Ovnis y vida extraterrestre
01/06/2007 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

Un recorrido a través de la historia de Ummo

En los años sesenta, un grupo de madrileños empezó a recibir unos misteriosos informes. Al parecer, esos escritos estaban elaborados por supuestos seres de otros mundos infiltrados en la sociedad. Pero el asunto se convirtió en un desafío para los investigadores. No todo parecía tan difícil de explicar…

01/06/2007 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
Un recorrido a través de la historia de Ummo
Un recorrido a través de la historia de Ummo
Cada día que pasa, Madrid es un poco más fría, aborregada, lenta, mercantilista, en definitiva, cada día que pasa la capital de España es una urbe más desalmada y paralizada. Pero hubo un época en la cual, pese a los zarpazos del criminal franquismo, quizá como respuesta a la dictadura que amordazaba a las gentes, vivir de frente a la cultura y el conocimiento se convertía en una obligación para quienes aspiraban a un futuro más edificante. Aquello provocó que en la ciudad emergieran todo tipo de reuniones, casi clandestinas, en las que conversar sobre lo divino y lo humano se tornaba en la única pauta del guión. Eran las llamadas tertulias literarias, unos contubernios en los cuales, los más cultos e inquietos se citaban para mantener diatribas intelectuales bajo el aroma del café de media tarde…Del Café Gijón a "La Ballena Alegre"Quizá, la más conocida de todas ellas se celebraba en el Café Gijón, que había sido fundado en 1888 y que estaba emplazado en el epicentro de la capital. Todavía hoy permanece allí, en el número 21 del Paseo de Recoletos. Por las mesas de tan cañí local pasaron Camilo José Cela, Antonio Buero Vallejo, Alfonso Paso… Ya por entonces, algunos de aquellos ilustres literatos y dramaturgos recibieron alguna extraña carta a la que no prestaron demasiada atención, porque la verdadera historia de UMMO empezaría unos años después, cuando a mediados de los cincuenta parte de la tertulia del Gijón se trasladó al Café Lyon tras un breve pasó por la cafetería Gambrinus, en la calle Zorilla.

Aquellas tertulias fueron impulsadas por un singular personaje llamado Fernando Sesma, un escritor ceutí afincado en Madrid que en 1955 publicó una serie de artículos sobre el emergente enigma de los "platillos volantes". Fue él quien propició que se llevaran a cabo tertulias en los cafés de Madrid. Y él sería, sin lugar a dudas, el primer gran protagonista de toda esta historia, puesto que fue el primero en recibir cartas manuscritas redactadas por alguien que decía llamarse Saliano, y que procedía de un planeta llamado Auco. Pese a lo absurdo de aquellos primeros comunicados, el interés por lo que ocurría en el Café Lyon se extendió por toda la capital. Según las referencias, hasta 300 personas ocupaban a menudo "La Ballena Alegre", el sótano de la cafería, en donde un puñado de hombres encontraron una forma de expresarse, y también, a qué negarlo, de divertirse, porque la historia de Saliano no parecía excesivamente seria. Pero el asunto se complicó años después de que las cartas de Saliano comenzaran a llegar, al aparecer las primeras relativas al tema UMMO. Las recibió el propio Sesma. Corrían los primeros meses de 1966…Los "informes" de los infiltradosY si hasta entonces el asunto podía tomarse a broma, a partir de ese momento adquirió mayor seriedad, debido a que los escritos redactados por supuestos extraterrestres procedentes del planeta UMMO –situado a 14 años luz de la Tierra– estaban repletos de información científica de primer nivel, y parecían estar redactados por alguien muy preparado. Al menos, esa fue la sensación que se transmitía. Si era una broma, era muy sofisticada, pensaban los asistentes a las citas de "La Ballena Alegre", a las cuales empezó a acudir uno de los personajes fundamentales en toda esta aventura: el psicólogo José Luis Jodán Peña. Además, las cartas venían con matasellos de diferentes países y presentaban una gran coherencia.

