Misterios
30/10/2019 (13:00 CET) Actualizado: 30/10/2019 (13:17 CET)

Milagros médicos

¿Qué son los milagros médicos? Pues curaciones en el entorno hospitalario que los médicos no pueden explicar. Se trata de curaciones para las que la medicina aún no tiene respuesta en situaciones en las que el paciente tiene una experiencia cercana a la muerte.

30/10/2019 (13:00 CET) Actualizado: 30/10/2019 (13:17 CET)
Milagros médicos en experiencias cercanas a la muerte
Milagros médicos en experiencias cercanas a la muerte

El doctor Miguel Ángel Pertierra es una eminencia. Hombre de ciencia, tras décadas ejerciendo su trabajo, ha llegado a la conclusión de que los «milagros médicos» se producen. No son placebos; es como si el cuerpo del paciente cobrase una «vida» independiente y empezase a hacer el trabajo que la medicina convencional no puede realizar. Hace años publicó un libro, fruto de décadas recopilando casos que rompen en mi pedazos lo que dicta la razón; la razón médica. Milagros médicos es el título, y en él asegura el doctor que «desde nuestros ancestros ha habido curaciones que hoy en día no podemos explicar, aunque en las culturas de tiempos remotos, si bien no existía una medicina como la que conocemos ahora, sí había un concepto de lo mágico y seguro que curaciones que ahora son del todo explicables en aquella época no lo eran».

Si la sanación se produce en un entorno aséptico, donde las creencias personales no tienen cabida y sí el método científico, la cosa cambia. Porque a decir del doctor Pertierra esto ha ocurrido, con casos vividos en primera persona: «Este caso es muy especial, debido a que confluyeron una serie de elementos que por mucho que he investigado sólo puedo considerar milagros inexplicados, y no sólo yo, sino también otros muchos colegas. Se trata de un hombre de mediana edad al que se le diagnostica un tumor cervical que está pegado a la principal arteria del cuello, la carótida. Es más, está en contacto con un ovillo nervioso que controla entre otras cosas la frecuencia cardíaca y la tensión arterial, y que se llama glomus carotídeo. Se acudió al llamado Comité Oncológico, del cual fui partícipe ese día, y éste decidió realizar un tratamiento paliativo con radioterapia, debido a que el tumor era inoperable, ya que por la zona que ocupaba no podía quitarse con éxito. Es más, el fin de la radioterapia era, más que curativo, aumentar la calidad y algo de la cantidad de vida del paciente. El pronóstico unánime era que no detendría el avance inexorable de la masa tumoral maligna, que de forma segura llevaría al paciente al óbito o fallecimiento.

Tras aplicarle la radioterapia en el mismo centro hospitalario, pasó a una habitación de la planta de la especialidad de otorrinolaringología, donde, de sufrir el proceso catastrófico esperado, tendría el mejor tratamiento médico o, si precisaba, quirúrgico posibles. En una de esas largas y prolongadas guardias que he tenido la ocasión de vivir durante el ejercicio de mi profesión, este paciente presentó, por la tarde, una de sus esperadas y múltiples paradas cardíacas». Durante una de éstas al parecer sufrió lo que el doctor interpretó como una «Experiencia Cercana a la Muerte», en la que, al enfermo, «un hermano ya fallecido le había vaticinado que el tumor que sufría se iba a curar, en contra de todo pronóstico y valoración médicos.

«En futuras generaciones tendrá gran importancia el poder de la fe, el poder de los rezos, o el convencimiento humano, sin religión concomitante, de que podemos curarnos o nos vamos a curar»

Pasaron los días, y en contra del criterio que decía que la radioterapia que se estaba aplicando a este paciente sólo era paliativa, el tumor empezó a reducirse de tamaño y a “alejarse” aunque fuera unos milímetros de la zona de inoperabilidad, hasta llegar a un punto en que se decidió realizar una cirugía, muy arriesgada pero factible.

Médicamente tendríamos que englobar el caso en el grupo de esas curaciones inexplicadas que a veces se te cruzan en el desarrollo de la profesión médica, en las que el resultado final no es para nada el esperado, aunque en este caso sí muy satisfactorio: ¡la curación total!».¿Milagro? Desconocemos si lo es per se, pero sin duda alguna pocos pueden vivir una experiencia cercana a la muerte de este calibre y concluirla mejor que cuando la empezó...

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