Historia oculta
26/05/2022 (12:57 CET) Actualizado: 26/05/2022 (13:44 CET)

Licántropos, hechiceros y chamanes

Los relatos de personas que se transforman en lobo abundan en las fuentes de la Antigüedad. Hechiceros, diosas o chamanes tenían la capacidad de lograrlo en ellos mismos o en otros. En el siguiente extracto del libro 'Las drogas sagradas en la Antigüedad' (Alianza Editorial, 2022), de Carlos G. Wagner, profundizamos en algunas de las primeras y más curiosas manifestaciones de licantropía

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Licántropos, hechiceros y chamanes
Licántropos, hechiceros y chamanes

En la Antigüedad, la licantropía, en sí misma, no era sino una forma típica de metamorfosis entre las otras conocidas y a las que se asociaba generalmente con algún tipo de ungüento o poción de virtudes mágicas, si bien desde un punto de vista clínico es una variedad de la Zooantropía causada, según parece, por la estimulación de ciertas partes del cerebro responsables de las alucinaciones auditivas, visuales y, sobre todo, táctiles. Así, la metamorfosis de Aracne es atribuida por Ovidio (Met., IV, 140) a los «jugos de una hierba de Hécate», mientras que Virgilio (En., VII, 20) achacaba a las «hierbas de virtudes mágicas» las metamorfosis provocadas por la maga Circe. También las hechiceras de Luciano (Luct., 12) y Apuleyo (Met., III, 21) cambiaban de forma tras untarse desde los pies al cabello con un ungüento aceitoso. Y en lo que, en concreto, a la licantropía concierne y a su relación con el empleo de drogas vegetales (antropine) capaces de alterar los estados de conciencia, Virgilio (Buc., VIII, 97) nos cuenta cómo Meris, reputado hechicero, llegaba a convertirse en lobo cuantas veces quería gracias al empleo de ellas.

Se puede detectar en las fuentes antiguas la creencia en la existencia de hechiceros cuya magia les permite convertirse a ellos mismos o a otra persona en lobos

Ilustración de Crice transformando a los hombres en cerdos
Ilustración de Circe transformando a los hombres en cerdos

En la Antigüedad la licantropía aparece a menudo relacionada con Hécate (Wagner, 1989: 88 ss.), quien llegó a convertirse en la divinidad que ejercía su patronazgo por excelencia sobre las actividades mágicas y las prácticas hechiceriles, hasta tal punto que, con el paso del tiempo, las dos hechiceras más populares, Circe y Medea, tornáronse hijas suyas (Diodoro, IV, 45). También se puede observar una estrecha vinculación entre la Luna y la licantropía. La Luna era considerada patrona especial y madre de los magos, como se comprueba, por ejemplo, en Ovidio (Met., XIV, 105), y como tal presidía las metamorfosis (Apuleyo, Met., XI, 2). Pero Selene, la Luna, no era sino el aspecto celeste de Hécate triforme, señora de los mysteria brujescos y de las crisis de melancolía y licantropía (Cardini, 1982: 112). Hécate poseía asimismo un claro carácter ctónico, por lo que se la relacionaba también con el lobo, cuya forma indicaba frecuentemente la presencia de un espíritu del mundo subterráneo anunciador de la muerte. Precisamente uno de los epítetos más comunes de Hécate era el de Mormo, que no es sino una forma abreviada de Mormolice, la Loba Mormo, especie de genio terrorífico que pasaba por ser la nodriza de Aqueronte. Hécate misma era a menudo representada en compañía de perros y lobos, y en ocasiones llegaba a adquirir su aspecto (Wagner, 1989: 88).

