Historia oculta
10/04/2023 (08:00 CET) Actualizado: 10/04/2023 (08:00 CET)

El secreto egipcio de los templarios

Descubre cómo la fascinante orden templaria hunde sus raíces en la magia y la sabiduría del Antiguo Egipto

Josep Guijarro

Periodista y escritor

10/04/2023 (08:00 CET) Actualizado: 10/04/2023 (08:00 CET)
El secreto egipcio de los templarios
El secreto egipcio de los templarios
Nº 390, Enero de 2023
Este artículo pertenece al Nº 390, Enero de 2023

Oficialmente, la Orden de los Pobres Conmilitones de Cristo y el Templo de Salomón, conocidos como Orden del Temple o simplemente templarios, viajó a Tierra Santa tras la primera Cruzada para defender los caminos y los peregrinos que iban a expiar sus pecados al Santo Sepulcro de Jerusalén. Oficialmente, insisto, ningún historiador les atribuye otro cometido que el de la defensa de la fe por la espada, así que llama poderosamente la atención que diversas corrientes esotéricas hayan vinculado la orden a ritos paganos y conocimientos ocultos que habrían nacido en el mismísimo Egipto.

¿Te resulta familiar la inscripción IHS en las tumbas templarias? La Iglesia que les persiguió y excomulgó en 1314 dirá que se trata de un monograma, es decir, un símbolo formado por letras entrelazadas que se utilizaban como abreviatura de Jesús, pero cierta corriente, relacionada con la masonería templaria, de la que hablaré a continuación, asegura que esconde a tres dioses egipcios: Isis Horus y Seth. El monograma se utilizó durante siglos, en gran parte gracias a la difusión que le dio el durante el siglo XI el verdadero ideólogo de los templarios. Me refiero al reformador de la rama benedictina del Císter, Bernardo de Claraval, y posteriormente San Ignacio de Loyola, que lo adoptó como emblema de la Compañía de Jesús en 1541.

San Ignacio de Loyola
San Ignacio de Loyola

Culto a la madre tierra

A priori, parece delirante que cistercienses y templarios mezclaran cristianismo y paganismo. San Bernardo, que llena con creces uno de los periodos más brillantes de la cultura y espiritualidad medievales, proclamaba la ortodoxia frente a los herejes y, gracias a su declarada vocación mariana, dedicó a la Virgen todas y cada una de las iglesias de su orden. Bernardo de Claraval tenía un agudizado sentimiento de la naturaleza pecadora del hombre y del mundo; exaltó la pobreza como elemento precursor de la futura religiosidad mendicante y colaboró de forma decisiva en la fundación de los templarios con su De laude nova militiae, un texto donde defiende una primitiva identidad de Europa en contra de la invasión musulmana de la península Ibérica en forma de Guerra Santa

San Bernardo colaboró de forma decisiva en la fundación de los templarios con su De laude nova militiae

Resulta difícil exagerar el decisivo papel desempeñado por san Bernardo en la expansión del Cister, una orden monástica que estuvo detrás de todas las obras que el Temple financiaría gracias a su rápida expansión y, entre las que cabe destacar, la catedral de Santa María de Vézelay, en Francia. Viajemos hasta allí. La primera cosa que llama la atención es su nombre. No es a la Virgen a quien está advocada, sino a María Magdalena, que tantos y tan imaginativos argumentos esotéricos nos ha legado tras la publicación en 2003 de El Código da Vinci de Dan Brown. No desvelo nada si te digo que, fundamentado en investigaciones reales, el autor atribuyó a la Magdalena la personalización de un culto a la fertilidad, a la Madre Tierra, que se pierde en la noche de los tiempos y que, como veremos, está íntimamente relacionada con la diosa Isis egipcia.

