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07/04/2017 (10:12 CET) Actualizado: 07/04/2017 (10:22 CET)

TORRE SALVANA, "EL CASTILLO DEL DIABLO"

07/04/2017 (10:12 CET) Actualizado: 07/04/2017 (10:22 CET)
TORRE SALVANA, "EL CASTILLO DEL DIABLO"
TORRE SALVANA, "EL CASTILLO DEL DIABLO"

Los habitantes de la localidad barcelonesa de Santa Coloma de Cervelló son apenas 8.000. Los nacidos allí tienen a la Torre Salvana como un elemento muy ligado a su infancia y a sus recuerdos. Para muchos es el primer nido de amor furtivo. Para otros es un pozo de leyendas medievales donde las batallas fueron tan cruentas como muestran las paredes de la propia edificación.

Desde hace décadas, las leyendas sobre los fantasmas del castillo y sus inmediaciones son contadas en voz baja no sólo por los que allí viven, sino por vecinos de otros pueblos de la comarca del Baix Llobregat, que, atraídos por el amor o la curiosidad del más allá, se atreven a visitarlo. Incluso algún aficionado a la historia que hacía ruta de observación por el edificio se ha encontrado con fenómenos de difícil explicación.

Muchos visitantes furtivos han salido huyendo de allí durante décadas, cuando inspeccionaban el lugar o aparcaban sus coches cerca de sus murallas. El motivo, algo tan irracional como creer estar oyendo una estruendosa contienda de espadas, mosquetes, fusiles y cañones.

En menos ocasiones, las escenas sonoras se tornaban visibles para los boquiabiertos y atemorizados visitantes nocturnos, que afirmaban después haber visto a soldados ataviados con prendas antiguas. También han sido avistados los supuestos fantasmas de dos doncellas hermosas, vestidas una de rosa y la otra de azul, que dan un paseo alrededor de la torre seguidas de la figura de una anciana. Y, quedándonos con la figura de la mujer mayor, nos encontramos con un supuesto "espectro" que interacciona con los que se topan en su camino. En ocasiones aparece sola, como agitada, viste ropa oscura y un delantal o mandil similar a la lana, llevando un pañuelo gris para recoger el cabello.

Tiene el rostro como el de una persona muy asustada. Es sigilosa y acostumbraba –según los relatos de cuando se podía llegar en automóvil a la muralla– a golpear la puerta pidiendo "socorro" y preguntando por sus niñas. Más de uno creyó, al no conocer la leyenda local, estar ante una anciana a la que le había pasado algo y, al intentar abrir la puerta del vehículo y ayudarla, se encontró con que la mujer sólo tenía cuerpo hasta las rodillas. Aunque el resto parecía muy real. Y los testigos añadían que, de repente, como presa por algo que parecía ver únicamente ella, echaba a correr hacia la puerta de la fortaleza, perdiéndose en su interior… ¡atravesando la puerta como si nada!

Son muchas las parejas que cuentan la misma historia, lo que da que pensar que se trata de algo más que un fenómeno sujeto a la sugestión o de una mera tradición de pueblo. Otra curiosidad de Torre Salvana es que el lugar deja ver a sus "espectros" y hace notar sus fenómenos inusuales fuera del propio recinto amurallado: en el exterior. A tal punto llega su influencia. La deducción de los investigadores locales es que posiblemente, en otro tiempo, hubo una segunda muralla. De hecho, hay restos de lo que parece ser la misma.

Lo anteriormente narrado es una parte de la historia real de Torre Salvana que, volviendo la vista atrás, saqué a la luz a principios de los noventa junto a mi hermana Marisol Roldán. Hace unos pocos años el caso cruzó el umbral de lo desconocido tomando un giro de 180 grados y ocurrió justamente cuando supuestos investigadores comenzaron a peregrinar hasta el enclave en busca de un subidón de adrenalina, importándoles bien poco el caso en sí e inventándose situaciones y hechos nunca registrados en la zona.

Es entonces cuando el "diablo", sin comerlo ni beberlo, engrosa su patrimonio con otra nueva posesión al ponerle el sobrenombre, como en el caso del monasterio anterior, de "el Castillo del diablo". Curiosamente, al menos en el caso aún sin contaminar, ningún testimonio habló del adversario de Dios ni de nada parecido y sí de múltiples hechos anómalos y encuentros con lo insólito, aunque sin pátina diabólica alguna. Todavía hoy he podido recoger, grabadora en mano, testimonios de personas que dicen haber tenido alguna vivencia insólita en las entrañas de la fortaleza.

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