Hécate y el lobo pertenecían al mismo mundo tenebroso de las moradas subterráneas

Hécate
Hécate poseía asimismo un claro carácter ctónico, por lo que se la relacionaba también con el lobo

Además, una vieja tradición emparentaba a Hécate con Leto, madre de Apolo (Hesíodo, Teog., 409 ss.; Apolodoro, Bibl., I, 2, 4), quien había adoptado la forma de loba para burlar la persecución de que era objeto por parte de Hera, celosa de sus amoríos con Zeus, y poder alumbrar así a sus dos gemelos. Una versión posterior de la misma llegó incluso a convertir a Hécate en hija de Leto (Eurípides, Fen., 110). De esta forma, la diosa triforme emparentaba con Apolo, al cual está consagrado particularmente el lobo, cuya imagen aparecía frecuentemente asociada al dios en las monedas, y quien portaba epítetos como Lykeios, «el lobo», o Lycogenes, «nacido del lobo». El propio Apolo, según el mito, había adoptado en una ocasión la forma de este animal para unirse con la ninfa Cirene (Servio a Virg., Aen., IV, 5, 377).

Dios Apolo
Dios Apolo

Hécate y el lobo pertenecían, por consiguiente, al mismo mundo tenebroso de las moradas subterráneas, lo que nos lleva a plantear la posible relación existente entre la licantropía, como una determinada manifestación de la hechicería clásica, y el chamanismo primitivo, por más que tal conexión haya sido anteriormente rechazada por el mismo Mircea Eliade (1982: 359), quien pensaba que estaba totalmente desvinculada del chamanismo y la reducía al mundo de las sociedades secretas iniciáticas. Tal relación no es, por supuesto, directa, sino tan solo un atisbo de ancestrales prácticas de índole chamánica que se puede rastrear en nuestras fuentes. O dicho de otra forma, además de las sociedades secretas e iniciáticas de guerreros, que frecuentemente han utilizado la figura del lobo, se puede detectar en las fuentes antiguas la creencia en la existencia de hechiceros cuya magia les permite convertirse a ellos mismos o a otra persona en lobos. Estos hechiceros, claro está, no son chamanes, pero muchos elementos en el contexto que les caracteriza, así como la magia que practican, recuerdan ciertos aspectos y prácticas de un chamanismo sin duda lejano en el tiempo, en el que el chamán transmutado en lobo, con la ayuda del poder de sus espíritus auxiliares, combatía los peligros que acechaban a los rebaños y a las personas, y no se había convertido en el hechicero maléfico y asocial que encontramos en épocas posteriores. Así, por ejemplo, el perro, animal funerario por excelencia, y compañero habitual de Hécate, pertenece de lleno a la simbología chamánica (Wagner, 1989: 89). El propio Apolo, que en muchas ocasiones lleva, como hemos visto, epítetos que lo relacionan con el lobo, se encuentra vinculado con un antiquísimo sustrato chamánico a través de personajes como Abaris y Aristeas de Proconeso, como señalaba el mismo Eliade (1982: 304 ss.). Cabe recordar, también, la estrecha conexión entre Apolo y la leyenda de los hiperbóreos, pueblo mítico al que los griegos atribuían el conocimiento de todos los secretos de la magia. Una magia que, como en el caso de Abaris, se nos muestra especialmente relacionada con el chamanismo.

Algunos otros datos vienen a reforzar esta conexión entre el lobo, la licantropía clásica y el chamanismo primitivo. Heródoto afirmaba que los neuros que se metamorfoseaban en lobos eran en usos y costumbres similares a los escitas, pueblo en el que la existencia del chamanismo está suficientemente acreditada. Por último, la mitología proporciona otro dato en el mito de Teófane, heroína tracia raptada por Poseidón, que convirtió a sus numerosos pretendientes en lobos. Pero cabe señalar que hace ya algún tiempo que Poseidón ha sido identificado también como una divinidad estrechamente vinculada con el mundo de los antiguos chamanes (Butterworth, 1966: 141, 145 ss.).

Portada Las drogas en la Antigüedad
Portada Las drogas sagradas en la Antigüedad (Alianza Editorial, 2022)

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Chamanes, héroes, licántropos, hechiceros, rituales... A lo largo de la historia, muchas son las manifestaciones de la utilización de sustancias psicotrópicas o enteogénicas a fin de inducir estados que posibilitaban conocimientos o experiencias fuera del alcance común. Esta sugerente obra reúne y sistematiza, acompañados de un útil índice analítico, los conocimientos acumulados acerca de la materia por el autor.

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