Ojo, conviene aclarar que la colina de Vézelay era ya lugar de devoción desde el siglo IX, cuando se propagó el rumor de que las reliquias de santa María Magdalena descansaban allí, y eso lo sabía perfectamente san Bernardo. Pues bien, en el interior de esa basílica hallamos mensajes encriptados, como el que figura en el capitel románico del siglo XII donde podemos ver a Moisés matando al egipcio. Todos sabemos que Moisés es el profeta más importante del judaísmo, no solo por ser el liberador de la esclavitud del pueblo hebreo del yugo del faraón, sino también por ser el encargado de entregar la Ley de Dios escrita en las famosas tablas esculpidas a fuego en el monte Sinaí, también en Egipto.

Moisés matando al egipcio en el capitel románico de Vezelay
Moisés matando al egipcio en el capitel románico de Vezelay

El Libro Egipcio de los Muertos

San Bernardo debió comprender que, aunque Jesús era étnicamente un judío, no fue el «enviado» de Dios para establecer la religión judía. El de Claraval entendió que Cristo fundamentó su mensaje en el país donde inició su misión, el país del «pueblo elegido»: Egipto. Y de ahí que el Císter mantuviera vivo el legado egipcio, unido al mensaje de amor de Jesús y la Madre Tierra, esto es, María Magdalena como trasunto de la Isis egipcia. ¿Crees que exagero? Juzga por ti mismo…

El tímpano historiado de Santa María de Vézelay parece confirmar la influencia egipcia. En el centro del dintel vemos a Jesús con las manos a ambos lados del cuerpo, rompiendo el esquema habitual del pantocrátor medieval que bendice a quien le mira. A la derecha están los tetramorfos de los apóstoles (san Mateo con un ángel, san Marcos con un León, san Lucas con el Toro y san Juan con el Águila), en lo que parece una representación de Pentecostés, cuando descendieron las lenguas de fuego del firmamento y que es, curiosamente, una de las fiestas templarias más importantes, asociada al rito del Baphomet.

Más llamativa resulta la escena situada a la izquierda de Cristo, pues corresponde literalmente a una escena del Libro de los Muertos egipcio. Se trata concretamente del pesaje de las almas o, como lo llamaban los griegos, el psicostasis. Según las antiguas creencias egipcias, tras la muerte, el difunto debía realizar un complejo viaje para entrar al reino de Osiris. Uno de los puntos más sobresalientes de este recorrido guiado por Anubis, el dios chacal y rey de los muertos, consistía en el pesaje del alma, un complejo ritual que tenía que realizar el espíritu del difunto para pasar al más allá. En muchas momias se han encontrado chuletas con las frases que el faraón debía recitar. Y es que, cuando Anubis colocaba el corazón del difunto sobre un platillo de la balanza, en el otro estaba la pluma de Maat, como símbolo de la verdad y la justicia.

Timpano de Vezelay y el Libro de los muertos
Timpano de Vezelay y el Libro de los muertos

En la tierra como en el cielo

El escriba de los dioses, Dyehuty (el Ibis, que es una de las representaciones del mágico dios Thot), interrogaba al difunto, y el corazón aumentaba de peso si mentía, o menguaba si decía verdad. Si el juicio salía bien, el alma pasaba al más allá. De lo contrario, el dios Ammit devoraba al difunto dejándolo en el inframundo de forma permanente. Pues bien, la escena del Juicio Final del tímpano de la basílica muestra todo el proceso de pesaje del alma de los ritos egipcios, donde Anubis es sustituido por el arcángel san Miguel, Osiris pasa a ser el Pantocrátor, y al otro lado de la balanza se abren las fauces abiertas que devorarán a las almas condenadas de los penitentes. La escena es sobrecogedora. Como oficialmente los templarios no estuvieron en el país del Nilo, es lógico pensar que estas escenas proceden del cristianismo copto que surgió en Egipto en el siglo I de nuestra era y tuvo acogida en el ámbito bizantino.

