Lugares mágicos
22/05/2013 (17:42 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

VALDORBA MÁGICA Y PAGANA

Paco GonzálezEntre manantiales, valles, umbrías, robledales y pueblos abandonados, las ermitas románicas de la Valdorba siguen desafiando el paso del tiempo. Discreta como sus habitantes, esta aislada comarca navarra fue refugio de templarios, cátaros y caballeros llegados de las campañas de Oriente, que dejaron en ella la impronta de una religión eminentemente sincrética, dualista y, por encima de todo, tan tolerante como la región que les dio acogida. Las iglesias de la Valdorba son, en suma, el tesoro más valioso y menos conocido de las tierras medias de Navarra.

22/05/2013 (17:42 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
VALDORBA MÁGICA Y PAGANA
VALDORBA MÁGICA Y PAGANA
Generalmente asociados con la Orden del Temple, Puente la Reina-Gares, Eunate, Olcoz y Torres del Río –por poner los ejemplos más conocidos– son algunos de los enclaves más celebrados de la arquitectura románica navarra, arte que en la comunidad foral alcanza elevadísimas cotas de belleza y singularidad, como a buen seguro lo atestiguan los miles de peregrinos que atraviesan esta acogedora y luminosa puerta del Camino de Santiago.

Pero no todo el mundo se contenta con lo «evidente». Hay quienes prefieren alejarse de las vías más transitadas, en busca del silencio y la paz interior. Si está usted entre estos últimos, Navarra pone a su disposición uno de los lugares más apacibles y mágicos de toda Europa.

Paradójicamente, nuestro destino está muy cerca de Pamplona. Para ser más exactos, se ubica a poco más de 20 km al sur de la capital, en una amplia franja meridional conocida como Zona Media. No obstante, los secretos que esconde han pasado extrañamente desapercibidos, incluso para muchos navarros. Nos referimos a la Valdorba, una comarca tan desconocida como sorprendente y, para la cuestión que nos ocupa, salpicada de extraordinarios enigmas arquitectónicos, en forma de pequeñas pero fascinantes ermitas, adscritas casi todas ellas al estilo románico, aunque con desconcertantes matices. Porque en los templos de la Valdorba es fácil advertir la firma de los maestros constructores más transgresores del Medievo europeo.

PROTAGONISTAS DESCONCERTANTES
En realidad, la Valdorba –por Val de Orba– no es sólo uno, sino una sucesión de valles, somontanos, piedemontes y bosquecillos, donde, dispersas en poco más de doscientos kilómetros cuadrados, entre el Pirineo y la Ribera del Ebro, el viajero podrá descubrir apenas una treintena de pequeñas localidades y caseríos aislados, que comparten espacio con otros tantos pueblos fantasmales –o «desolados», como por aquí los llaman–, que no resistieron los embates de la historia y cuyas ruinas dotan a la comarca de un cierto aire espectral.

Como decimos, pese a la cercanía con la capital y su accesibilidad desde la principal carretera de esa comunidad foral –la N-121–, la Valdorba ha permanecido oculta a las miradas de muchos visitantes, más pendientes de otros de los indudables atractivos con los que cuenta la región. Quizá fuera esa existencia discreta –palpable aun en nuestros días– la que convirtió a esta comarca en inesperado lienzo para los mejores constructores del mal llamado románico rural, arquitectura supuestamente menor que, en estas tierras, se eleva a la altura de las más hermosas catedrales…
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