Creencias
21/05/2014 (21:31 CET) Actualizado: 25/01/2018 (09:29 CET)

Exorcistas en España

Los exorcistas luchan contra las fuerzas demoníacas que, según ellos, atormentan a cada vez más personas. Armados con estola y agua bendita, se guían por su fe y el amor a Cristo. También confiesan que los poseídos sufren mucho, y que las historias de terror del cine, no son nada comparadas con la realidad.

21/05/2014 (21:31 CET) Actualizado: 25/01/2018 (09:29 CET)
Exorcistas en España
Exorcistas en España

Recientemente, nos hablaron de un clérigo que daba clase en un colegio de Toledo. Era exorcista y se había formado en Italia bajo la tutela del famoso Padre Amorth. En pleno siglo XXI y al más puro estilo de la película El rito –en la que un joven e inexperto sacerdote acompañaba a un veterano Anthony Hopkins–, asistió como aprendiz a un ritual de exorcismo en un suburbio de Roma, donde se hallaba una joven poseída. El sacerdote italiano advirtió al español: «Cierra los ojos y reza sin parar». Para su sorpresa, la chica, totalmente analfabeta, empezó a hablar en un griego clásico perfecto. Y no sólo eso, sino que además miró al aprendiz de exorcista y le dijo cosas que solamente él podía conocer. Lo que les contó este clérigo a sus alumnos un día en el aula, rememorando aquello, fue: «Lo que se ve en las películas no es nada comparado con la realidad».

Éste y otros exorcistas forman parte de la legión de eclesiásticos que luchan contra el fenómeno de la posesión. Uno de los más conocidos, sin duda, es el Padre Fortea. Nos pusimos en contacto con él y nos hizo llegar muy amablemente varios de sus libros, entre ellos Exorcística, en el cual leemos, entre otras cosas, que «si la persona no cree que está posesa, hay que tratar de convencerla de que sí lo está». Pero, ¿estamos hablando de prácticas del pasado? Muy al contrario, la demanda de exorcistas crece.

 

 EN EL NOMBRE DE CRISTO

Hace tan sólo unos meses, el cardenal Rouco Varela nombraba en Madrid a ocho exorcistas españoles autorizados por el Vaticano, ante el aumento de peticiones en la capital. Se trataba de una decisión única en España. Los religiosos estaban dispuestos a luchar contra el demonio, cosa que harían tras estudiar el Ritual Renovado de Exorcismos que aprobó Juan Pablo II. Algo tenía que saber el pontífice, quien ofició algunos exorcismos en persona.

Las fases del rito, según este manual de instrucciones del Vaticano, comienzan con la aspersión de agua bendita y continúan con las oraciones letánicas que imploran la protección del Altísimo y cantan la victoria del mismo sobre el Maligno, sin dejar de mostrar un crucifijo al atormentado poseído. En cualquier caso, el Diablo es conjurado, en nombre de Cristo, para que abandone el cuerpo que ha tomado. Al parecer, y siguiendo con el manual, una de las formas más llamativas de identificar un auténtico caso de posesión consiste en hablar lenguas desconocidas o entender a otro que las habla; pero también mover objetos y mostrar una fuerza sobrenatural, aunque estos signos pueden tener otras causas de naturaleza espiritual o moral.

Sea como fuere, el Vaticano aconseja apoyarse en psiquiatras para ayudarse con el diagnóstico, aunque un trastorno mental no quitaría que también hubiera posesión. Eso sí, los médicos y psiquiatras consultados deben «tener sentido de las cosas espirituales», cosa que tal vez se deba a que, como muy bien apuntaba el Padre Fortea, «el exorcista que realice su ministerio en un país secularizado deberá aceptar con humildad la debilidad de su situación ante la ley penal. Por más prudente que sea, tendrá que trabajar sabiendo que en cualquier caso puede ser denunciado ante los tribunales de justicia por intromisión en el campo psiquiátrico […] Los enemigos de la religión lo primero que atacarán será el exorcismo, alegando que se trata de una actividad que atenta contra la salud pública, contra la salud mental».