En el tímpano de la basílica de Vezelay encontraremos la representación de los signos zodiacales

Hay más. En la parte inferior de la escena toparemos con la representación de los signos zodiacales, es decir, las constelaciones que representan a Cristo como rey del Universo. En el Nuevo Testamento, María Magdalena es citada exactamente doce veces, un número que bien podría relacionarse con las constelaciones del firmamento o con su rango de primer apóstol de la Iglesia primitiva tras la muerte de Jesús. El cielo fue muy importante en las sociedades agrícolas, pues permitía establecer un calendario, pero los antiguos egipcios fueron más allá, orientando sus monumentos a las constelaciones del firmamento para erigir una especie de mapa del cielo en la tierra. Me explicaré. Los sacerdotes asociaron algunos de sus dioses con cuerpos celestes concretos, a veces a más de uno. De este modo, el Sol era Ra, que ocasionalmente podía convertirse en Horus y durante la noche se relacionaba con Marte y la constelación de Anu. Cuando Mercurio estaba en poniente se le identificaba con el malvado Seth. La diosa Isis es citada en los Textos de las Pirámides como la estrella Sephedet, que equivale a la estrella Sirio. Y la diosa Nut, que hallamos representada en numerosos techos de tumbas y templos egipcios, es una personificación de la Vía Láctea.

Pues bien, el investigador Robert Bauval comprobó cómo los mal llamados canales de ventilación de la Gran Pirámide de Giza estaban orientados a los trasuntos de los dioses en el cielo, pero además las tres pirámides (Keops, Kefrén y Micerinos) estaban orientadas a las tres estrellas del cinturón de Orión que, en la particular cosmogonía egipcia, se correspondían con Osiris. Lo más llamativo es que el cinturón de estrellas coincidía en el zenit con las pirámides en el año 10.500 antes de Cristo, y en esa fecha Nut coincidía con el curso del río Nilo. Es decir, era un mapa del cielo en la Tierra, un reflejo del cielo. Por qué se hicieron coincidir con ese año es un misterio, pero algunos autores sostienen que podría estar relacionado con un hito climático.

Las pirámides son un mapa del cielo
Las pirámides son un mapa del cielo

Pirámides y catedrales góticas

Que la meseta de Giza estaba planificada como un mapa estelar viene a corroborarse cuando contemplamos la icónica Esfinge, una gigantesca escultura con cuerpo de león, cola de león, garras de león y cara… de Kefrén. Bueno, eso es lo que dice la egiptología, aunque muchos investigadores heterodoxos sostienen que debió tener cabeza de león y que el faraón Kefrén la reutilizó esculpiendo su rostro, lo que explicaría tanto su erosión como su desproporción respecto al resto de la escultura. La Esfinge de Giza está orientada al este equinoccial. El 21 de marzo el sol amanece entre sus ojos cuando se oculta en su cola la constelación de Leo, presagiando la llegada de las lluvias. Este era un dato calendárico importante para una sociedad basada en la agricultura. 

Las catedrales erigidas por los templarios en los siglos XI y XII dibujan la constelación de Virgo sobre el mapa

Pues pasa lo mismo con las catedrales góticas que erigieron los templarios gracias a los artesanos cistercienses en la Europa medieval de los siglos XI y XII. Fue Louis Charpentier quien, en un libro editado a finales de los sesenta, El misterio de la catedral de Chartres, advirtió que dibujaban en el suelo la constelación de Virgo, en otras palabras: la Virgen. ¿Casualidad? Lo dudo. Cabe destacar también que durante sus dos siglos de existencia, los templarios jalonaron el camino de Santiago de ermitas repletas de rica simbología. Es conocido que los peregrinos utilizaron la posición de la Vía Láctea en el cielo como referencia para orientarse, pues en verano el camino de estrellas se posiciona nordeste-sureste.

Y si viajamos al castillo templario de Tomar, en Portugal, comprobaremos cómo los arcos ojivales de su impresionante girola subrayan las direcciones de los puntos cardinales y cómo su bóveda octogonal (en referencia a la cúpula del Templo de Jerusalén) es un mapa estelar. Así, si invertimos el plano del edificio sobre una carta del cielo, las constelaciones delimitan el edificio. La misma planta del castillo guarda una semejanza providencial con la constelación del Boyero. 
Su longitud y anchura, por ejemplo, están en proporción de dos a tres, resultando un ángulo de treinta y cuatro grados entre la girola de la capilla octogonal del Convento de Cristo y la torre cuadrangular sudoeste. Pude saber que esos 34 grados que dista del Oriente geográfico (33 en América) es denominado el Oriente de San Juan, y hacia ahí los templarios orientaran sus construcciones como homenaje secreto a su patrón: Juan el Bautista.

