Civilizaciones perdidas
01/12/2005 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

La morada del dragón

En China la tradición tiene un peso descomunal, y ésta a veces nos habla de aventuras naúticas imposibles, de construcciones sin explicación, de ejércitos fantasma que custodian las tumbas de los emperadores, de ataúdes colgantes en las laderas de las montañas… De enigmas que ahora se abren a los ojos del viajero.

01/12/2005 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
La morada del dragón
La morada del dragón
Gavin Menzies realizó hace años una de las investigaciones más relevantes y completas que se recuerdan. El fruto de ese trabajo se vería, tiempo después en el magnífico libro 1421, el año que China descubrió el mundo. ¿Qué descubría su autor? Después de realizar la titánica labor de reconstruir las navegaciones chinas del primer cuarto del siglo XV, y tras recopilar una información descomunal, llegó a la conclusión de que el 8 de marzo de 1421, los mares fueron surcados por la flota más poderosa que jamás vieron los tiempos antiguos.

El propósito estaba muy claro: 108 barcos de junco, algunos de ellos con casi 150 m de eslora, tenían como objetivo devolver a su país de origen a los dignatarios que habían ido a rendir homenaje al emperador Zhu Di. Tras ello, debían de recaudar tributos a lo largo y ancho de los mares conocidos y desconocidos. Sería muy largo de narrar, pero de este modo la flota china visitó las costas de América setenta años antes que Colón; Australia 350 años antes que Cook; dieron varias vueltas al globo cien años antes que Magallanes… y esa aventura épica fue condenada al olvido, como en el olvido quedaron sus pirámides, sus momias, las aspiraciones del emperador Shi Huangdi al construir la Gran Muralla, y el enigma de los soldados de terracota que custodian su tumba… Son muchos los misterios pendientes de solución en el gigante asiático. Aquí tienen parte de ellos…

Shi Huangdi, el gran destructor

Conquistador despiadado, Huangdi es uno de los personajes que más polémica ha desatado entre los historiadores de todas las épocas.

Mientras los europeos aún vivían prácticamente en la Edad de Piedra, los chinos ya habían edificado una sociedad en la que primaban la cultura y las artes, y en ocasiones, también el fuego y las luchas por el poder… Fue el caso de la dinastía Qin que, a pesar de su escasa duración –apenas del año 221 al 206 a. de C.– edificó uno de los regímenes más relevantes de su tiempo, marcado por la erradicación de cualquier tipo de disidencia.

Su fundador Shi Huangdi destacó sobre el resto de mandatarios, tanto por su capacidad de dominio como por su intolerancia y brutalidad con los enemigos políticos, iniciando una auténtica cruzada contra todo aquél que se pusiera en su camino.

El incipiente tirano comenzó su terrible andadura asesinando al entonces amante de su madre y enviando al exilio a su tutor regente para, de esta manera, ejercer, a pesar de su prematura edad, el poder absoluto. A partir de ahí, comenzó a someter todos los feudos en que se dividía la amplia zona hasta edificar uno de los mayores imperios de Oriente.

El nuevo nombre de un dictador

Cierto día Zhao Zheng decidió cambiarse de nombre para resaltar su grandeza y se hizo llamar Shi Huangdi, algo así como el "primer augusto soberano". Seguro de su inmortalidad, cuentan las crónicas que numerosos alquimistas trabajaban para él día y noche en busca del elixir de la vida eterna. Ególatra y cruel, siempre se encontraba viajando de un lugar a otro, escondido en alguno de sus 260 palacios, sin duda para evitar que alguno de sus enemigos lo asesinara. Junto a su leal ministro Li Si, que lo asesoraba en todo lo relacionado con el gobierno, introdujo profundos cambios en la sociedad china de entonces: centralizó el ejército, controló todas las actividades económicas –principalmente las relacionadas con la agricultura– y unificó el imperio. Durante su mandato abolió la aristocracia hereditaria y sus territorios se dividieron en provincias gobernadas por burócratas nombrados por el mismo Huangdi. Unificó los pesos y las medidas y adoptó un sistema de escritura único para todo el territorio. De él dijo el historiador Arthur Cotterell que "en su lucha por imponer la uniformidad se convirtió en uno de los grandes destructores de la historia".

Y no es para menos. Mandó confiscar y posteriormente quemar todos los escritos de sus enemigos políticos, lo que le llevó a ser apodado "el destructor". En su búsqueda de la uniformidad cultural, Huangdi ordenó ilegalizar muchas de las escuelas filosóficas que habían florecido durante los últimos años de la anterior dinastía, el período conocido como Zhou. El emperador persiguió con ahínco todos los escritos de Confucio y sus seguidores, textos que mandó quemar en grandes piras. A pesar de ser el primer bibliocasta o destructor de libros en masa de la historia, creó una enorme biblioteca que contenía, además de los textos de los legalistas –los únicos permitidos–, un ejemplar de todos los libros prohibidos y perseguidos por el régimen.

