Creencias
24/09/2010 (07:55 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

La leyenda del Camino Francés

El Camino de Santiago es más que un simple camino. Desde todos los confines de Europa, cientos de rutas se dirigen hacia Francia, para, en cuatro grandes itinerarios que, partiendo de París, Vèzelay, Le Puy y Arles, se dirigen hacia el sur, a los Pirineos occidentales, para, los tres primeros, confluir en la ciudad de Ostabat (Aquitania), y, ya en tierras hispanas, reunirse los cuatro senderos en Puente la Reina (Navarra). Y a partir de allí, seguir juntos hacia Compostela, en Galicia; ciudad calificada por Goethe como: "la calle mayor de Europa".

24/09/2010 (07:55 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
La leyenda del Camino Francés
La leyenda del Camino Francés
El camino de las mil sendas se convierte, por tanto, al atravesar los Pirineos por Roncesvalles o Canfranc, en una ruta que, durante diez siglos, ha sido el cauce en el que millones de personas, cada una con sus creencias, ideas e idiomas, se han reconocido como algo más que habitantes distintos y distantes del mismo continente. El mismo Goethe describió el modo en que se gestó la unidad desde la diversidad, cuando afirmó: "Europa se ha construido caminando hacia Santiago".

Las peregrinaciones a Santiago arrancan en los primeros años del siglo XI, aunque ya en el 950 un obispo de Le Puy había efectuado una primera peregrinación a la tumba del Apóstol. Y lo que resulta evidente es que, desde el primer momento, comienzan a amalgamarse en torno al Camino las tradiciones simbólicas más diversas, desde las célticas a las cristianas en cualquiera de sus vertientes o, incluso, las mágico-esotéricas. Al superponerse todas, la ruta se convierte en una senda sincrética, híbrida, crisol en el que motivaciones variopintas y peregrinos de mil orígenes y creencias van cristalizando en un sutil mestizaje cultural, única unidad posible en una Europa que asistía al lento emerger de los futuros estados.

La peregrinación jacobea rompe los moldes de cualquier otra manifestación religiosa de sentido parecido. Mientras Jerusalén, Roma o La Meca, por poner varios ejemplos, son lugares a los que los hombres acuden en busca de algo que conocen, los peregrinos que caminan hacia Santiago van al encuentro de algo que no saben muy bien lo que es. Se hace el Camino por mil razones y cualquiera es válida, pero todos los peregrinos esperan, a su llegada, las respuestas a las mil y una preguntas que se han hecho en el transcurso del viaje.

Para facilitar los desplazamientos hacia Galicia, se recuperaron las antiguas calzadas romanas, a través de las cuales les sería mucho más fácil el desarrollo de las peregrinaciones a Compostela. La Guía del Peregrino Medieval, mejor conocida como Codex Calixtinus, escrita en 1139, en tiempos del pontífice Inocencio II, se considera el punto de referencia primordial.

El alma del peregrino, a diferencia de los defectos y vicios humanos, era transparente; ese espíritu limpio fue recorriendo pueblos y aldeas, salvando cursos de agua, alojándose en albergues, consultando hospitales y hablando con las gentes de bien; encima, sobre la cabeza del peregrino, por las noches, un cielo estrellado que le iba indicando la dirección a poniente, a Compostela, donde le esperaba la tumba del Apóstol…
(Continúa la información en ENIGMAS 178).

Jesús Ávila Granados
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