Castillo de Tomar
Castillo de Tomar

Cristianismo: La religión egipcia

De hecho, los templarios llevaron a Europa la tradición juanista para unirla con la de María Magdalena, dando sentido a dos misterios que hasta entonces parecían separados: el principio masculino y femenino encarnados en Juan el Bautista y la Virgen María versus Jesús y la Magdalena.  No olvidemos, además, que los nueve fundadores del temple, con el mítico Hugues de Pains a la cabeza, eran oriundos de la Champagne, una zona impregnada del culto a María Magdalena y cuna de numerosas herejías medievales. 

El profesor de Historia Antigua en la Universidad de Columbia de Nueva York, Morton Smith, no tuvo ningún reparo en afirmar en su libro, Jesús el mago, que los presuntos milagros de Jesús eran prácticas mágicas de Egipto. La influencia egipcia en los Evangelios es incuestionable. Un sacerdote catalán, Llogari Pujol, desgrana en su libro, Jesús, 3000 años antes de Cristo, las similitudes existentes entre los textos sagrados y el mito de Osiris.
No solo la idea cristiana de la Trinidad encaja con la concepción religiosa de los antiguos egipcios, que tenían el número tres como símbolo de lo plural; sino que la cruz copta resulta tremendamente similar al ankh (cruz ansada egipcia); y el mismo Padrenuestro es casi una copia literal de un texto del año mil antes de Cristo titulado la Oración del Ciego. Hay más. En las paredes del templo de Lúxor están representadas la Anunciación, el Nacimiento y la Adoración del rey, tal como se describen en los capítulos I y II del Evangelio de Lucas. Pongamos, además, que tanto Jesús como Osiris nacieron por intercesión divina, ambos fueron «bautizados» y, tras su muerte, ambos resucitaron al tercer día. Lo del bautismo no es un eufemismo. En el Manuscrito Leyde podemos ver a Horus bautizando con agua y fuego al faraón. Es un fundamento de la religión egipcia que primero heredarán los hebreos a través de Moisés, literalmente «salvado por las aguas».

Las figuras de Jesús y María tenían fines iniciáticos que se concretaban en el mito de Isis y Osiris

Por consiguiente, aunque Jesús se ajustase al rol profetizado de Mesías judío para ganar el apoyo popular, todo indica que tanto él como María tenían probablemente fines iniciáticos que se concretaban en el mito de Isis y Osiris.

Isis y las vírgenes negras

Las lluvias que propiciaban las regulares inundaciones del río Nilo y abonaban las tierras de cultivo con sus limos negros fueron interpretadas por la religión egipcia como las lágrimas de Isis por la muerte de su esposo. Por eso, como «diosa madre» primordial, su piel es negra, igual que la de Deméter, Artemisa o Cibeles. Los templarios fueron más allá, «inventaron» la figura de Nuestra Señora camuflando a la diosa madre bajo la imagen de una Virgen negra y asociándola a la María Magdalena del cristianismo, a la que tanto cristianos coptos como los evangelios apócrifos reservan un papel mucho más importante que a la madre de Jesús. ¿Fue inspiración divina o influencia egipcia?
Una leyenda asegura que los templarios habrían llegado a la isla egipcia de Philae en el Medievo, donde se erige el principal templo de Isis. Los antiguos egipcios creían que fue en este lugar donde la esposa de Osiris recogió los trozos de su cuerpo para reconstruirlo y volverlos a la vida. Aunque el bello templo que hoy puede visitarse es original, no se encuentra en su emplazamiento primigenio. La construcción de la presa de Asuán en los años sesenta lo inundó y se trasladó piedra a piedra a un lugar seguro.

