Arqueología
05/06/2023 (08:00 CET) Actualizado: 05/06/2023 (08:00 CET)

Una tumba de 5.000 años orientada astronómicamente

Las losas que dan forma a la tumba rectangular están alineadas con la salida del Sol en el solsticio de verano

Javier Garcia Blanco

Periodista y fotógrafo

05/06/2023 (08:00 CET) Actualizado: 05/06/2023 (08:00 CET)
Leonardo García Sanjuán ha desvelado los pormenores del hallazgo de una tumba megalítica
Leonardo García Sanjuán ha desvelado los pormenores del hallazgo de una tumba megalítica

En el horizonte de la localidad de Antequera (Málaga) un rostro humano gigantesco yace mirando al cielo desde tiempos inmemoriales. La misteriosa efigie, conocida también popularmente como “el indio”, no es más que una pequeña montaña, la llamada Peña de las Enamorados que debe su particular aspecto a un capricho de la naturaleza. Hoy su visión resulta cautivadora, así que no es de extrañar que los hombres y mujeres de la Prehistoria identificaran aquella cima de aspecto singular con un enclave sagrado y mágico que ordenaba e influía en su territorio.

Cada 21 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano, y siempre que las condiciones climáticas lo permitan, los primeros rayos del sol naciente dan lugar a un espectáculo fascinante y asombroso a partes iguales: la luz del astro rey penetra en el muro norte del corredor del llamado dolmen de Menga, iluminando con tonos dorados las rocas que los antequeranos prehistóricos tallaron y dispusieron aquí hace miles de años.

El dolmen antequerano es iluminado por los rayos del Sol
El dolmen antequerano es iluminado por los rayos del Sol

El singular fenómeno –los investigadores siguen intentando averiguar si fue un efecto buscado por los constructores o fruto del azar– no es único. En los cercanos dólmenes de Viera y El Romeral, ubicados también en la localidad malagueña, los expertos sí han podido confirmar la intencionalidad de sendas orientaciones astronómicas. Fue el arqueoastrónomo británico Michael Hoskin quien, en 2002, certificó las alineaciones solsticiales de ambos monumentos megalíticos, empleados durante siglos como recintos funerarios. El dolmen de Viera, por ejemplo, está orientado a los equinoccios, y en esas fechas concretas, al amanecer, un haz de luz penetra en el interior del corredor produciendo un destello que ilumina el fondo del dolmen. En el caso del dolmen de El Romeral, la construcción está orientada a la cercana sierra del Torcal, pero también al mediodía del solsticio de invierno. En ese momento, cada año, la luz solar ilumina igualmente la parte más profunda del dolmen.

La Peña de los Enamorados y la sierra del Torcal parecen conformar un espacio sagrado
La Peña de los Enamorados y la sierra del Torcal parecen conformar un espacio sagrado

Estas alineaciones son bien conocidas desde hace tiempo, al igual que la relación de estos enclaves con la Peña de los Enamorados y la sierra del Torcal, que parecen conformar un espacio sagrado único interrelacionado. Tanto estos elementos como el resto de peculiares características del Sitio de los dólmenes de Antequera le valieron el reconocimiento como Bien de Interés Cultural y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (desde 2016). Sin embargo, este fascinante rincón de la geografía andaluza todavía guarda muchas sorpresas.

Los megalitos de la tumba de Piedras Blancas cuentan con una singular orientación astronómica

En un reciente estudio publicado por la revista Antiquity, el profesor de Prehistoria de la Universidad de Sevilla, Leonardo García Sanjuán desvela los pormenores del hallazgo de una tumba megalítica construida en la Peña de los Enamorados, concretamente en lo que se correspondería con el «pecho» del «gigante» rocoso. El enterramiento, bautizado como tumba de Piedras Blancas, tiene una antigüedad de unos 5.000 años –coincidiendo aproximadamente en el tiempo con la construcción de los dólmenes de Menga, Viera y El Romeral–, aunque lo más impresionante es que, al igual que dichos megalitos, también cuenta con una singular orientación astronómica.

La tumba de Piedras Blancas
La tumba de Piedras Blancas

Según el trabajo de García Sanjuán, las losas empleadas para dar forma a la tumba rectangular están alineadas con la salida del Sol en el solsticio de verano, el 21 de junio. Curiosamente, la misma fecha en la que los rayos del astro rey iluminan el muro norte del corredor del dolmen de Menga, que como decíamos antes, está orientado «mirando» a la Peña de los Enamorados, donde se encuentra la tumba descubierta por García Sanjuán. Según el estudio publicado en Antiquity, en un primer momento –hacia el 3.000 antes de nuestra era–, se depositaron ofrendas sobre la tumba y los cadáveres se dispusieron sobre una gran plataforma de piedra plana. Más tarde, aquellos restos fueron trasladados a otra parte, donde los arqueólogos descubrieron 95 huesos y 40 dientes. En una segunda fase, hacia el 2500 a.C., se modificó la tumba y se instalaron dos nichos de piedra, que habrían sido construidos para albergar los restos de una pareja, hombre y mujer, que se cree habrían pertenecido a la élite de la época. No son los únicos restos humanos que han encontrado los investigadores, pues también se han hallado fragmentos de «al menos dos niños y tres mujeres».

El reciente hallazgo certifica la importancia que el complejo megalítico de los dólmenes de Antequera –y el entorno de la Peña de los Enamorados y la sierra del Torcal– tuvo para los habitantes prehistóricos de la península ibérica, en un lugar que, en aquellos tiempos, acabó convirtiéndose en una encrucijada sagrada que nada tiene que envidiar a otros complejos megalíticos europeos, como el célebre enclave de Stonehenge.

Sobre el autor
Javier Garcia Blanco

Periodista y fotógrafo especializado en temas de arte, historia y viajes. Ha publicado sus trabajos en medios como El Mundo, GEO, Lonely Planet, Condé Nast Traveler Destinos, entre otros. Autor de varios libros, como Historia negra de los Papas, Ars Secreta o Héroes y villanos. Fue jefe de edición de Año/Cero, y actualmente dirige el magazine de viajes y cultura Wanderer.es

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