Civilizaciones perdidas
01/03/2007 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

Inventores en busca del contacto

Con los primitivos equipos capaces de registrar los sonidos en un rodillo, surgieron las primeras voces psicofónicas, fenómeno unido por décadas a la historia de los magnetófonos. Más tarde, otros equipos –como las radios, los ordenadores, la televisión y los modernos teléfonos móviles– también se convirtieron en medios tecnológicos de comunicación con un presunto más allá. Pero al mismo tiempo se construyeron aparatos especialmente diseñados para el contacto con los espíritus de los fallecidos. Incluso existen dispositivos supuestamente «revelados» desde el mundo de los muertos. Uno de los primeros, el Advertisseur sonoro, servía para alertar a los mortales de que desde el «otro lado» deseaban establecer comunicación.

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Inventores en busca del contacto
Inventores en busca del contacto
Los primeros ingeniosEl Consejo de Investigaciones Metapsíquicas de Bélgica publicó en su número de enero de 1931 todos los planos y detalles de un curioso aparato, cuyo diseño habría sido dictado a través del tablero ouija en 1929. Su inventor sería un joven de quince años llamado Henri Vandermeulen, quien había fallecido a mediados de ese mismo año.

Frente a la desolación y el dolor que produjo en sus padres la pérdida prematura de un hijo, éstos comenzaron a practicar la ouija con la intención de establecer comunicación con el fallecido Henri. Tras algunas dudas, el matrimonio Vandermeulen se convenció de que su hijo hablaba con ellos a través de un vaso y un puñado de letras esparcidas sobre una mesa.

Las sesiones se hicieron cada vez más cotidianas y, en una de ellas, Louis Vandermeulen propuso a su fallecido hijo que ideara un sistema para saber en qué momento quería contactar con ellos. Pocos días después llegó la respuesta. El 31 de julio de ese mismo año, a través de la ouija, el joven Henri le habría dictado a su padre las indicaciones para construir el Advertisseur.

Según los dictados del fallecido, el aparato debía construirse con dos prismas de aproximadamente 15 centímetros de altura y 3 de ancho. Uno de ellos tendría que recubrirse con resina. Incluía, además, un pequeño timbre, una pila de alimentación y un triángulo formado por un trozo de alambre de hierro o de cobre, con un pequeño gancho de suspensión. El Advertisseur es en realidad un detector de electricidad estática. Se trata de un aparato sensible a la acumulación de cargas eléctricas. De hecho, buena parte de los expertos relacionan la presencia de campos electrostáticos, más o menos intensos, con la aparición de determinados fenómenos paranormales, especialmente de aquellos que provocan efectos físicos. El dispositivo funciona del siguiente modo: una carga electrostática provoca una fuerza de atracción entre ambos prismas capaz de atraer el triángulo hacia el prisma opuesto, de modo que el circuito eléctrico se cierra haciendo sonar el pequeño timbre.

En 1992, los esquemas del Advertisseur fueron rescatados de la biblioteca del célebre investigador Camille Flammarion –donde habían estado archivados durante décadas– y llegaron a manos de los responsables de la revista francesa Parasciences & Transcommunication. Basándose en los primeros diseños, el investigador Bernard Montaigne construyó un prototipo utilizando algunos elementos modernos. En esta versión, sustituyó el timbre por un receptor de radio, obteniendo resultados más que satisfactorios. La primera voz que recibieron a través del Advertisseur les decía: «C'est grâce à nous» (Es gracias a nosotros).

Más recientemente, el investigador francés Guy Gruais construyó dos nuevas versiones del Advertisseur. La primera de ellas, bautizada con el nombre de Staticom 30, es un modelo electrónico del dispositivo, aunque utilizando el mismo sistema de prismas. A través de un sonido y una luz, el Staticom 30 advierte sobre la presencia de un campo electrostático y de la posibilidad de un presunto «contacto paranormal».