El culto a Isis en el templo de Philae siguió vigente hasta la Edad Media

Una de las cruces pateadas del templo de Isis en Philae
Una de las cruces pateadas del templo de Isis en Philae

Sabemos que durante la Edad Media seguía vigente en Philae el culto a Isis como diosa pagana de la fertilidad, vinculada a la Madre Tierra. De hecho, en el lugar más sagrado de la construcción aún podemos ver la imagen de Isis amamantando a su hijo Horus en una iconografía idéntica a las vírgenes románicas sedentes. Curiosamente, los templarios fueron los grandes difusores de esa iconografía, y en muchas ermitas y templos se celebraban romerías donde los fieles se imbuían de la energía que allí se manifestaba a través de la Madre Tierra, personificada en la imagen de la Virgen negra. Los templarios, como los constructores egipcios, erigían sus templos en lugares telúricos considerados sagrados desde la noche de los tiempos.

Cuando visité Philae por primera vez me sobrecogí porque las columnas de la sala hipóstila y el templo mismo está repleto de cruces templarias. Incluso hay un altar cristiano en su interior.
Lamentablemente no existe ningún documento que avale la presencia templaria en este lugar tan remoto de Egipto. Es más, según refiere Katherine Bard en The encyclopedia of the archaeology of Ancient Egypt, las cruces que hoy nos llaman la atención son, en realidad, del siglo VI, cuando los sacerdotes del templo fueron expulsados de Philae y las estatuas trasladadas a Constantinopla como botín.

Los coptos, según una teoría, desfigurarán las imágenes de las divinidades egipcias

La fuerza del mito

Con objeto de asestar el golpe de gracia a lo que consideraba último bastión del paganismo en Egipto, el obispo Teodoro transformó la sala hipóstila en una iglesia dedicada a San Esteban, el primer mártir del cristianismo lapidado en Jerusalén. Según la teoría de Bard, serán los coptos, a partir de entonces, quienes desfigurarán algunas imágenes de las divinidades egipcias y colocarán cruces e inscripciones en muchas de sus columnas. No obstante, ¿por qué insertaron cruces templarias y no las cruces coptas? Y lo que aún es más llamativo: ¿Por qué otros templos egipcios que fueron refugio para los cristianos coptos no poseen estas grafías? No hay respuesta.

Entre las comunidades religiosas medievales que contribuyeron decisivamente a la consolidación del culto a la Virgen en Occidente entre los siglos XI y XIII están los cistercienses, los templarios y la Orden de los Caballeros del Hospital de San Antonio, quienes propiciaron el culto público a la Virgen María como entidad independiente de Jesús.

Las «vírgenes negras» también aparecen mencionadas en el Cantar de los Cantares cuando reza: «Yo soy negra, como la forma de la hija de Jerusalén, como las tiendas de cedro, como las pieles de Salomón». Y es que conviene no perder de vista que la Orden del Temple estuvo emplazada nueve años –desde 1119 a 1128– en las ruinas del templo de Salomón, una construcción octogonal que dispuso el rey Balduino de Jerusalén para los nueve fundadores de la orden. 

Puede que en estos tiempos de dependencia tecnológica, de consulta permanente a Google, hayamos perdido el valor de lo simbólico. Pero que no sepamos interpretar los arcanos no significa que estén despojados de fuerza ni valor. Como solía decir mi gran amigo y experto en temas templarios, Juan García Atienza, cuando ciertas claves se repiten una y otra vez no es por casualidad. Lo decía en relación a los nueve caballeros y los nueve años transcurridos en el templo de los judíos. ¿Imitaban a los nueve dioses de la Eneada egipcia?

