CONPLAN 8888

El informe se conoció en mayo de 2014, gracias a una exclusiva de Foreign Policy (FP), la aséptica revista estadounidense especializada en política internacional. En concreto, FP se hacía eco de un documento desclasificado que «alguien» había colgado en la web del Pentágono. Denominado CONPLAN 8888, el programa pertenecía al Cuartel General del Comando Estratégico de EE UU (StratCom), y es seguro que al periodista de FP no le pasó desapercibido un detalle en la primera de las 31 páginas de que consta el documento. ¿Qué hace un zombi en un expediente del Pentágono? ¿Será alguna broma?, debió preguntarse Gordon Lubold, el autor de la exclusiva, al ver la grotesca figura de un muerto viviente en la portada del informe.

NO ES BROMA

Y eso no era todo. El lema que encabezaba el documento movía aún más a la extrañeza, pues aludía al dominio y victoria de EE UU en una guerra contra… ¡los zombis! En apariencia increíble, el argumento del informe responde objetivamente a su título, de lo que damos fe quienes lo hemos leído.

Y es que, a lo largo de sus páginas, CONPLAN 8888 –su nombre cifrado– detalla los planes del Pentágono frente a «la amenaza de hordas de zombis que no temen al dolor o la muerte», al objeto de «preservar la sacralidad de la vida humana y apoyar a la población civil, incluida la de países tradicionalmente adversarios». ¿Les sigue sonando a broma? Lo crean o no, la cosa va en serio.

«Este plan no ha sido diseñado como una broma», leemos en la segunda página del documento. A continuación, los responsables del mismo explican las razones –y ventajas– por las que han elegido a los zombis como enemigos. «Los ejemplos utilizados en los planes de entrenamiento –seguimos leyendo– deben adaptarse a las consecuencias políticas de que la opinión pública confunda un escenario ficticio con otro real. Antes de arriesgarse a semejante resultado, por ejemplo identificando al enemigo con países como Túnez o Nigeria (tradicionales objetivos en los juegos de guerra de las academias militares), elegimos utilizar un escenario tan inverosímil que nunca podría ser tomado como real».

Les hemos resumido las razones del Pentágono a propósito de la elección de tan peculiar enemigo, excusas que ocupan buena parte del inicio del informe. Pero, ¿por qué los diseñadores del CONPLAN 8888 dan tantas explicaciones al respecto? Quizá sea porque en el mismo se vierten «perlas» como las siguientes: «La única manera demostrada de causar la muerte entre las filas zombis es concentrar los disparos en la cabeza y, específicamente, en el cerebro»; o también: «(Será necesario) mantener los planes de emergencia, aunque impliquen el uso de armas nucleares en el interior (de Estados Unidos)».

En fin, si usted o yo fuéramos zombis hambrientos, ya sabríamos lo que nos espera: nada de disparos de advertencia y, peor aún, preparémonos para que detonen una bomba nuclear en nuestro jardín. Claro que ni usted ni yo somos zombis y CONPLAN 8888 es un ejercicio táctico en un escenario ficticio, ¿verdad? Uf, podemos respirar tranquilos… ¿O no?

En realidad, que traigamos este informe a nuestras páginas tiene que ver –y mucho– con la concurrencia en el tiempo de varios estudios elaborados por agencias internacionales que alertan sobre lo mismo: la inminencia de una catástrofe planetaria que amenaza con destruir nuestra civilización.

Así, basta con escribir ciudadano de tal o cual país donde pone zombi y ya tenemos servido el verdadero horizonte para el que probablemente se concibió este «ejercicio táctico» diseñado por el Pentágono… (Continúa en AÑO/CERO 288).