Civilizaciones perdidas
07/10/2019 (16:30 CET) Actualizado: 07/10/2019 (16:46 CET)

El oro perdido de los incas (II)

¿Dónde está el oro perdido de los incas? En esta segunda entrega os contamos que un explorador ha descubierto la existencia de túneles malditos que unen Cuzco con la lejana fortaleza de Sacsahuamán. Malditos porque cuentan las crónicas que quienes acceden a estas galerías bajo el Templo del Sol de la antigua capital inca, mueren o pierden la cordura. Pero eso no parece asustar a estos nuevos exploradores…

07/10/2019 (16:30 CET) Actualizado: 07/10/2019 (16:46 CET)
anselm pi rambla tunel maldito oro perdido incas
anselm pi rambla tunel maldito oro perdido incas

Anselm Pi Rambla es explorador. De los auténticos; de los que no alardean de su trabajo. Simplemente se limitan a hacerlo. Y su trabajo consiste desde hace casi veinte años en intentar descubrir en su totalidad la red de galerías que recorren las entrañas de estas montañas a más de tres kilómetros de altura. Porque se dice que allí se oculta parte del fabuloso tesoro que los hijos del incanato ocultaron para que no cayera en manos de los conquistadores.

Asegura Anselm Pi Rambla que «la entrada al túnel la bloquearon los dominicos entre 1986 y 1988, cambiando el suelo de la iglesia desde donde se accedía y rellenando la cripta que daba acceso al túnel. 

Nos quedamos en una entrega anterior en la aparición en 1624 de un joven llamado Juan Hinojosa que logró entrar a estas galerías, y apareció detrás del altar mayor de la iglesia de Santo Domingo con la mente ida. Después vinieron más. Asegura el antropólogo y periodista William Montgomery que «cerca del fuerte de Sacsahuamán existen muchas y extrañas cavernas en dirección al fondo de la Tierra, donde altares a los dioses de las profundidades eran esculpidos en roca viva y muchos de los huesos esparcidos por allí dicen ser de los sacrificios que habían sido realizados en su interior.

(fotografía Boic Ruz Explorer/archivo ENIGMAS)
 

La salida de una de esas cavernas, la Chinkana, jamás fue encontrada –Chinkana en quechua significa «laberinto»–. Dícese que estaba unida por un enorme pasaje subterráneo hasta el Templo del Sol, en el corazón de Cuzco. Dícese firmemente y con razón, que dentro de esa caverna estuviese escondido gran parte del oro de los emperadores incas, el cual fue guardado allí para no caer en manos de los conquistadores. No obstante, la caverna es tan grande, tan complicada, con pasajes tan intrincados que el secreto jamás fue desvelado. Unos dos meses antes de mi llegada al sitio, la desaparición de tres personas importantes hizo que el prefecto del Cuzco prohibiese la entrada, y así impidió que se pudiese descubrir los secretos y tesoros de los incas para siempre». Estas advertencias no han parecido amedrentar al explorador Anselm Pi Rambla, líder de la empresa Bohic Ruz Explorer quien, según la periodista Mado Martínez, «inició en 2000 un proyecto de investigación haciendo uso de tecnología GPR –Ground Penetrating Radar–, con el fin de desentrañar el misterio de los túneles y averiguar si existe el laberinto sin necesidad de excavar. Sin embargo, las presiones internas, con los dominicos a la cabeza, la orden que siempre ha obstaculizado cualquier intento de saber la verdad, obligaron a Pi y a su equipo a abandonar las investigaciones, a pesar de los prometedores descubrimientos que habían hecho». ¿En qué consistían dichos hallazgos? ¿Hay prueba alguna de que esos túneles, y lo que puede haber en su interior, existen? «Sí, encontramos las evidencias del túnel que une el Qoricancha con Sacsahuamán en las excavaciones», asegura Pi Rambla. La cuestión es si igualmente podemos afirmar que el tesoro inca está allí. Para Anselm Pi Rambla «tenemos muchos informes, tanto de los cronistas del siglo XVI como pruebas de documentos e informes de los dominicos actuales, que avalan que el tesoro está en los laberintos de Sacsahuamán».

(fotografía Boic Ruz Explorer/archivo ENIGMAS)
 

El problema es la guerra abierta entre los exploradores y los dominicos, al punto de que incluso ha intervenido «la Contraloría General de la República del Perú. Se formó una comisión especial y decidieron clausurar las obras, lo que condujo a no poder abrir las entradas de acceso al túnel que ya estaban ubicadas». A día de hoy Pi Rambla, pese a la maldición que parece rodear el enclave, no pierde la esperanza y asegura que en breve se pondrán nuevamente en marcha. Porque el secreto permanece ahí, esperando a ser desvelado…

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