En las misivas se explicaba que los ummitas habían llegado a la Tierra en el año 1950 a bordo de una nave discoidal, y que gracias a su aspecto –eran totalmente humanos, aunque de aspecto nórdico y únicamente se expresaban "raro", puesto que llevaban un aparatejo en la glotis para facilitar el habla– habían logrado infiltrarse en la sociedad y pasar desapercibidos mientras efectuaban sus trabajos. Lo llamativo es que aquellas cartas incluían toda una serie de vocablos en presunto idioma ummita, explicando una compleja cosmogonía que era la base de la religión de su planeta, y ofrecían detalles precisos sobre la geología y circunstancias sociales de este lejano mundo. Además, los textos ummitas disertaban sobre cómo se desplazaban sus aeronaves empleando complejos conceptos científicos. Especialistas de todo el mundo mostraron su sorpresa ante el "alto nivel" que reflejaban los escritos que, día tras día, llegaban a sus destinatarios, sobre quienes los ummitas parecían tener un control exhaustivo. Por último, todas las cartas estaban rematadas por el sello de Ummo: )-I-( OVNIs ummitas sobre MadridAbrumados ante el enorme caudal informativo, filosófico y científico de aquellas cartas, no pocos creyeron a pies juntillas en la existencia de los ummitas. Y ni siquiera los más escépticos argumentaban la tesis de un fraude. Una operación de los servicios secretos, un experimento sociológico, un complot creado por científicos ocultos… Finalmente, los ummitas prometieron dar pruebas de su presencia, y primero en Aluche, en febrero de 1966, y después en San José de Valderas, en junio de 1967 –barrios de las afueras de Madrid–, aparecieron OVNIs en cuya panza se observaba el símbolo de Ummo. En el primero de los casos se encontraron huellas en el lugar del presunto aterrizaje, mientras que en el segundo se obtuvieron fotografías del artefacto. Este último suceso fue calificado por el ufólogo Antonio Ribera como "un caso perfecto", que fue el título de uno de los libros que dedicó al asunto y gracias a los cuales el enigma adquirió repercusión internacional. Lo más sorprendente es que en las imágenes del "platillo volante" se distingía perfectamente el símbolo de Ummo. Cuando el diario vespertino Informaciones publicó en su primera plana las instantáneas del mismo, todo lo relacionado con los ummitas se confirmó. Habían cumplido su promesa…No tardaron en llegar las dudas. Desde entonces, decenas de estudiosos intentaron averiguar la verdad. Y, poco a poco, los rumores fueron propagándose. En principio, se confirmó que los testigos de aquellos avitamientos ni eran tan numerosos ni tan desconocidos. José Luis Jordán Peña había sido la persona que los había protagonizado. Según algunas informaciones, él mismo habría confesado al propio Fernando Sesma que era el responsable de todo el entramado de Ummo, pero aún pasarían muchos años hasta que Jordán volviera a estar en el ojo del huracán. Entretanto, decenas de libros y artículos abordaron los misterios de los textos ummitas. En Francia, físicos como Jean Pierre Pettit examinaron el contenido de los informes. Quedó impresionado… La confesión A finales de los años ochenta, los investigadores Carles Berché y José Juan Montejo reconstruían los años de "La Ballena Alegre", estableciendo paralelismos entre los trabajos personales de Jordán Peña y los informes ummitas. Ambos parecían estar hechos por las mismas manos. Pero aún habrían de pasar diez años antes de la confesión ante investigadores como Manuel Carballal. Según aseguró Jordán Peña, todo había sido un experimento, una investigación… Pero las dudas no han dejado de surgir desde entonces. ¿Fue Jordán Peña el responsable de todos y cada uno de los informes? ¿Falsificó él las fotografías del OVNI ummita de San José de Valderas? Lo cierto es que, pese a su confesión, todos los estudiosos coinciden en que aún faltan piezas para armar el gigantesco rompecabezas de una historia que se inició hace cuatro décadas y sobre la cual se siguen publicando libros de investigación. Tal es el caso de la más reciente obra de J.J. Benítez, El hombre que susurraba a los ummitas –Ed. Planeta, 2007–, en el cual se recogen numerosos avistamientos de "no identificados" en los cuales los testigos declaran que los artefactos portaban un curioso distintivo que, casualmente, coincide con el símbolo de Ummo. Sin ir más lejos, uno de los casos más divulgados de la historia –acaecido en la ciudad rusa de Voronezh en septiembre de 1989– presenta estas características. Varios de los niños que vieron aquel artefacto describieron una )-I-( en su fuselaje. De hecho, el propio Jordán Peña habría desautorizado su confesión y renegado de las explicaciones que dio al autoinculparse de ser el autor de los informes ummitas.

Pero aún así, los investigadores franceses siguieron estudiando las cartas. El propio Bertrand Meheust, uno de los más prestigiosos, llegó a asegurar que los símbolos que aparecían en las mismas eran veraderos grafismos propios de una lengua y un idioma. Su trabajo –ENIGMAS, núm. 89– llegaba a colación de la aparición en Francia del libro Ummo, verdaderos extraterrestre, escrito por un científico belga llamado Jean Pollion. Pero para añadir más misterio, dicho nombre era un pseudónimo, pese a que el autor daba pruebas suficientes de su capacitación científica.

Según estos nuevos estudios, el presunto idioma ummita no parecía una invención: "La lengua ummita, desprovista de referentes gramaticales, funciona por aglutinación y ajuste local, y todos los vocablos se remiten los unos a los otros hasta el infinito y forman entre sí una especie de red", escribía Meheust. Por tanto, a juicio de Pollion, "tal integración de la lengua y el pensamiento hace altamente improbable la idea de que la lengua ummita pueda ser una fabricación humana". Todo esto, lógicamente, invitar a pensar que aún no se ha escrito la última palabra sobre Ummo. Quizá no todo es tan falso como aseguró Jordán Peña…
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