Historia
22/02/2022 (12:30 CET) Actualizado: 22/02/2022 (15:21 CET)

Magia y demonios en Mesopotamia

En Mesopotamia, la vida después de la muerte se entendía como un viaje hacia el inframundo, considerado un lugar nefasto, lúgubre y vil plagado de seres infernales. En su último libro, "Muerte y religión en el mundo antiguo" (Luciérnaga, 2020) –obra de la que extractamos el siguiente artículo–, el historiador Javier Martínez-Pinna profundiza en el contacto con el Más Allá en la sociedad mesopotámica

22/02/2022 (12:30 CET) Actualizado: 22/02/2022 (15:21 CET)
Magia y demonios en Mesopotamia (Fuente: Wikipedia)
Magia y demonios en Mesopotamia (Fuente: Wikipedia)

El análisis del material arqueológico, como el descubierto en el Cementerio Real de Ur, nos permite corroborar la creencia de que el destino del alma no era el mismo para todos. Este yacimiento, situado al sureste del gran Zigurat de Ur, fue excavado entre 1922 y 1934 por Leonard Woolley, en asociación con el Museo Británico y el Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pensilvania. Tras la finalización de los trabajos de investigación, se catalogaron unos 1.850 enterramientos situados en uno de los sectores más privilegiados de este enclave de la actual provincia iraquí de Dhi Qar. Las tumbas fueron utilizadas durante un largo periodo de tiempo, entre el 2650 y el 2050 a. C.

Cementerio real de Ur
Excavaciones en el cementerio Real de Ur (Fuente: Wikipedia)

Una buena parte de las tumbas encontradas constan de pequeñas cámaras a las que se accedía por un pasillo inclinado (dromos). Algunas son más complejas, con varias estancias o habitaciones por las que se distribuyen los ajuares funerarios. Entre las peculiaridades presentes en las tumbas reales de Ur, encontramos la evidencia de sacrificios humanos y animales, similares a los documentados en Egipto durante las primeras dinastías. En tumbas como la de la princesa Puabi aparecieron 70 individuos sacrificados (posiblemente narcotizados antes de morir y ser enterrados), lo que parece indicar la creencia de que el fallecido requeriría de los mismos cuidados que tuvo en vida, pero a partir de ahora en el otro mundo. Entre todas estas tumbas destacan algunas (unas 16) por sus dimensiones, pero sobre todo por la calidad de los objetos encontrados en su interior, lo que ha llevado a considerarlas lugar de reposo de los reyes sumerios de la I Dinastía de Ur, como Meskalamdug, Shulgi y Amar-Sin.

En estas tumbas de gran riqueza, los fallecidos fueron enterrados en simples ataúdes hechos con materiales no suntuosos, como madera, mimbre o arcilla. Incluso llegaron a ser envueltos con una sencilla estera, pero junto a ellos apareció un gran ajuar formado por piezas de gran valor, realizadas con oro, plata, lapislázuli y conchas. Entre las más representativas se encuentra una estatua datada a mediados del III milenio antes de nuestra era, en la que aparecen dos carneros apoyados sobre un árbol, todo con bella manufactura, pero sobre todo destaca el conocido como estandarte de Ur, realizado con conchas, cornalina y lapislázuli, que fue sometido a un riguroso proceso de reconstrucción por estar totalmente deteriorado en el momento de su aparición.

Estandarte de Ur
Estandarte de Ur (Fuente: Wikipedia)

Al parecer, el estandarte no fue más que una caja de resonancia de algún tipo de instrumento musical, aunque no podemos asegurarlo. En él se distinguen dos caras, la de la paz y la de la guerra; la primera con la representación de un banquete y la segunda de una batalla. Igual atención merece el casco de Meskalamdug, encontrado en la tumba PG 1054. Existen muchas dudas a la hora de conocer la identidad de este personaje, pero generalmente se le considera el padre de Mesannepada, fundador de la primera dinastía sumeria, que logró derrotar al rey de Kish e incluso al mítico Gilgamesh. Meskalamdug fue hallado en un sencillo ataúd de madera, acompañado de una gran cantidad de armas, entre ellas una daga y un fabuloso casco realizado en oro.

