, sí había oído testimonios sobre distintas manifestaciones paranormales.

Una de los principales fenómenos que recordaba Juan Vivas era el de policías que afirmaban ver con cierta frecuencia la materialización de un hombre vestido con túnica larga y sombrero. Este fantasma se paseaba con tranquila parsimonia por los pasillos y habitaciones del Ayuntamiento y luego desaparecía repentinamente, de forma espontánea. Desde luego, una experiencia inquietante para cualquier persona.

Después de unos minutos de interesante charla, el alcalde se despidió, deseándonos suerte en nuestra investigación. Pero nosotros habríamos de pasar todavía algún tiempo en el interior del Ayuntamiento. El policía que nos guiaba había sido testigo de sucesos extraños. Algunos de esos fenómenos eran muy parecidos a los que también habían vivido otras personas. Pero en cierta ocasión le sucedió algo diferente. Se encontraba sentado en la mesa de control de la entrada. La puerta principal estaba cerrada y no había nadie más en el edificio. En determinado momento escuchó un chirrido que procedía de la entrada, más concretamente de la zona del techo. Al mirar en aquella dirección, observó que un enorme toldo automático, que normalmente está plegado, había descendido unos centímetros desde su posición inicial.

El policía se quedó a la espera de que volviera a manifestarse el sonido. Entonces, el toldo comenzó a bajar lentamente, multiplicándose los chirridos. Finalmente se desplegó por completo. Pero cuando el agente pensaba que el misterioso episodio ya había concluido, el toldo empezó a subir hasta recuperar su posición original.

Al día siguiente, se informó del funcionamiento del mecanismo. Entonces descubrió que el toldo era automático y se accionaba pulsando unos botones que estaban en la caja de los fusibles y la alarma. Puesto que, durante la noche anterior, él estaba solo, la única explicación posible de lo sucedido era que alguna fuerza invisible hubiese activado aquel mecanismo.

Una de las posibilidades que barajan quienes han sido testigos de estos fenómenos paranormales es que pueden ser provocados por el espíritu errante del Sr. Sánchez Prado, el antiguo alcalde de la ciudad, quien da nombre a la propia calle donde se ubica el edificio del Ayuntamiento.

Este hombre fue muy querido en vida por los ceutíes, porque era médico y solía ayudar a quien lo necesitara sin pedir nada a cambio. Por este motivo, tras su muerte siempre fue recordado con cariño. Cuando me trasladé al cementerio municipal vi cómo la gente visitaba su tumba para ofrecerle flores y pedirle favores, que supuestamente son atendidos por el benévolo difunto.

Algunos comentan que, durante su etapa de alcalde, solía vestir una capa muy parecida a la que describen aquellos que han visto la figura espectral en el Ayuntamiento. Tampoco faltan los testigos que van más lejos y afirman haber divisado un rostro parecido al de Sánchez Prado. De todos modos, el miedo a lo desconocido es tan fuerte que, en ocasiones, los policías han realizado su turno de vigilancia desde un vehículo y en el exterior. Según el alcalde actual, estas leyendas se transmiten desde hace más de veinte años.

Después de haber estudiado el caso, nuestra conclusión es que, a pesar de que no faltan quienes intentan explicar estos fenómenos como un simple montaje, en el Ayuntamiento de Ceuta ocurre un hecho paranormal, aunque todavía no estemos en posesión de suficientes datos para proponer una teoría sobre su auténtica naturaleza.
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