Misterios
22/03/2017 (10:11 CET) Actualizado: 22/03/2017 (10:11 CET)

El Arca Santa de Oviedo, un misterio que recubre un enigma

Expertos del Instituto del Patrimonio Histórico Español arrojan luz sobre la cubierta de plata del Arca Santa de Oviedo, pero permanece intacto el secreto del relicario de madera original

22/03/2017 (10:11 CET) Actualizado: 22/03/2017 (10:11 CET)
Cámara Santa - (c) Josep Guijarro, los32rumbos.com
Cámara Santa - (c) Josep Guijarro, los32rumbos.com

En el siglo IX, Alfonso II el Casto, mandó construir en la Catedral de Oviedo la llamada Cámara Santa. Está formada por dos capillas superpuestas y sin ningún tipo de comunicación entre ellas. La inferior es la "Cripta de Santa Leocadia" y la superior la de San Miguel; nombre que le viene dado por el hecho de estar adosada a la Torre del mismo nombre y que constituye uno de los pocos vestigios del palacio de los reyes de Asturias.

En su interior se conserva el Arca Santa, reliquia que hacía que incluso los peregrinos del camino de Santiago se desviasen de su meta para acercarse hasta Oviedo.

La leyenda afirma que provenía de Jerusalén. Era originalmente una antigua caja de madera de cedro que contenía reliquias de Jesús y de María. Las invasiones de Tierra Santa habrían obligado a su traslado a Alejandría para llegar posteriormente a España, a través de Cartagena, y más tarde a Sevilla y Toledo donde se habría construido una nueva caja para sustituir a la antigua.

Empujada por la invasión musulmana, el Arca habría sido ocultada durante 80 años en la cueva de Santo Toribio en el monte Monsacro antes de ser trasladada hasta Oviedo por Alfonso II El Casto.

El 14 de marzo de 1075, con motivo de la llegada de Alfonso VI al lugar con su corte y seis obispos, decidieron dar a conocer al mundo qué había en su interior.

Según el acta oficial había básicamente huesos de profetas, restos de la santa cruz, de la sangre, del pan de la cena, de la piedra del sepulcro, de la tierra santa, de la túnica repartida en suertes, vestidos y leche de la Virgen y otros restos de importantes personajes, desde San Pedro a María Magdalena. Pero la reliquia más importante, objeto de veneración hasta nuestros días es el Sudario de Oviedo, por su encaje con otra reliquia como es la Sábana Santa de Turín.

Ahora, el Cabildo ha encargado la restauración del Arca de plata a un equipo dirigido por la restauradora de Orfebrería del Instituto del Patrimonio Histórico Español (IPCE), María Paz Navarro y las noticias no se han hecho esperar.

Resulta que el Arca, en realidad son dos, es decir, que una recubre a otra. De la visible se sabe mucho pero de la otra se ignora casi todo. Y el objetivo del Cabildo –según informa La Nueva España- consiste en aprovechar el proceso de restauración al que será sometido el cofre de las reliquias para profundizar en la investigación no sólo del recubrimiento de plata del arca, fabricado en el año 1075, sino de la caja originaria, de madera, de la que muy pocos detalles se conocen con certeza. 

"La estructura interna es de madera y está recubierta de plata dorada. Eso es lo que se dice, pero antes de decir nada definitivo hay que estudiarlo", sostenía Paz Navarro.

Las investigaciones efectuadas hasta la fecha han solido centrarse en la cubierta de plata del arca. Los investigadores María Antonia Martínez y Daniel Rico concluyen que fue elaborada en Toledo, en un taller cristiano que intentaba emular la maestría de los artesanos de Al Andalus y del Norte de África, y que este trabajo data del siglo XI (como ya se ha dicho, otros estudiosos ya lo habían datado en 1075).

Pero el relicario cuenta con dos partes: una metálica, a la que alude el estudio ahora dado a conocer, y otra de madera, más antigua, de la que se dice que llegó de Jerusalén, de donde salió en el año 614 para salvarla de la invasión persa encabezada por Cosroes II. Unos defienden que este caja originaria está hecha de madera cedro; otros se inclinan por el roble. "No cabe duda de que el arca de madera es muy anterior al recubrimiento de plata que se hizo después", subrayó el archivero de la Catedral, Agustín Hevia Ballina,. 

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