Creencias
27/08/2015 (10:26 CET) Actualizado: 27/08/2015 (10:26 CET)

BIOLUMINISCENCIA: LOS PORQUÉS DE LOS HALOS

Mientras que el fenómeno de la bioluminiscencia resulta connatural a una importante variedad de organismos vivos, principalmente marinos, en los seres humanos es algo extremadamente inusual. No obstante, en el pasado se han recogido numerosos testimonios de anomalías lumínicas que afectaban a místicos y a otras personas reputadas por su santidad, aunque también a ciertos enfermos. La periodista y escritora Isabela Herranz reflexiona con brillantez sobre éste y otros desconcertantes prodigios en «Magos, médiums y santos» (Arcopress, 2015), libro excelentemente documentado del que les ofrecemos el siguiente extracto.Por Isabela Herranz

27/08/2015 (10:26 CET) Actualizado: 27/08/2015 (10:26 CET)
BIOLUMINISCENCIA: LOS PORQUÉS DE LOS HALOS
BIOLUMINISCENCIA: LOS PORQUÉS DE LOS HALOS

En la literatura médica son conocidos los «halos neuropáticos» en las cabezas y manos de dos enfermas, descritos por el neurólogo francés Charles Féré en los Annales des Sciences Psychiques (1905). Al parecer, una de las pacientes tenía antecedentes familiares de neuro-artritis y síntomas histéricos, mientras que la otra sufría fuertes dolores de cabeza. Féré observó en ambas pacientes unas emanaciones de color anaranjado que llegaron a durar un par de horas. También los médicos George M. Gould y Walter L. Pyle, autores de Anomalies and Curiosities of Medicine (1933) describieron algunos casos en los que observaron sudoración luminosa; dos casos de tsis en que las cabezas de las víctimas estaban rodeadas por luces fosforescentes y también un enfermo de psoriasis, que estuvo envuelto en un aura luminosa durante varios días. Además, describieron dos casos de aliento luminoso procedente de las bocas de pacientes poco antes de su muerte.
De hecho, este tipo de fenómenos luminosos se ha observado más de una vez en moribundos. En The Physical Phenomena of Spiritualism (1907), Hereward Carrington cuenta el caso de un niño que murió de indigestión aguda tras haber comido una gran cantidad de avellanas. Varias horas después, un grupo de vecinos, mientras preparaban el sudario, descubrieron que el cuerpo estaba envuelto en un resplandor azulado que irradiaba calor. Los esfuerzos para extinguir el resplandor fueron infructuosos, pero este terminó por desaparecer. El cuerpo no sufrió quemaduras, pero sí la sábana donde había yacido el cadáver.
Otro caso muy distinto, pero tan sorprendente como los anteriores fue protagonizado por la asmática Anna Monaro, que se convirtió en una celebridad en los círculos médicos en 1934. En varias ocasiones durante la noche, mientras dormía, de su pecho emanaba un resplandor azulado y parpadeante que permanecía visible unos segundos. Durante las emanaciones, su respiración y latidos cardiacos se aceleraban y a continuación transpiraba copiosamente. El fenómeno duró unas semanas y pudo ser observado por médicos y científicos en un hospital de Pirano (Italia). Al principio, tanto la enferma como los facultativos que la reconocieron fueron acusados de engaño, pero informes posteriores y también filmaciones demostraron que se trataba de un fenómeno auténtico.

TEORÍAS POLÉMICAS
Al respecto, el psiquiatra Carlos Saiz explicó que podría haber sido causado por la radiación electromagnética de ciertas sustancias en el cuerpo de la paciente como esteroles en la piel. Por su parte, el doctor Protti, de la Universidad de Padua, señaló que la paciente había ayunado durante la Cuaresma que había precedido a su hospitalización y que eso podría haber causado una producción excesiva de sulfuros (compuestos de azufre y otros elementos). Dichos sulfuros habrían empezado a brillar a causa de la radiación ultravioleta de la sangre. La teoría de Protti fue muy discutida y finalmente se rebatió con el argumento de que las emanaciones de luz solo se observaban en el pecho de la enferma y que los sulfuros tendrían que haber estado repartidos en todo el cuerpo… (Continúa en AÑO/CERO 302).

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