Por lo que hemos visto, podemos deducir que el monarca y su familia seguirían disfrutando de un tipo de vida similar a la terrenal en el más allá. La presencia de instrumentos musicales, armas e incluso concubinas nos indica que podría seguir gozando de ciertos placeres eróticos, banquetes y cantos, mientras que para el resto de los mortales su destino no era tan halagüeño, al menos en un principio. La sofisticación de las piezas que formaban parte de algunos ajuares funerarios y la riqueza de algunas de sus tumbas ha llevado a los arqueólogos a proponer un nuevo punto de vista en lo que concierne a la visión que los sumerios tenían del mundo del más allá. La complejidad de sus rituales y la presencia de sacrificios humanos fue el argumento esgrimido para encontrar posibles similitudes entre el mundo mesopotámico y el egipcio pero, desafortunadamente, la escasez del registro arqueológico de naturaleza funeraria hace que sea imposible establecer su evolución y, aún menos, equipar los rituales mesopotámicos con los que nos encontramos en el Egipto dinástico.

Casco de Meskalamdug
Casco de Meskalamdug (Fuente: Wikipedia)

En el mundo acadio se desarrollaron desde fechas muy tempranas unas técnicas con las que se pretendía adivinar los hechos futuros para mejorar la vida del ser humano. Como vimos, el pensamiento religioso sumerio centró su atención en el desarrollo de la mitología y la comprensión de sus dioses, mientras que el acadio se mostró más preocupado por el ser humano y sus problemas diarios: la enfermedad, la supervivencia en un mundo hostil, la protección contra seres infernales y, sobre todo, la muerte.

La religión babilónica destacó por el desarrollo de la magia, utilizada para combatir a los demonios

COMUNICACIÓN CON LOS DIOSES

La mántica (o arte de la adivinación) se desarrolló especialmente en Babilonia, al considerar la creación como algo descifrable, por lo que el sacerdote trataba de establecer una comunicación directa con unos dioses que nunca podían mentir cuando daban una respuesta, aunque, en demasiadas ocasiones, se decantaban por permanecer en silencio y, más habitualmente, por dar respuestas ambiguas, lacónicas y de muy difícil interpretación.

Los adivinos babilonios también se valieron de la astrología y de la interpretación de los sueños como técnicas para predecir el futuro

Para obtener presagios, los adivinos aplicaban criterios establecidos después de muchos siglos de investigación, sobre todo mediante la observación de las vísceras de los animales sacrificados. El hígado, los pulmones y los riñones, entre otros, se analizaban con detenimiento –tanto su color como su tamaño–, debido al convencimiento de que a partir de ellos se podía intuir la voluntad de los dioses. A esta técnica se le ha atribuido un origen paleolítico y relacionado con la existencia de grupos tribales cazadores-recolectores. Los adivinos babilonios también se valieron de la astrología y de la oniromancia o interpretación de los sueños como técnicas para predecir lo que aún no había ocurrido. De igual forma, se conseguían presagios observando el comportamiento de los animales, el vuelo de las aves o el movimiento de las serpientes y, por supuesto, mediante los oráculos, muy habituales en Babilonia y en toda Caldea.

Los presagios no siempre eran positivos para aquellos que deseaban conocer el futuro, pero al menos tenían la posibilidad de acudir a la magia para evitar su cumplimiento o lograr que recayeran sobre otros. La religión babilónica destacó por el desarrollo de la magia. Su uso estaba pensado para combatir a los demonios, unos seres repulsivos, de aspecto animal, crueles e insensibles a las desgracias y plegarias humanas.

