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01/07/2006 (00:00 CET) Actualizado: 13/07/2023 (11:19 CET)

Los primeros astrónomos de Egipto

Mucho antes de que la civilización de los faraones emergiera a orillas del Nilo, ya existieron en Egipto pueblos que dirigían su mirada a las estrellas

espacio misterio
01/07/2006 (00:00 CET) Actualizado: 13/07/2023 (11:19 CET)
Astrónomos del antiguo Egipto
Astrónomos del antiguo Egipto

El Sáhara no ha sido siempre el desierto que ahora conocemos. De hecho, en gran parte de lo que hoy son sus límites exteriores existía una sabana que alimentaba y daba cobijo a numerosos grupos de cazadores-recolectores. Uno de ellos tenía como parte de su territorio la zona de Napta Playa, situada a la altura de Abu Simbel, un lago estacional geológicamente fosilizado que, durante el Neolítico, con la llegada de la temporada de las lluvias, quedaba inundado. Es aquí donde hace pocos años se realizó un importante descubrimiento arqueológico: un círculo de piedras que sirvió como calendario solar.

En realidad, en Napta Playa, lo que encontramos es más bien un compendio de todo tipo de monumentos neolíticos, pues además del círculo de piedras hay alineamientos megalíticos, tumbas y agrupamientos de piedras que podrían ser altares. Hay que reconocer, no obstante, que las dimensiones de todos ellos son tremendamente modestas en comparación con otros monumentos, ya que el más grande de los monolitos mide dos metros y medio de altura y la mayor de las piedras del círculo sólo tiene setenta centímetros.

El calendario solar de Napta Playa
El calendario solar de Napta Playa


Las tumbas se encuentran al norte de la zona arqueológica. Se trata de ocho túmulos de arena recubiertos de rocas; miden un metro de altura y entre tres y cuatro de diámetro. En el interior de uno de ellos apareció, en una pequeña cámara techada con troncos de tamarisco, el esqueleto de una vaca joven rodeada por un collar de arcilla. Su análisis mediante C-14 lo ha datado hacia el año 4550 a. C. Mientras, el resto de tumbas carece de cámaras y en seis de ellas se encontraron huesos desarticulados de bóvidos y en una se descubrieron restos de un ser humano.

No muy lejos se encuentran tres diminutas colinas artificiales. Tienen tres metros de altura y sobre ellas se estuvieron encendiendo fogatas durante un largo período de tiempo. Como el paisaje es completamente plano, es muy probable que sirvieran como puntos de referencia nocturna. De la descripción del complejo, lo primero que llama la atención son sus diminutas dimensiones, pues el círculo de piedra apenas ocupa una superficie de 49 m2 y está formado sólo por 55 piedras de arenisca. La verdad es que, acostumbrados a los grandes círculos de piedra europeos como Stonehenge, esta formación del Sahara es liliputiense. La mayor parte de sus piedras miden unos veinte centímetros de longitud y la más grande alcanza los setenta, pero lo verdaderamente importante es su significado y el conocimiento que esconden.

Sólo unas pocas piedras del círculo de Napta Playa permanecen en pie. Cuatro de ellas forman la circunferencia y otras seis, que están en el interior, forman dos líneas paralelas de tres piedras cada una orientadas de este a oeste. El resto de los bloques descansa en el suelo, pero ha sido posible reconstruirlo y datarlo mediante el radiocarbono, que dictaminó una antigüedad de seis mil años.

Los elementos básicos para comprender la función astronómica del monumento son los cuatro pares de piedras que encontramos enfrentados en torno a la circunferencia. No se trata de un instrumento de precisión, pero es indudable que un observador situado en el exterior de esta línea podrían ver cómo, durante el solsticio de verano, la puerta señalaba hacia donde aparecería el Sol.

Los descubrimientos de Napta Playa han puesto de manifiesto que durante dos milenios la zona fue habitada por un grupo nómada que la ocupó durante el solsticio de verano y el monzón. Por su parte, el círculo de piedras indica la existencia de alguien especializado en el cómputo del tiempo. Mientras, los alineamientos parecen señalar que, para aquellos hombres, había algún tipo de conexión mística entre el mundo terrenal y el de las estrellas.

El primer centro astronómico egipcio

Es posible pensar -se trata, lógicamente, de una suposición- que en aquella época un "hombre de agua" computaba el tiempo gracias a estos monumentos, a los cuales consultaba para conocer cuándo se produciría el solsticio y la llegada de aguas del monzón.

A partir de un momento determinado, las circunstancias climáticas cambiaron -advino pues el periodo hiperárido- y aquel grupo tuvo que abandonar Napta Playa para encontrar nuevas fuentes de agua. En realidad, lo que hicieron fue retroceder junto a la sabana según se fue retirando hacia los extremos del continente africano. Los que siguieron la ruta oriental terminaron por alcanzar la orilla del Nilo, a centenares de kilómetros al norte, en la región de Hieracómpolis. Allí se asentaron en los wadis -ramblas- que desembocaban en el río. Finalmente, el avance del desierto también pudo con el microclima de los wadis y los nómadas terminaron asentándose en la llanura inundable del río. De este modo, comenzó entonces el período predinástico egipcio (4000-3100 a. C.).

Posteriormente, en la época del Alto Egipto, los muertos eran depositados en sus tumbas, que en la mayoría de los casos no eran sino agujeros. Dado que su supervivencia en este mundo había dependido de dos elementos imprescindibles -el agua del Nilo y el calor del sol- los habitantes del Alto Egipto pretendieron recordarlo para la eternidad en sus tumbas.

