La bandera de sangre
Se la bautizó como Blutfahne o Bandera de Sangre, era un emblema para Hitler y el partido nazi que no dudaban en tener presente en cada uno de sus mítines, actos y discursos. Descubre por qué.
El 9 de noviembre de 1923, a las doce horas y treinta minutos, dieciséis miembros del NSDAP morían frente a las balas de la Policía que trataba de contrarrestar así el llamado Putsch de Múnich, organizado por los nacionalsocialistas y simpatizantes contra la república de Weimar.
Una de las banderas nazis, roja y con la esvástica negra, que portaban los manifestantes, se manchó con la sangre de los muertos. Desde entonces, se convirtió en una reliquia sagrada para el movimiento nacionalsocialista.
Se la bautizó como Blutfahne o Bandera de Sangre. Se guardaba en la Casa Parda del NSDAP en Múnich, en un verdadero santuario en el que nunca faltaban coronas y flores en honor de los mártires del partido. La Blutfahne acompañaba siempre a Hitler en todas las ceremonias en las cuales este participaba.
Su portador oficial, encargado de permanecer en todo momento con la enseña junto a Hitler, era un miembro de la SS y de su guardia personal, Jakob Grimminger, participante también en el golpe fallido de Múnich.
La Bandera de Sangre era utilizada en las concentraciones y ceremonias para consagrar los nuevos estandartes y banderas del NSDAP o de sus organizaciones: las Secciones de Asalto, SA; o los Escalones de Protección, SS. El Fu?hrer sujetaba con una mano la Blutfahne y con la otra los estandartes nuevos, permaneciendo un instante en esa actitud. Una nueva exhibición de sus poderes de médium que manifestaba la fuerza de los Dioses Oscuros.
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