Creencias
17/10/2018 (11:38 CET) Actualizado: 01/07/2019 (17:09 CET)

Médicos contra poseídos, una lucha inexplicable

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17/10/2018 (11:38 CET) Actualizado: 01/07/2019 (17:09 CET)
Médicos contra poseídos, una lucha inexplicable
Médicos contra poseídos, una lucha inexplicable

Gracias a la invitación de Juan José Sánchez-Oro, quien esto escribe tuvo la oportunidad de asistir a una reunión en la Universidad Complutense de Madrid organizada en noviembre de 2016. Un grupo de estudiantes de religiones comparadas integraban una serie de mesas de trabajo en las que investigadores invitados compartían con los estudiantes universitarios sus descubrimientos.

Éramos poco más de una docena en la sala. Y en esta ocasión le tocaba turno a una conferencia realmente insólita. Alejandra M. G., médico rural destinada en el servicio de urgencias en la localidad de Sotillo de la Grada (Ávila), en el que hay una comunidad musulmana importante, inició su charla con una declaración inaudita: «Yo no decidí estudiar antropología. La estudié por necesidad. Fue la herramienta que me permitió entender casos que no entendía».

Como médico, Alejandra había tratado a numerosos inmigrantes magrebíes, la mayoría de religión musulmana, muchos de los cuales llegaron a España en patera, sin dinero, sin recursos, sin más propiedades que sus creencias religiosas y sus esperanzas de encontrar en Europa un futuro al que no podían aspirar en África.

Y entre esas creencias destacan los jinns o genios de los que habla el Corán. Igual que la Biblia describe los números, potestades, dominaciones, querubines, virtudes y demás seres no humanos, como los ángeles y los demonios, a medio camino entre Dios y los humanos, el Corán describe a los jinns, seres creados a partir del fuego que pueblan las supersiciones musulmanas, y que según la tradición islámica pueden llegar a poseer a los humanos.

Según nos relató Alejandra, el caso que la hizo descubrir la componente mágica en la enfermedad de sus pacientes musulmanes, y al que se refiere como «Paciente 0», es un joven de unos 15 ó 16 años que llegó inconsciente al servicio de urgencias de su centro médico…

«El padre me trajo al niño inconsciente –explica la médico–. Me lo dejó en la camilla y le tomamos el pulso, la temperatura, los signos vitales, y el chico seguía inconsciente. Como no era capaz de recuperarlo, llamamos a la ambulancia para trasladarlo al hospital Sonsoles, en Ávila».

Según Alejandra, el niño no presentaba signos externos ni internos que pudiesen determinar su patología:

«Pero había cosas que yo no acababa de entender. El paciente estaba relajado, las pupilas normocoloreadas, buena tensión, un electro normal… no había signos de epilepsia… Era un paciente normal, pero que estaba inconsciente. Y cuando llegó la UCI móvil para trasladarlo, resulta que la médico que venía ya conocía al muchacho, y me dijo: 'Hombre, si es Mohamed… Tranquila, es un síndrome conversivo».

El síndrome conversivo o trastorno de conversión es una afección mental por la cual una persona presenta ceguera, parálisis u otros síntomas del sistema nervioso que no pueden explicarse mediante una valoración médica. «Algo que me llamó la atención –continúa Alejandra– es que la madre, todo el tiempo, colocaba en la mano del chico, que estaba en estado hipotónico, un manojo de llaves. Esas llaves fueron las que me hicieron buscar el modelo antropológico de la enfermedad…».

Este y otros casos parecidos fueron la razón de que Alejandra decidiera estudiar antropología, al objeto de buscar en el pensamiento mágico, en la creencia en los jinns, una forma de ayudar a sus pacientes.

«Los jinns causan enfermedades y dolencias en todos los pacientes musulmanes, y esto es lo mas importante para mí. De hecho, mi tesis doctoral va por ahí. Esa creencia es la que produce el síndrome conversivo. El paciente que se cree poseído por un jinn, es incapaz de articular palabra. Tú lo auscultas, ves que tiene la laringe normal, pero él no puede hablar».

A partir del «Paciente 0», Alejandra comenzó a estudiar el mundo de los jinns. Consultó a imames, visitó mezquitas, estudió el Corán. «Cuando el paciente tiene sangre, la familia se aparta, incluso prefiere esperar fuera del centro de salud… porque el jinn come sangre», me ilustra la médico.

Para combatir la posesión de los jinns, los musulmanes acuden a sus exorcistas. Y a la Ruqyah, la medicina profética o tibb al nabawi, un compendio de oraciones, fórmulas y ritos, que no difieren mucho del Ritual Romano católico para los exorcismos. «Muchos pacientes llegaban a mí con un olor penetrante, era porque se hacían fricciones con habba sawda, un aceite que, según la medicina profética, ayuda a espantar a los jinns».

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