No voy a negar que siempre he sentido una envidia de la existencia de un mundo espiritual al que esa energía, que ni se crea ni se destruye, va a parar llegado el momento…
Del mismo modo, aunque estas personas me generen todo tipo de dudas, tampoco voy a negar que cuando uno lleva tantos años metido en estos berenjenales se ve de todo; y a veces dentro de ese todo hay gente sorprendente que aviva la llama de la esperanza en que más allá de esta vida haya algo.
El problema llega en el momento en el que convertimos esa posibilidad en un negocio más y además la revestimos de cierta oscuridad, porque parece que, de este modo, el morbo, el miedo, hace que se venda más, que se capte más la atención de quienes se acercan a este asunto.
Sea como fuere y lejos de cualquier sentimiento religioso, yo sí creo que algo hay; algo exógeno que a veces interactúa con estas personas «especiales», lo llamemos espíritu, alma, fantasma o de cualquier otra manera.
Un ejemplo: hace unas semanas y dentro de las actividades que realizamos en www. rutasmisterio.es, un grupo de viajeros hemos regresado de Escocia.
Es una obviedad decir que el país de las Highlands es célebre, aparte de por su vaca peluda o por William Wallace, también porque aquí todo castillo, palacio o cementerio está encantado. De lo contrario bajaría su categoría. Y es cierto que, más allá de la farándula turística, hay enclaves en los que la respiración se corta y eso, sea lo que sea, se manifiesta.
Lo pudimos comprobar en uno de los cementerios más célebres de Edimburgo, en cuyo interior, además, hay una prisión en la que murieron miles de personas. Y allí, cuando la tarde se hacía noche, varios aparatos captaron voces que invitaban a salir.
Incluso, unos escoceses que nos acompañaban, afirmaron que el acento de dichas inclusiones era propio del lugar. Fue una, una de tantas. O una más, como queramos verlo, que invita a pensar que quizás, y sólo quizás, debamos dejar a un lado la cerrazón racional para buscar respuesta, experimentar, determinar por qué y quién, para acabar llegando al dónde, que sin duda es el lugar cuya existencia todos queremos confirmar…
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