Los nueve fundadores del Temple imitaban simbólicamente a los nueve maestros que miles de años antes habían buscado los secretos perdidos del templo de los judíos

A todos se nos antoja que nueve caballeros, por muchos escuderos que llevaran consigo, son insuficientes para la protección de los caminos y los santos lugares. El nueve debe tener otra función. Según Michel Lamy, aquellos nueve Pobres Caballeros de Cristo imitaban simbólicamente a los nueve maestros que varios miles de años antes habían buscado los secretos perdidos del desaparecido arquitecto del templo de los judíos. Hablo de Hiram Abiff, constructor de los templos del rey Ciro dedicados –¡oh casualidad!– a la Gran Diosa y el responsable de erigir en siete años un templo en honor a Yahvé. La gesta de Hiram Abiff es también el origen de la leyenda masónica que da origen a los tres grados del rito inicial que rescató el ocultista Eliphas Levi de un manuscrito del siglo VIII.

Representación de Hiram
Representación de Hiram

Niveles del cosmos

El mítico templo era un auténtico tratado de geometría que reproducía en sus estructuras simbólicas los diferentes planos o niveles del cosmos. La construcción sería una reproducción de la bóveda celeste donde el Sol es el rey y el altar apuntaría a la constelación de Aries. Curiosamente, aún hoy en día, la decoración de las logias masónicas representa en su techo la bóveda celeste y a su alrededor están los signos del zodiaco. El Antiguo Testamento asegura que para la construcción del templo de Jerusalén fueron necesarios 153.300 trabajadores, divididos jerárquicamente en tres grados: 70.000 aprendices, 80.000 oficiales o compañeros y 3.300 maestros. Asegura la leyenda que se reconocían entre sí por medio de palabras secretas, señales y toques, diferentes para cada categoría. 

El maestro Hiram fue asesinado a golpes

Según la tradición masónica, tras completar la construcción, Hiram fue asesinado a golpes. Los asesinos enterraron el cadáver lejos de Jerusalén y Salomón ordenó que nueve maestros lo buscaran. ¿Les suena? Por si aún no lo has advertido, la muerte de Hiram guarda relación simbólica con Osiris. El arquitecto del templo de los judíos fue asesinado en la puerta occidental del templo, que es donde se pone el Sol. En la mitología egipcia los Salones del Amenti, regidos por el dios de la muerte y la resurrección, están situados también en Occidente. Osiris se levanta de entre los muertos en el norte, que en la mitología egipcia está regida por Leo. Hiram Abiff es levantado de entre los muertos mediante un estrechamiento de manos masónico denominado la presa del león. Y, si todo esto te parece poco, tanto en los misterios masónicos como en los egipcios el «dios» que ha resucitado es enterrado en una colina señalizada con un árbol, en el caso de Hiram con una acacia.

Los orígenes de la masonería, por tanto, son neblinosos. A mi juicio no residen en el siglo XVII, como mantienen los académicos, sino que sus fuentes y ritos se fundamentan en la construcción del templo de los judíos y, muy posteriormente, en los gremios de constructores medievales. Los historiadores aseguran que, en el mejor de los casos, las primeras menciones masónicas datan del siglo XIV en dos famosos manuscritos, el Regius y el Manuscrito Matthew Cooke, pero el profesor Javier Alvarado, catedrático de Historia de las Instituciones de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), advierte en su libro Templarios y masones: las claves de un enigma que, pese a que la Orden de Malta encajaba mejor en el perfil buscado por la masonería, ésta se proclamó templaria.

Masonería templaria

En efecto, pese a que la Orden de Malta, más conocida como El Hospital de Jerusalén, se fundó hacia el año 1080, décadas antes que la del Temple, y que, según Alvarado, «crearon los primeros altos grados masónicos y consignaron en ellos ciertas leyendas masónicas, inspiradas en las leyendas de la fundación del Hospital de Jerusalén, introdujeron escenas rituales propias de la investidura de armas melitense y tachonaron sus rituales de reflexiones y exhortaciones morales y explicaciones simbólicas tomadas de los rituales de caballería», el papel de caballería masónica se la llevan de calle los templarios porque son quienes sirven de nexo entre Oriente y Occidente.