Sima Qian, uno de los grandes cronistas de China, que acabaría sus días también con problemas censorios –fue castrado y sus legajos quemados– se refirió a la gran caza emprendida por Huangdi con las siguientes palabras: "Las historias oficiales, con excepción de las Memorias de Ts'in –Huangdi– deben ser todas quemadas. […] Aquellos que osen dialogar entre sí acerca del Shi King y el Schu King serán aniquilados y sus cadáveres expuestos en la plaza pública. Los que se sirvan de la Antigüedad para denigrar los tiempos presentes serán ejecutados junto con sus parientes […]. Treinta días después de que el edicto sea promulgado aquellos que no hayan quemado sus libros serán marcados y enviados a trabajos forzados".

Pero finalmente el emperador sufrió el mismo castigo que sus víctimas. En el año 206 a. de C. la guerra civil que asolaba al país no respetó su querida biblioteca, que fue completamente arrasada.

Óscar Herradón Ameal

Los misteriosos ataúdes colgantes

Uno de los grandes enigmas arqueológicos del país asiático es el descubrimiento de miles de ataúdes que fueron colgados en inaccesibles cuevas y escarpados acantilados. Su peso llega a alcanzar los 500 kg y la mayoría de ellos están tallados en un solo bloque de madera…

Su datación más antigua corresponde al siglo VII a de C., sin embargo los más importantes no fueron descubiertos hasta la década de los años 70 del pasado siglo, cuando a causa del desgaste de los años, las puertas de madera que protegían las cuevas cedieron y permitieron vislumbrar los extraños y secretos enterramientos que se ocultaban en su interior. Los arqueólogos consideran que los antiguos ataúdes pertenecen a la tribu Baiyue, antigua minoría étnica que poblaba la montaña Longhu, lugar sagrado del taoísmo y donde actualmente se siguen descubriendo nuevos féretros.

Los habitantes de las diferentes zonas nunca pudieron acceder a dichas cuevas, posiblemente por ello en algunos de los enclaves inventaron leyendas sobre las criptas naturales asegurando que en su interior habían sido escondidos tesoros incalculables y libros sin palabras escritos por los mismísimos dioses.

Pero, ¿cómo pudieron los antiguos chinos subir y colgar en lugares tan inaccesibles féretros de hasta 500 kg…? Los expertos reconocen que todavía no saben demasiados detalles sobre esta peculiar costumbre funeraria.

Aunque también aprovechaban las cuevas y grietas naturales para colocar los féretros, sus métodos de construcción no dejan de llamarnos la atención. Se tallaban dos o tres agujeros en el acantilado y se insertaban estacas sobre las que se sostenía el ataúd. Otro sistema es conocido como "talla en cavernas", cuyas paredes se cincelaban en dirección horizontal o vertical para colocar los ataúdes. Éste, hecho generalmente de madera, era más ancho en su parte superior y más angosto en la inferior –forma de barco–, ensamblándose con broches de presión y espigas. El difunto era acostado boca arriba con el cuerpo envuelto en un sudario de lino y, a sus pies, se colocaba el ajuar funerario con objetos de cerámica y bambú, martillos de madera, espadas de hierro, y tejidos de lino o de seda.

Existen varias teorías que tratan de explicar el enigma de esta costumbre funeraria. Algunos investigadores apoyan su punto de vista en razones religiosas, afirmando que los antiguos pobladores creían que de este modo el difunto estaba más cerca del cielo y, por lo tanto, el acceso al paraíso era más inmediato. Otra teoría, más práctica que religiosa, atribuye la explicación a que las zonas donde se practicaron estas costumbres funerarias son propensas a corrimientos de tierra e inundaciones, por lo que dicho sistema sería la forma más segura para que los muertos descansaran en paz.

El hallazgo de mayor importancia fue descubierto en marzo de 2003 en la provincia central de Guizhou. Se trata de la mayor concentración de ataúdes colgantes de toda China con una sima sepulcral con más de mil , instalados a diferentes alturas que seguían un orden genealógico, situando las generaciones más antiguas encima de las más jóvenes.

En el distrito de Gongxian –provincia suroccidental de Sichuan– también han sido hallados más de 300 ataúdes colgantes pertenecientes a la enigmática etnia de los Bo, una de las 56 minorías nacionales de la antigua China, que curiosamente aún sigue preservando la singular costumbre de colgar las tumbas de sus familiares en los precipicios. Gracias a su extrañeza, han sido incluidas entre las reliquias culturales de preservación priorizada del país.

David E. Sentinella

El renacer del imperio amarillo

Si la Gran Muralla fue el símbolo del poderío alcanzado en el pasado por China, el comercio exterior y su imparable crecimiento es hoy el icono que representa a la próxima gran potencia mundial.

