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05/04/2017 (08:03 CET) Actualizado: 05/04/2017 (08:08 CET)

Rastros genéticos de seres enormes

05/04/2017 (08:03 CET) Actualizado: 05/04/2017 (08:08 CET)
Rastros genéticos de seres enormes
Rastros genéticos de seres enormes

Existe en el Pacífico una tradición de reyes-dioses, a veces representados en estatuas, que exteriorizan algunos típicos rasgos de raza blanca, aparte de ser de gran altura (hasta unos 2,50 metros).

Dejando a un lado los famosos moáis de Isla de Pascua, son de destacar las estatuas halladas en las islas Marquesas y en Tahití.

El famoso explorador noruego Thor Heyerdahl preguntó a un jefe de la isla de Fatu-Hiva sobre el origen de estas representaciones, y éste le contestó que dichos dioses –de piel blanca– habían venido de una lejana tierra en el este. Por otro lado, algunas de dichas estatuas muestran claramente que estos seres tenían seis dedos en manos y pies, una característica que se ha asociado a los gigantes no sólo a partir de relatos mitológicos, sino incluso de pruebas arqueológicas, sobre todo en Norteamérica.

Pero, más allá de estatuas y leyendas, en épocas históricas tenemos referencias claras a reyes o jefes de enorme estatura, a menudo con un aspecto anatómico similar a la raza blanca, y con la piel clara y el pelo rubio o rojizo, siendo todos estos rasgos anteriores a la llegada de los primeros exploradores europeos. Incluso actualmente parecen quedar ciertas trazas de esa fisonomía en algunas islas. Por ejemplo, Tupou IV, uno de los últimos reyes de la isla de Tonga, fallecido en 1996, medía unos dos metros, y su propia madre, la reina Salote, era apenas diez centímetros más baja. En efecto, toda la familia real de Tonga es de una estatura imponente. En cuanto al origen de estas características, se dice que estos monarcas enlazan su linaje con unos míticos dioses que vivieron en Tonga hace muchos siglos. De hecho, existe una clara endogamia en el clan real para preservar esos genes divinos. Lo que resulta significativo es que todas estas tradiciones apuntan a que la supuesta convivencia entre humanos y gigantes duró miles de años y se alargó hasta hace muy pocos siglos, con la desaparición de las últimas razas de colosos. Por ejemplo, los maoríes aún recuerdan la existencia de una tribu local llamada Te Kahui Tipua, en realidad una comunidad de gigantes de enorme talla que desapareció hace muy pocos siglos. Más adelante, comprobaremos que el registro arqueológico podría darnos alguna pista sobre este fascinante asunto…

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