Médiums electrónicosTambién algunos famosos inventores de principios del siglo XX se interesaron por desarrollar aparatos para conseguir el contacto con los fallecidos. Se presume que el científico italoamericano Guglielmo Marconi, célebre por sus experimentos en el campo de la transmisión de información a través de ondas de radio, buscaba la fórmula para captar las voces del «otro mundo». Marconi creía en la supervivencia tras la muerte y en algunas ocasiones dejó entrever su interés por construir un dispositivo de comunicación con el más allá. Otro tanto se le atribuye a Nikola Tesla, científico excéntrico que trataba de conseguir la transmisión de energía sin necesidad de cables.

Pero Tesla y Marconi no fueron los únicos. De todos ellos, quizá el caso más documentado es el de Thomas Alva Edison, consumado inventor norteamericano que patentó, entre otros diseños, la bombilla eléctrica y el fonógrafo. Según el relato del propio Edison, en los últimos años de su vida estuvo trabajando en un aparato que posibilitara a los espíritus comunicarse con los vivos. Este ingenio pretendía convertirse, según su inventor, en «una oportunidad para expresarse (los espíritus) por medios más eficaces que las mesas parlantes, los golpes, las tablas de ouija y otros toscos métodos que se consideran como únicos sistemas de comunicación».

El invento de Edison se basaba en amplificar varias veces las señales que pudiera captar, bajo la presunción de que los difuntos emitirían sonidos extremadamente débiles. El dispositivo consistía en un micrófono instalado en el interior de una caja de madera. Sólidamente unida a ésta, había un gran cono de aluminio lleno de permanganato de potasio y atravesado por un electrodo interno. Uno de los contactos del micrófono estaba engarzado a una «trompeta» de aluminio y el otro a una especie de antena. Tecnología del más alláEl Spiricom (Comunicador Espiritual) es quizá uno de los más sorprendentes equipos electrónicos utilizados para comunicarse con otras realidades. De historia breve e intensa, este sistema produjo los contactos más extensos y claros. En el proyecto trabajaron varios investigadores, bajo la coordinación de George W. Meek, presidente de la Metascience Foundation, con sede en Franklin (E.E.U.U). Su creación fue posible gracias a una paciente labor de más de diez años. Durante este tiempo, el grupo de trabajo intentó establecer contacto con técnicos e ingenieros en electrónica ya fallecidos. Para esta empresa no emplearon ningún dispositivo, sino a personas que poseían supuestas dotes mediúmnicas. Así establecieron un pretendido diálogo y recibieron las directrices para la construcción de un aparato de comunicación exclusivamente tecnológico.

En 1974 la Metascience Foundation contactó con el medium y técnico en electrónica de origen amerindio William O'Neil, quien aseguraba comunicarse con una entidad llamada Doc Nick. O'Neil recibió las directrices para fabricar un complejo ingenio de comunicación que combinaba la emisión–recepción de ondas electromagnéticas con elementos acústicos. A través de este aparato, el médium amerindio aseguraba mantener contactos con George J. Mueller, un ingeniero en electricidad fallecido en 1967. La existencia de este personaje, así como algunos detalles sobre su vida relatados a través del Spiricom, parecen haber sido confirmados por las posteriores pesquisas de los miembros de la Metascience Foundation.

El Spiricom tuvo una corta vida. Según sus responsables, el Dr. Mueller les advirtió que ese contacto no podía durar siempre y, con el tiempo, la voz del interlocutor del más allá comenzó a ser cada vez más débil, hasta que desapareció. En la actualidad se conservan horas y horas de conversaciones grabadas mediante este curioso aparato.