El escepticismo de los analistas mundiales se ha roto. Ya nadie duda de que China camina a paso firme para volver a ser el imperio que fue antaño. Las grandes ciudades de este país se han convertido es una hipérbole del mundo occidental. El paisaje ha quedado enterrado bajo inmensos rascacielos y luces de neón. Tras esta imagen se esconde una nación que, en silencio, ha crecido de tal modo que para el año 2025 estará en condiciones de convertirse en una superpotencia tan poderosa o más que Estados Unidos.

Tras el final de la Guerra Fría, China comenzó a crecer en silencio gracias a una política industrial que ha convertido a este país en la fábrica del planeta. Es el consumo de petróleo el que ofrece la clave de este crecimiento espectacular. De hecho, este dato es el barómetro más importante de un país. Pero en este caso, también los latidos demográficos son fundamentales a la hora de cualquier análisis. Y es que, a día de hoy, uno de cada cuatro habitantes del mundo es de nacionalidad china, mientras que sólo uno de cada veinticinco es norteamericano, y uno de cada quince europeo. Son más que nadie y están dispuestos a demostrarlo. Como dato significativo de su crecimiento, sirva señalar que el primer coche comercial que se vendió en Pekín data de 1984. Apenas dos décadas después, el parque de automóviles es de más de dos millones de coches que, además de ser de fabricación propia, consumen poco y son baratos en el mercado. Como consecuencia de ello, las recién nacidas marcas chinas ocuparán hacia el año 2010 una cuota de mercado en Occidente similar a las clásicas del resto del mundo. En Europa se comprarán tantos coches chinos como europeos…
Cuando cayó el Muro de Berlín, el consumo de oro negro en China era de poco más de un millón de barriles diarios, mientras que en el momento actual demanda más 6 millones. Si este ritmo de crecimiento continúa, para el año 2025 China estará consumiendo unos 15 millones de barriles todos los días, alcanzando el mundo occidental y EEUU. Y con una diferencia: los orientales están diseñando unos mecanismos de suministro desde países lindantes mientras que los occidentales deben recurrir a las armas para poder cumplir con la demanda de petróleo. A nivel estratégico esta actitud –la llamada "diplomática asimétrica"– convertirá a China en el eje de Asia dentro de muy pocos años. Todos los expertos señalan que quien domine este continente, dominará el mundo.

Para comprender todos estos datos, sirva citar sólo unas referencias que ya palpamos perfectamente: China exporta más que importa. Como medida proteccionista, EEUU ha impuesto fuertes aranceles a los productos chinos al tiempo que intenta postergar en el tiempo el embargo de venta de armas que sufre el país. Pero tampoco esto es un problema que China parezca tener, puesto que tan singulares son sus números que apenas necesita invertir un 3,5% de su PIB en presupuesto del ejército, lo que no le impide ni impedirá mantener el mayor ejército del mundo, con más de dos millones de soldados y un presupuesto de 66.000 millones de dólares. Además, cuenta con un poderoso armamento atómico que tiene la disuasión como objetivo, pero que también sirve para destruir el mundo entero gracias a un importante equipo de misiles que puede alcanzar cualquier parte de la Tierra. Además, es el segundo país del mundo que más gasta en comprar aviones, barcos y tanques. En este aspecto, sólo le supera la India, pero la política expansionista del gobierno chino ya ha conseguido que sus vecinos del sur sean el apéndice político y militar del gran gigante amarillo.

Pese a la desconfianza que genera la actitud de China en el mundo, los ánimos que parecen mover al inmenso país son pacíficos. El problema es saber qué pasaría si el dragón se siente amenazado frente a un futuro que a no muy largo plazo dibujan los analistas. Como explica Daniel Gómez, secretario general de la Asociación Española de Recursos Energéticos, el problema es que al ritmo de consumo actual "no existe sitio para dos potencias como EEUU y China". Esta situación no está al margen del examen de situación que realizan en Occidente. En su informe de tendencias para el año 2015, el director de la CIA George Tenet presentaba a China como el enemigo del futuro para EEUU.

En muy pocos años, la mitad del planeta estará bajo dominio de China. Su cultura se extenderá por toda Asia y su comercio llegará a todos los rincones del globo. Para certificar su poderío renovado, se ha convertido en una potencia espacial al ser el tercer país del mundo en situar astronautas en órbita. Todo lo que hacen está cargado de un poderoso simbolismo, al igual que hicieron antaño. Y al tiempo que se insertan en el mundo más capitalista, no pierden como referencia de identidad la milenaria sabiduría y los modelos de comportamiento. Han logrado que todo el mundo mire hacia ellos con una mezcla de admiración y preocupación. Se están sentando las bases de un nuevo Imperio…
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