Lugares mágicos
21/07/2014 (20:09 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

Viajamos a la montaña mágica del amazonas

Un reportero de año/cero dirigió una expedición a una de las regiones más inexploradas de la Amazonía, con el objetivo de ascender a la cumbre del cerro Autana, la montaña sagrada de los enigmáticos indios piaroas. 

21/07/2014 (20:09 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
Viajamos a la montaña mágica del amazonas
Viajamos a la montaña mágica del amazonas

En este accidente geográfico y en sus alrededores se dan cita numerosos misterios, y los moradores de la zona jamás han puesto sus pies en la cima, pues todos aquellos que hicieron tal temeridad, sufrieron las iras de los espíritus que la protegen.

El cerro Autana está situado en uno de los lugares más remotos del planeta. En medio de la selva Amazónica venezolana y cerca de un afluente del gran río Orinoco, la montaña se eleva, solemne, ante la vista de sus vecinos más cercanos, los indios piaroas. Para este pueblo, el Autana es sagrado, pues lo consideran «el árbol de la vida» o el centro cosmológico de su existencia. Nuestra expedición hacia las proximidades de la montaña empezó en Puerto Ayacucho. Caótica y desangelada, la capital del estado del Amazonas poco tenía que ofrecernos salvo su museo indígena. Nuestra misión consistía en grabar un reportaje para el programa Cuarto Milenio (Cuatro TV) sobre los misterios que rodean a este cerro.

Junto con el veterano arqueólogo Pablo Novoa, el ufólogo Fernando Magdalena y el operador de cámara José Alberto Gómez, partimos por carretera hacia Puerto Samariapo, situado a orillas del Orinoco –el tercer río más caudaloso del mundo–, muy cerca de la frontera con Colombia. Desgraciadamente, los militares nos impidieron grabar con nuestras cámaras, puesto que la zona es epicentro de contrabandistas de diésel y gasolina, traficantes de drogas y otros delincuentes, que se mezclan entre la humilde población de mestizos e indígenas que, a duras penas, intenta sobrevivir en una región prácticamente desabastecida.

Un pterodáctilo en la selva

Después de saludar a nuestros guías –todos indígenas piaroas– y de acomodarnos dentro de la embarcación que singlaría las aguas del Orinoco y su afluente, el Autana, empecé a revisar los apuntes sobre aquella región. Íbamos a recorrer buena parte del viaje que llevó a cabo el célebre naturalista Félix Rodríguez de la Fuente en un lejano 1973. De la Fuente logró pisar la cumbre del «Árbol de la Vida», el lugar al que transmigran las almas de los muertos, según las creencias piaroas.

Unos días antes de embarcarme en esta expedición, había entrevistado en Caracas al gran explorador de origen inglés Charles Brewer-Carías, el primer hombre que ascendió al Autana. Brewer-Carías accedió a un manuscrito redactado en el siglo XVIII por el padre Salvatore Gilii, el primer europeo que mencionó la montaña. El religioso creía que su cima había servido de atalaya para los antiguos guerreros piaroas, supuestos autores de unos misteriosos jeroglíficos que el aventurero identificó en la pared sur de la montaña…(Continúa en AÑO/CERO 289).

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