George Meek, el presidente de la Metasciencie Foundation, dedicó buena parte de sus esfuerzos a la divulgación de las experiencias obtenidas a través del Spiricom. Meek puso a disposición de otros investigadores toda la documentación relativa a sus trabajos en este campo, con el fin de economizar esfuerzos en posteriores investigaciones. Sus diseños, por tanto, están a disposición de quien desee experimentar con ellos, libres de cualquier protección legal por patentes.Nuevos sistemasEl técnico en electrónica alemán Hans Otto König era escéptico sobre todo lo relacionado con lo paranormal. Un día conoció el fenómeno de las psicofonías y decidió experimentar por sí mismo. Contrariamente a lo que creía en un principio, obtuvo voces de increíble calidad, que reconoció como pertenecientes a su madre y algunos amigos ya fallecidos. A partir de entonces se convenció de la realidad de estos hechos y su interés se dirigió hacia la profundización en el mensaje de las psicofonías y el descubrimiento de mejores técnicas y aparatos para la obtención de voces.

Con el propósito de crear un campo formado por multitud de frecuencias que facilitara la obtención de comunicaciones con el «mundo siguiente», Hans Otto König diseñó un aparato que llamó generador de campos, con el que logró algunos contactos en presencia de público. Posteriormente construyó otros equipos, cuyos diseños, afirma, recibió en sueños. Uno de ellos es el generador de ultrasonidos, el cual aun utiliza en algunas comunicaciones. Después fabricó otros más sofisticados, basados en infrarrojos y ultravioletas con cristales de cuarzo.

En septiembre de 2005 tuve ocasión de asistir a una de las pocas sesiones colectivas de experimentación que König organiza cada año. El investigador alemán asegura que los mejores resultados los obtiene cuando está rodeado de un abundante público, así que durante un par de días unas sesenta personas nos reunimos en un céntrico hotel de la localidad germana de Wesel. Durante la primera jornada, tras una disertación del investigador sobre sus contactos y la presentación de algunas grabaciones, comenzó la sesión. Previamente tuvo lugar un ejercicio de meditación, en el que participaron todos los presentes. Una vez encendido el equipo de ultrasonidos, se escuchó un pequeño zumbido. Tras algunos minutos, en los que König pedía a sus interlocutores que se comunicasen, el sonido de fondo cambió ligeramente y surgieron por los altavoces de la sala unas voces. Durante 10 minutos, hasta tres voces distintas se manifestaron, respondiendo a las preguntas del investigador alemán.

Al día siguiente y, tras la meditación previa, König puso a punto su equipo de cristales y ultravioletas: una decena de puntas de cuarzo bañadas por luz ultravioleta de distintas frecuencias. Finalmente, los comunicadores eligieron una de ellas y, a través de diodos emisores de luz, se irradió un gran cristal de cuarzo, cuya luz recogió un fototransistor. Técnicamente se trata de un equipo sin ninguna coherencia, al menos tal y como se conciben hoy en día la física y la electrónica. Revisando sus diagramas, jamás podríamos intuir que estamos ante un aparato destinado a la comunicación. Sin embargo, parece que logra su cometido.

Cuando König encendió el dispositivo, por los altavoces se pudo escuchar un curioso sonido de fondo, parecido al del viento, que variaba su frecuencia cíclicamente y que estuvo presente durante toda la sesión. En esta segunda ocasión, y a pesar de los requerimientos del experimentador, las voces tardaron un poco más en aparecer. De nuevo se modificó levemente el sonido de fondo y los interlocutores contestaron a las preguntas del investigador alemán durante unos 15 minutos. Hablaban pausadamente y sus voces presentaban una reverberación, como si estuvieran en un inmenso espacio.Mecanismos ilógicosLos investigadores alemanes Peter Härting y Jochen Fornoff también desarrollaron aparatos construidos especialmente para el contacto, bajo las directrices de los misteriosos interlocutores. Otros, como el pionero de la investigación en psicoimágenes K. Schrieber, recibieron instrucciones de un supuesto más allá para perfeccionar su método de comunicación. Sin embargo, en la práctica totalidad de estos casos, los diseños no se ajustan a las pautas tradicionales de la física y de la electrónica, aunque aparentemente cumplen con su objetivo. Estamos ante un misterio añadido al ya de por sí enigmático fenómeno de la comunicación con presuntas entidades de otras dimensiones.
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