Vida alternativa
17/02/2016 (09:44 CET) Actualizado: 17/02/2016 (09:45 CET)

Meteosensibilidad, cómo influye el clima en nuestro cerebro

17/02/2016 (09:44 CET) Actualizado: 17/02/2016 (09:45 CET)
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Según un estudio publicado en la revista PNAS, las estaciones del año pueden influir en cómo nos sentimos; en el caso de los animales es incluso más evidente, porque se reproducen o hibernan en función de si es verano o invierno. Ahora bien, en el caso de los humanos, ¿afecta el mes del año en que estamos en nuestras funciones cognitivas? La respuesta es sí. El cerebro puede encontrar mayores difícultades para resolver ciertos procesos dependiendo de si es otoño o primavera.

El neurocientífico Gilles Vandewalle, de la Universidad de Lieja, en Bélgica, y autor principal de la investigación, realizó un experimento con 28 voluntarios a los que les escaneó el cerebro en distintos momentos del año mientras estos resolvían pruebas de atención y de memoria de trabajo. Para asegurarse de que los participantes no estaban influenciados por otros factores ambientales el día que hacían la prueba, los hacía estar en el laboratorio cuatro días y medio antes; todos estaban a una luz y temperatura constante, y acceso al mundo exterior

El cerebro puede encontrar más difícil resolver ciertos procesos dependiendo de si es otoño o primavera

Los investigadores observaron que la puntuación del test no varió entre estaciones, pero, en cambio, la actividad que mostraban ciertas áreas del cerebro implicadas en resolver las tareas era distinta. Por ejemplo, vieron que se producía un pico de actividad en verano cuando los voluntarios realizaban una tarea de atención. Y otro pico en otoño, esta vez cuando hacían el ejercicio de memoria de trabajo.

Esos cambios en los patrones de funcionamiento del cerebro, no obstante, no hallaron que se correlacionaran con alteraciones endocrinas, como una mayor o menor segregación de melatonina, una hormona relacionada con el sueño; ni tampoco del estado de alerta o patrones de dormir.

Existen numerosos factores que dependen de cada estación del año que podrían llegar a regular ese patrón de activación cerebral, como por ejemplo la duración del día y la cantidad de luz que recibimos, lo que se denomina fotoperiodo. Pero también la temperatura, la humedad, la actividad física y la interacción social influyen. Esos factores, por ejemplo, no te tomaron en consideración en este estudio por lo que no se puede decir qué provoca exactamente los cambios observados.

Vandewalle, en un comunicado de prensa de la universidad, explica que según "nuestros datos, parece que el fotoperiodo o el cambio de fotoperiodo es lo que explica con mayor probabilidad los resultados, aunque no podemos excluir el resto de factores".

Los resultados sugieren, indican los autores de esta investigación, que a lo largo del año el cerebro puede trabajar de diferentes maneras para compensar los factores relacionados con las estaciones que podrían afectar su función. Y de esta manera puede tener un rendimiento estable. Tal vez, sugiere Vandewalle, esos mecanismos podrían no funcionar bien en algunas personas y que eso las hiciera más vulnerables a la tristeza en invierno.

Los científicos sin embargo, ignoran la razón por la que el cerebro ha evolucionado para funcionar así. 

Fuente: La Vanguardia

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