Misterios
18/10/2018 (16:01 CET) Actualizado: 18/10/2018 (16:01 CET)

Las perversiones de la religión

En el contexto del Islam, al igual que sucede en el ámbito cristiano, existen casos dramáticos de timo, estafa y perturbadoras prácticas por parte de sus representantes. Aquí algunas historias reales del lado más perverso de las religiones, un dato más que las iguala...

18/10/2018 (16:01 CET) Actualizado: 18/10/2018 (16:01 CET)
Las perversiones de la religión
Las perversiones de la religión

Exactamente igual que ocurre en el cristianismo, la certeza en las posesiones y los exorcismos  en el Islam tiene su «cara B». Miserables estafadores que se aprovechan de dicha creencia para abusar de los creyentes atormentados por la idea de estar poseídos. Y, como ocurre con el cristianismo, la lista de estafas, abusos sexuales y fraudes cometidos por supuestos exorcistas musulmanes, no tiene nada que envidiar a la que se produce en los ámbitos católico y protestante.

En 2017, el famoso exorcista católico Padre José Luis Portela era condenado a pena de cárcel por abusos sexuales a una de sus feligresas durante un exorcismo. De la misma forma, en abril de 2018 el influyente imam Komar Uddin, autor de infinidad de exorcismos en mezquitas británicas desde 2006, era detenido por los abusos reincidentes a una joven de 19 años, que había acudido a la mezquita buscando la ayuda del imam para expulsar a sus demonios.

Tras publicarse en los medios británicos la noticia de la detención de Uddin, han aparecido nuevas víctimas. Lo mismo que ocurrió con el sacerdote Portela, que ahora se enfrenta a una excomunión del Vaticano. Pero en el contexto del Islam, al igual que sucede en el ámbito cristiano, existen abundantes casos aun más dramáticos. Exorcismos que terminaron con la muerte del supuesto poseído.

Así, casos tan famosos en la crónica negra española como el exorcismo homicida de Rosi Gonzálvez, en Almansa; el de Encarnación Guardia, en Granada; o el de Álvaro Bustos, tienen sus equivalente en la crónica negra de los exorcismos musulmanes.

En octubre de 2009, la joven Layla Hachichi, de 18 años, fallecía durante el exorcismo realizado por un imam marroquí que pretendía sanarla de la influencia de los jinns. En agosto de 2004, Latifa Hachmi, de 23 años, moría en Bruselas (Bélgica) tras una tortura similar a la sufrida por Encarnación Guardia, a manos de dos exorcistas musulmanes: el jeque Abdelkrim Aznagui y su «discípulo» Xavier Meert.

Pero si hay un caso que nos ha tocado de cerca es la historia de Ikram Benhaddi, inmigrante marroquí afincada en Zaragoza y condenada a 18 años de prisión –en febrero de 2017– por haber asesinado a dos de sus hijos, Riham y Marwa, mientras intentaba expulsar a los jinns que, según estaba convencida, habían poseído a las pequeñas.

En el fondo, independientemente del contexto religioso en que se manifiesten los fenómenos a los que nos hemos referido, estos casos nos demuestran que somos mucho más parecidos de lo que creemos. Y que nos enfrentamos a los mismos demonios aunque los llamemos con nombres diferentes.

Demonios que, las más de las veces, solo están en nuestra imaginación.

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