Como ilustraron Gérard y Sophie de Sède, los templarios mantuvieron contacto en Oriente con los Bâtini d’Alamût y en Egipto visitaron la famosa Casa de las Ciencias del Cairo, donde hebreos y musulmanes habían reunido libros e instrumentos que resumían todos los conocimientos de la época. Y algo aprendieron porque a partir del año 1130, la Orden del Temple comenzó a levantar el vuelo e inició por cuenta propia sus primeras incursiones en el campo arquitectónico con la aplicación de la llamada ecuación universal.

Los constructores del Temple pudieron aplicar la ley cósmica y la geometría sagrada a la edificación de los monumentos religiosos más hermosos que el mundo cristiano haya conocido, y ya sabemos que de los gremios de constructores medievales nace de facto la masonería operativa. 

La variante templaria de la masonería es practicada por cerca de tres millones de personas

Un rey muy débil, Eduardo II, no aplicó la bula Ad providam y los templarios escaparon a Escocia actuando como la caballería de Robert Bruce que, a la sazón, peleaba por la independencia del país (ver AÑO CERO 172). La masonería especulativa se relacionaría, pues, con los templarios refugiados tras su disolución en el siglo XIV en logias masónicas de Escocia, dando origen al rito escocés de corte neotemplario. Más adecuada para la nobleza de las Corporaciones de Oficio de carácter burgués del siglo XVIII, el jacobita Andrew Michael Ramsay introdujo posteriormente la «variable templaria», dando nacimiento al sistema conocido como Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que es practicado actualmente por cerca de tres millones de personas en todo el mundo. A partir de entonces, se introdujo un nuevo elemento de controversia entre quienes abrazaban el origen templario de la institución como fundamento histórico de la Orden y quienes intentaron sostener su origen en los constructores de catedrales.

Jacques de Molay gran maestre templario fue arrestado y quemado vivo
Jacques de Molay gran maestre templario fue arrestado y quemado vivo

El plan secreto de la orden

Según mi buen amigo Eduardo Callaey, «los líderes escoceses preparaban un plan general para restaurar la Orden del Temple (…) Esta nueva caballería pretendía organizarse en una verdadera Orden llamada a controlar la francmasonería y –justo es decirlo– servirse de ella». En cualquier caso, para este historiador y masón argentino, «la espiritualidad de Occidente subyace en las raíces del esoterismo judeocristiano y en el trabajo iniciático de refinar la ‘piedra bruta’, símbolo central de la doctrina masónica que encuentra un antecedente directo en la acción de ‘cuadrar la piedra’, planteada por los grandes maestros benedictinos y cistercienses como alegoría de la construcción del ‘hombre espiritual’, apto para la tarea de erigir sobre la Tierra el reflejo de la Ciudad Sagrada, la mítica Jerusalén Celeste».

Forzada a la clandestinidad durante casi cuatrocientos años, la tradición templaria emergió en el siglo XVII y se constituyó como un factor influyente en las creencias masónicas y rosacruces de la época. El barón Von Hund fundó el Rito de Observancia Estricta Templaria tras recibir los altos grados de la masonería inglesa en 1743. El resto es conocido por la Historia y pierde sus raíces en las escuelas de misterios del antiguo Egipto.

Según mis pesquisas, el Temple fue la cabeza visible de un plan secreto urdido años antes de su fundación por las familias nobles de Champagne, en Francia, y el reformador del Cister, Bernardo de Claraval, quienes en 1108 encargaron traducir y estudiar textos hebraicos hallados tras toma de la ciudad de Jerusalén por parte de los primeros cruzados. Quizá las claves que diseminaron es sus construcciones provengan, como el pueblo hebreo, del enigmático Egipto, de sus ritos, del sincretismo de sus dioses, buscando la unión de Oriente y Occidente para transformar una sociedad que vivía en el perpetuo miedo al pecado. 
 

Sobre el autor
Josep Guijarro

Josep Guijarro es reportero de prensa, radio y televisión, además de autor de varios libros entre los que cabe destacar El tesoro oculto de los templarios, Aliens Ancestrales o Coincidencias Imposibles. Es documentalista de la serie Extraterrestres (DMAX) y forma parte de los programas El Colegio Invisible y La Rosa de los Vientos, ambos en Onda Cero.

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