Ciencia
02/10/2020 (12:40 CET) Actualizado: 02/10/2020 (12:44 CET)

Nuevas semillas en la bóveda del fin del mundo

En el año 2006 el científico jefe de la ESA, el doctor Bernard Foing, aseguró que pensar en un arca de Noé en la Luna es lo más parecido a tener «una segunda oportunidad». De momento esa oportunidad está haciéndose realidad en el arca de semillas de Noruega…

02/10/2020 (12:40 CET) Actualizado: 02/10/2020 (12:44 CET)
Nuevas semillas en la bóveda del fin del mundo
Nuevas semillas en la bóveda del fin del mundo

Ya hemos hablado de ella en alguna ocasión, pero el proyecto es tan brutal que merece la pena traerlo de nuevo al presente, porque no deja de generar información. Es la conocida como «Bóveda del fin del mundo», en territorio noruego, que fue inaugurada en el año 2007, a orillas del mar de Barents, en el archipiélago de Svalbard, a medio camino entre Noruega continental y el Polo Norte. Y se escogió este entorno la mayor parte del año congelado, primero porque el propio permafrost haría las veces de preservador natural del material que contiene, en el supuesto de que en el interior de este auténtico búnker se produjese un fallo eléctrico. Y segundo, porque al contrario que otros bancos –por ejemplo de genes– repartidos por ciudades del primer mundo, de producirse una catástrofe natural, un tsunami, un terremoto, o una detonación nuclear, este lugar estaría a salvo.

Además ha sido realizada para que factores como el calentamiento global, grandes terremotos, ataques nucleares, radiación… no afecten su estructura y de esta manera en muy poco tiempo se pueda completar su función albergando en su interior 4,5 millones de semillas, y aproximadamente 2.000 millones de simientes, en las tres grandes naves que hay al final de un largo pasillo de 130 metros.

El arca no ha dejado de recibir semillas. Recientemente se han guardado en su interior 20.000 nuevas muestras, que se unirán al casi millón que ya hay en su interior. Éstas han sido colocadas en paquetes sellados, en el interior a su vez de cajas negras herméticamente cerradas, y así permanecerán protegidas durante siglos, a una temperatura media de 18 grados bajo cero. 

El protocolo creado por los responsables del proyecto, es decir, el gobierno noruego y los miembros del Global Crop Diversity Trust, no permite que nadie se acerque hasta allí en varios kilómetros a la redonda. El lugar está tan protegido, que al perímetro de seguridad hay que añadir la constante vigilancia de las autoridades europeas, y una puerta acorazada que da paso a las tres cámaras. 

Y todo para que las semillas permanezcan en este lugar durante siglos, salvo que todas las que hay en su interior hayan desaparecido del exterior, o las reclamen los países donantes, que en este sentido continúan siendo los propietarios de las mismas. 

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