Parapsicología
22/12/2013 (14:27 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

PUERTO RICO: POLICÍAS CONTRA EL DEPREDADOR VAMPIRO

Desde mediados de 2013, son numerosos los animales que han aparecido muertos –en circunstancias extrañas– en las cercanías de Guayama (Puerto Rico), supuestamente como consecuencia de las heridas provocadas por una criatura de naturaleza desconocida, entidad que les succiona la sangre y los mutila con precisión milimétrica. Ante las constantes denuncias de los ganaderos, autoridades locales y federales llevan meses intentando dar caza a este tan sanguinario como elusivo depredador.

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PUERTO RICO: POLICÍAS CONTRA EL DEPREDADOR VAMPIRO
PUERTO RICO: POLICÍAS CONTRA EL DEPREDADOR VAMPIRO
Situado en la región del Valle Costero Sur, el municipio de Guayama, fundado el 29 de enero de 1736, limita al sur con el Mar Caribe y cuenta con una población de más de 45.000 habitantes. Con más de 16.368 viviendas, está ubicado entre la Sierra de Cayey y la montaña de la Sierra. Partes del Bosque Carite y el Bosque Estatal de Aguirre están en Guayama y también la Reserva Nacional del Estuario de La Bahía. Un entorno natural bañado por los ríos Guamaní, Chiquito y Seco, además del Lago Carite y Melanía. Esto es: los casos de mutilaciones que vamos a describir se producen en un enclave perfecto para el ocultamiento de cualquier especie animal, conocida o no, que podría atacar y esconderse con total impunidad o, al menos, ésta es la opinión de la mayoría de investigadores y testigos locales.

Estos casos me llegaron de la mano de José Pérez y José Antonio Martínez Echevarría, quienes vienen realizando una labor ímproba en pos de intentar saber qué está sucediendo realmente en su tierra natal. Uno de los primeros casos, al menos de los más impactantes, fue investigado por Pérez –y su esposa Ilbis– a finales de abril del 2013. Concretamente el día 27 de ese mes, llegaron a la zona de Guayama para estudiar unas extrañas marcas y la desaparición de dos cerdos en la propiedad de José Óscar «Chute» Meléndez y Ángel Joel Soto. De camino a la vivienda del «Chute», recibieron la llamada de Rafael Candelario «Tigre», enterándose de que también otro ganadero, Rafael Flores Mayagüez, denunció diferentes mutilaciones de ganado en su finca y, con anterioridad a estos hechos, había avistado una criatura que no pudo identificar mientras ésta saltaba una verja de casi tres metros de altura.

PRECISIÓN QUIRÚRGICA
Como hemos mencionado, en la hacienda de Óscar Meléndez habían desaparecido dos cerdos. No había rastro de ellos, excepto unas marcas –como las que dejarían las garras de un depredador– en un flamboyán, árbol que abunda en la zona. «Se notaba perfectamente el surco de tres garras. Mi esposa Ilbis tomó muestras con arcilla para medir posteriormente su profundidad. Fuera de estas señales, no encontramos ningún otro rastro. Era como si los cerditos simplemente se hubieran esfumado», detallaba el investigador José Pérez.

En cuanto a Óscar Meléndez, éste sí encontró a sus animales –excepto a uno–, pero muertos en extrañas circunstancias. «A uno de ellos, lo que fuera le cortó la cabeza y, a los otros dos, les infligió unas heridas con una precisión quirúrgica. Pero del cuarto cerdito nunca supe más»… (Continúa en AÑO/CERO 281).

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