Ciencia
15/01/2019 (11:57 CET) Actualizado: 06/06/2019 (11:11 CET)

40 años de Escalofrío

En 1978 se estrenaba Escalofrío, una producción española de serie B que se convertiría en una auténtica película de terror de culto en países como Italia, gracias la aparición estelar del doctor Fernando Jiménez del Oso.

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40 años de Escalofrío
40 años de Escalofrío

Producida por Juan Piquer Simón (1935-2011) y dirigida y guionizada por Calos Puerto (1942-), Escalofrío –con el subtítulo internacional de Satan's Bloodtraslada a la gran pantalla la pretendida cotidianidad del submundo de las sectas satánicas y sus prácticas orgiásticas. Su argumento relata el extraño encuentro entre una pareja de enamorados, Andrés (Jose María Guillén) y Ana (Mariana Karr), y unos desconocidos –Bruno (Ángel Aranda) y Berta (Sandra Alberti)– que se les presentan como amigos de la infancia.

Con el pretexto de pasar el día en una casa de campo, Ana y Andrés son conducidos hasta una siniestra mansión donde, tras una sesión de ouija, serán introducidos en prácticas brujeriles que desembocarán en una horrenda orgía en la que sexo y sangre se mezclan con tintes satánicos.

Respondiendo a la demanda de la época, donde la sociedad española iniciaba su apertura democrática – después de casi 40 años de dictadura tras la muerte de Franco en 1975–, la trama de Escalofrío hilvanaba sobradas escenas "subidas de tono" para insertarse dentro del género de cine S o de "destape".

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Paradójicamente, la intervención del doctor Fernando Jiménez del Oso (1941-2005) en la cinta no estaba prevista en el proyecto inicial, sino que respondía a una necesidad técnica: finalizado el rodaje, la película no alcanzaba un metraje suficiente, por lo que su productor, Juan Piquer decidió incluir unas escenas adicionales.

Consideró entonces que, para otorgarle una pátina de credibilidad al film que facilitara su exportación a nivel internacional, sería una buena idea incluir un rostro tan conocido y asociado a los temas de misterio como era el de Fernando Jiménez del Oso, que entonces dirigía y presentaba el programa Más Allá.

Por aquellas mismas fechas, su semblante, familiar para el gran público, era portada en el semanario Teleprograma –la revista española más vendida, con casi un millón y medio de ejemplares–, lo que significaba la mejor campaña de promoción para una película de bajo presupuesto como era Escalofrío.

Fue precisamente esta improvisada aparición de Jiménez del Oso en la primera escena la que otorgaría a la cinta su auténtico carácter de película de culto. En Italia, donde la distribución del film cosecharía un éxito aún mucho mayor que en España, la caratula de la edición en VHS incluiría la sempiterna imagen del entonces icono televisivo de los temas de misterio, con su barba y características ojeras.

¿UNA PELÍCULA MALDITA?
Como en tantas otras películas del género –El Exorcista (1973) o Poltergeist (1982)–, corrió el rumor de que durante el rodaje de Escalofrío –que tuvo lugar desde diciembre hasta principios de enero de 1978– se desencadenaron fenómenos extraños.

Aunque Carlos Puerto ha desmentido que ocurriera nada paranormal –salvo un ambiente de tensión constante entre la producción y el reparto de actores– y que incluso se bromeaba con esta posibilidad; la actriz Sandra Alberti comenta que, finalizado el rodaje, la llamaron en varias ocasiones comunicándole, tal vez como objeto de una broma, que dos miembros del equipo de rodaje habían fallecido repentinamente y que había incertidumbre por saber quién sería el –o la– siguiente…

Fue la desinteresada intervención de Jiménez del Oso, que no exigió ningún caché por su colaboración, la que catapultó esta producción de bajo presupuesto para convertirse en un éxito internacional. Aunque, tal y como reconocería luego en varias entrevistas, Escalofrío no estaría entre sus películas de terror favoritas.

Sin embargo, de esta "película maldita" germinaría la posterior colaboración de Carlos Puerto como realizador de la serie En busca del misterio (1989), que trasladaría a Jiménez del Oso y su equipo por varios países de Latinoamérica, protagonizando situaciones límite como la participación en un ritual de consumo de ayahuasca en una secta brasileña. Aunque ésa, a diferencia de Escalofrío, es otra historia auténtica… y de terror.

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