Vida alternativa
05/05/2020 (12:30 CET) Actualizado: 05/05/2020 (12:36 CET)

Veganismo, la cultura hegemónica del futuro

Muchos pensaron que era una moda pasajera, un esnobismo de nuestro tiempo que se revela contra el sistema, pero lo cierto es que hoy por hoy la opción vegetariana se implanta con fuerza en nuestra sociedad. El veganismo será la cultura hegemónica del futuro.

05/05/2020 (12:30 CET) Actualizado: 05/05/2020 (12:36 CET)
Veganismo, la cultura hegemónica del futuro
Veganismo, la cultura hegemónica del futuro

El auge que experimenta la «cultura vegana» a nivel mundial es innegable, estimándose su crecimiento medio anual en un 6% en lo que concierne solo a los aspectos alimenticios, una tendencia que aseguran compartir casi un 8% de los españoles y que, gracias a la investigación, a la innovación de la industria y a la diversificación de alimentos facilitada por la siempre discutida globalización, parece haber logrado resolver con solvencia la mayoría de las dudas que se formulaban sobre su adecuado equilibrio nutricional. Los aportes proteicos de calidad están desde hace mucho tiempo garantizados y los vitamínicos se resuelven suplementando o bien complementando productos, haciendo factible en la actualidad una alimentación 100% vegana sin problemas carenciales. Una alimentación que además hoy se presenta con un gran atractivo y una amplia versatilidad culinaria. 

Salud, coherencia y medio ambiente

No obstante, la gran baza de lo vegetariano se decide en el terreno de la salud. Y es que tal y como aseguran los partícipes de este modelo sus ventajas más relevantes se manifiestan en su contrastada capacidad de prevención de trastornos relacionados con la alimentación, así como en la notable mejoría que propicia en numerosas patologías crónicas, dando por buena la célebre máxima de Hipócrates «que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina». La conexión indiscutible entre el consumo de carne y patologías como el cáncer solo llegó al gran público hace unos años, a pesar de que desde hace décadas los expertos nos venían alertando sobre ello. Obviamente, ante la alerta y recomendaciones de bajar el consumo de cárnicos impulsada por la Organización Mundial de la Salud, la industria se defendió, con virulentas maniobras que buscaron restar credibilidad a la campaña junto a un despliegue mediático pocas veces visto. 

Y eso en el ámbito de la salud, ya que la reducción o eliminación de proteínas animales de la alimentación implica también para la cultura vegana una expresión de coherencia y conciliación vital, al propiciar el bienestar animal y actuar sobre las repercusiones medioambientales derivadas de la ganadería industrial que genera la llamada carne barata.

Cabe señalar por último que la expansión de «lo vegetariano» –que en España supone una reducción del 12% en el consumo de carne desde 2012– coincide en los últimos meses con estudios que refuerzan el vínculo entre su consumo y un mayor calentamiento global. Este aspecto fue apuntado en el reciente informe presentado en Naciones Unidas por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, documento que causó un gran revuelo mediático en agosto pasado y en el que un centenar de científicos recomiendan a los países industrializados reducir el consumo de carne que no haya sido obtenida de forma sostenible, al ser la ganadería industrial la principal causa de deforestación, por no hablar de la contaminación de aguas y suelos, o el empobrecimiento económico, cultural y poblacional que genera. 

Algunos de estos problemas podrían resolverse si existiera más control sobre el dinero público destinado a generar carne de calidad, que en su mayor parte termina en las manos equivocadas, o si se aplicara el principio de «quien contamina, paga».  Y ya no hablemos de si se lograse gravar con impuestos la carne que enferma, al igual que ocurre con el tabaco y el alcohol.

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