 

ESPÍRITUS INFERNALES

Tal y como leemos en las tablillas encontradas en las bibliotecas de Babilonia, estos seres malignos solían dejarse ver durante la noche por las aldeas y ciudades de la región, provocando el pánico entre sus habitantes. Los magos también tenían la facultad de luchar contra los encantadores de ambos sexos, los espíritus de los difuntos y los fantasmas. Lamashtu, hija de An, era un demonio femenino sumamente temido, ya que, al ser infecunda, se solía cebar con los niños y sus madres.

Lamashtu se alimentaba de niños lactantes a los que raptaba mientras sus madres dormían para comerse su carne y beberse su sangre

Placa de bronce con relieves apotropaicos contra Lamashtu
Placa de bronce con relieves apotropaicos contra Lamashtu (Fuente: Wikipedia)

Según la mitología mesopotámica, Lamashtu se alimentaba de niños lactantes a los que raptaba mientras sus madres dormían para comerse su carne y beberse su sangre. De igual modo se la consideraba responsable de los abortos después de tocar siete veces el vientre de la madre gestante y, por último, de la muerte repentina de los niños en la cuna. Su odio y resentimiento también lo padecieron las madres y, en alguna ocasión, hombres adultos a los que devoraba sin que nadie pudiese hacer nada por impedirlo. Contra ella solo podía actuar la magia y, por eso, después del nacimiento de los niños, sus padres los protegían con amuletos que tenían la imagen de Pazuzu, el rey de los demonios del viento, portador de la peste, las plagas, el delirio y la fiebre.

Al considerar los males físicos y espirituales como consecuencia de la influencia negativa de un espíritu o un ser sobrenatural, el individuo acudía al exorcista cuando enfermaba

Pazuzu es, por otra parte, un demonio relacionado con la muerte. Se le solía representar con cuerpo de hombre, cabeza de león, cuernos de cabra, garras de ave, alas de águila, cola de escorpión y pene con forma de serpiente. En la figurilla que se conserva en el Museo del Louvre lo vemos con la palma de la mano derecha hacia arriba y la izquierda hacia abajo, una posición que simbolizaba la vida y la muerte, la creación y la destrucción. Al considerar los males físicos y espirituales como consecuencia de la influencia negativa de un espíritu o un ser sobrenatural, cuando se producía la enfermedad o una malformación física, el individuo acudía al exorcista.

Pazuzu
Pazuzu, el rey de los demonios del viento, portador de la peste, las plagas, el delirio y la fiebre

MAGIA Y DEMONOLOGÍA

Aunque la influencia de las creencias mesopotámicas fue inferior a la que tuvo la egipcia en otros sistemas religiosos posteriores, debemos reconocer el desarrollo de la magia y la demonología, y su perdurabilidad en otros contextos espacio-temporales muy lejanos, para comprender la aparición de algunos conceptos e ideas que aún hoy siguen teniendo aceptación. Tanto es así que, tras la caída de Babilonia, el recuerdo de sus dioses principales se mantuvo, pero con distintos nombres. Por poner un ejemplo, el equivalente semítico de Anu sería el dios El, utilizado en ocasiones por los israelitas para referirse a Yahvé.

En el Antiguo Testamento también se puede rastrear la influencia de la mitología sumerio- acadia en narraciones como la del diluvio, el tema del paraíso y la lucha entre pastores y agricultores (Caín y Abel). Algunos salmos judíos evidencian una fuerte influencia de determinadas plegarias babilónicas, al igual que ciertos libros sagrados: el Cantar de los Cantares o el Libro de la Sabiduría. La adivinación acadia influye, del mismo modo, en la aruspicina etrusca a través de Siria y Anatolia, mientras que la astrología tiene, en su origen, uno de los pilares fundamentales en la religión mesopotámica.

Portads Pinna
Portada del libro Muerte y religión en el mundo antiguo (Luciérnaga), de Javier Martínez Pinna 

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