Tumbas predinásticas en el delta del Nilo
Tumbas predinásticas en el delta del Nilo


Avanzado el tiempo, hacia el 3500 a. C., los habitantes de la zona de Hieracómpolis edificaron el primer templo egipcio, que consistía en un patio de forma ovalada de cerca de 35 metros de longitud y una anchura de 13 metros, que contenía dos estructuras. Al servir como elemento aglutinador, ideológico y físico de la población de la zona, se cree que el templo fue uno de los elementos que permitió la lenta aparición de los primeros núcleos urbanos de Egipto, el protoestado de Hieracómpolis. Por estas mismas fechas también aparecieron los protoestados de Nagada y Abydos, que estaban situados más al norte. Las complejas relaciones establecidas entre ellos terminaron por reunirlos en una única entidad política -la llamada "Dinastía Cero"- a partir de la cual nacería la civilización egipcia.

Cuando uno visita la zona queda de inmediato sobrecogido por el paisaje. Se trata de una inmensa llanura desértica con dunas de la que apenas sobresale unos metros del suelo la colina donde se enterraron a los primeros reyes egipcios. Con sus superestructuras destruidas, no es mucho lo que se puede ver del cementerio, pero de inmediato es evidente por qué los soberanos egipcios escogieron este lugar. El telón de fondo de toda la zona es un farallón montañoso que corre en paralelo al desierto y parece aislarlo sin remedio del valle del Nilo. No obstante, justo detrás de Umm el-Qaab está el Gran Wadi: una inmensa boca de túnel que deja paso hacia el oeste, hacia el desierto y el mundo de los muertos. Las tumbas están colocadas justo delante, para que los faraones difuntos no tuvieran ninguna dificultad en acceder al más allá. Ni por un instante se habían perdido las alineaciones cardinales con la llegada del estado faraónico.

La herencia astronómica

Las pirámides, las siguientes tumbas reales en ser construidas, tampoco fueron una excepción. Las correspondientes a la III Dinastía, todas ellas escalonadas, estaban especialmente relacionadas con las estrellas circumpolares y el norte. Estas estrellas son las que rodean a la Estrella Polar en el firmamento y tienen la peculiaridad de que siguen visibles durante toda la noche. No es de extrañar que los egipcios las llamaran "las inmortales" y pretendieran que el espíritu de los soberanos se uniera a ellas. Para conseguirlo, la entrada a las pirámides siempre se orientó hacia el norte, para que el rey tuviera una rampa de lanzamiento hacia las estrellas.

El serdab es una habitación destinada a guardar encerrada una estatua del faraón, que sólo se comunicaba con el exterior mediante un par de agujeros realizados en la pared a la altura de sus ojos. La estatua era un "recambio" por si el cuerpo del difunto se perdía, pero en el caso de la de Djoser, además servía para mantener un vínculo físico con el destino final de su espíritu: las estrellas circumpolares. Los agujeros del serdab presentan una inclinación concreta que los orienta hacia ellas en general, pero de forma más concreta Djoser miraba a la estrella Alkaid, que es el extremo de la cola de la Osa Mayor.

Serdab del rey Djoseer orientado a las estrellas circumpolares
Serdab del rey Djoseer orientado a las estrellas circumpolares


Las pirámides de caras lisas comenzaron a construirse a consecuencia de un cambio ideológico a partir del cual Ra pasó a ser la deidad principal. Entonces, el norte como punto de referencia ideológico cedió paso al eje este-oeste, que reproducía el recorrido del sol por el firmamento. No obstante, esto no significó que se perdiera el contacto con las estrellas circumpolares o con las alienaciones estelares más antiguas.

Resulta de lo más interesante comprobar que las estrellas señaladas por los alineamientos de Napta Playa son las mismas a las cuales parecen apuntar algunos de los canales interiores de la Gran Pirámide de Gizeh. Al contrario de lo que se suele creer, estos conductos no sirvieron para ventilar el interior de las habitaciones de la tumba de Khufu o Keops. No sólo debido a su escaso tamaño, sino porque no comunicaban el interior con el exterior. Su función parece haber sido más bien ideológica. En total, hay cuatro de ellos dentro de la Gran Pirámide: dos en la Cámara de la Reina y otros dos en la Cámara del Rey. En ambos casos se encuentran enfrentados, uno en la pared norte y otro en la pared sur.

Dadas las limitaciones técnicas de la arquitectura egipcia, la inclinación de estos pasajes no concuerda exactamente con la de las estrellas a las que se supone apuntan, pero se aproxima razonablemente. El conducto sur de la Cámara de la Reina está orientado hacia la estrella Sirio, que se identificaba con la diosa Isis. Mientras, el conducto norte de esta estancia apunta hacia Kochab -una de las estrellas de la Osa Menor- al tiempo que el conducto sur de la Cámara del Rey señala a Thuban, la Estrella Polar de la época faraónica. En cambio, el objetivo del conducto sur era Al Nitak, en el cinturón de Orión, constelación identificada por los egipcios con Osiris.

Como vemos, en dos de los casos citado -Sirio y Orión- las estrellas elegidas concuerdan con el objetivo de los alineamientos de Nabta Playa. Se establece así un nexo entre los habitantes neolíticos de esa región y los egipcios de la época de las pirámides. Relación que parece hacer mención al origen de la civilización faráonica, cuyas primeras y lejanas raíces se hunden en el desierto.

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