 

ENTREVISTA CON UN EXORCISTA

Dejamos ahora a un lado Así se vence al demonio, plagado de sucesos sobrenaturales espeluznantes, pero no sin antes recoger un último apunte de José María Zavala, quien tuvo la oportunidad de entrevistarse con uno de los exorcistas más famosos del orbe católico: el Padre Gabriel Amorth. En un momento de la conversación, mientras hablaban de los exorcismos que había llevado a cabo Juan Pablo II, el periodista le pregunta al religioso si acaso Satanás temblaba cuando se invocaba al recientemente santificado, a lo que el Padre Amorth respondió: «Una vez le pregunté al demonio: '¿Por qué tienes tanto miedo a Juan Pablo II?' Me dijo que por dos motivos: primero, porque había desbaratado sus planes con la caída del régimen comunista en Europa […]». ¿Acaso el diablo tiene ideología política?

Es hora de ponernos en contacto con el Padre Juan José Gallego, exorcista del arzobispado de Cataluña, Doctor y Catedrático Emérito de Teología, a quien encontramos en la Casa Provincia de los Padres Dominicos. Hombre de extremada amabilidad, accede a resolver todas nuestras dudas. Lo primero que nos causa cierta perplejidad es por qué algunos sacerdotes utilizan la palabra «gay» para referirse al demonio. Lo segundo, que Satanás sea comunista.

¿Qué opina al respecto el Padre Gallego? «Hay que ser respetuosísimo con las personas. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra?», se pregunta él mismo también, tranquilizándonos con su siguiente respuesta: «En estas cosas que me dices, yo estoy un poco en contra de otros exorcistas. Además, a mí nunca se me ha ocurrido hablar con el demonio, porque es el rey de la mentira y te va a llevar por donde él quiera».

Hacemos partícipe al Padre Gallego de nuestra preocupación ante el hecho de que se culpe a otras personas como causantes de la posesión, mediante maleficios y rituales de magia negra. Le informamos que UNICEF está denunciando a religiones organizadas como la cristiana, principalmente en su rama pentecostal y carismática, por fomentar el miedo a la brujería y legitimar la persecución de mujeres y niños. Sólo en Ghana, sobreviven mil mujeres y cerca de 700 niños en los denominados «campamentos de brujas».

Existen evidencias documentadas de asesinatos de estos niños brujos en al menos seis países del continente. ¿Dónde reside su brujería? En el hecho de que un niño sea muy maduro o se comporte como un adulto, o simplemente cuestione a sus mayores con cierta insolencia; las niñas que sacan sobresalientes y destacan en el colegio, también siembran recelos y terminan siendo tachadas de brujas, puesto que en estas sociedades machistas el género femenino es considerado inferior al varón y, por lo tanto, el florecimiento de actitudes intelectuales resulta producto de la brujería.

Al Padre Gallego le entristecen estos datos tanto como a nosotros, pero no le sorprenden. Ya conocía estos peligros que no nos son tan ajenos, ni en el pasado inquisitorial ni en el presente. ¿Dónde ponemos la línea? «Yo la pondría en el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de las personas. Una de las cosas que dice el Código de Derecho Canónico es que, para ser exorcista, el sacerdote tiene que gozar de buena 'fama'. Esa palabra encierra ya muchas cosas. No se puede nombrar a cualquiera, aunque Amorth le ha escrito una carta al Papa pidiendo que autorice a todos los sacerdotes para hacer exorcismos. Yo no estoy de acuerdo. No simplemente por ser sacerdote puedes resultar una persona capaz… A lo mejor ese sacerdote está desequilibrado. Chesterton decía que, cuando entramos en la Iglesia, nos hacen quitar el sombrero, no la cabeza. Benedicto XVI ya insistió mucho en su día en el tema de la cultura y la formación. No le podemos quitar el sustrato racional al asunto religioso, porque de lo contrario podemos desembocar en temas muy oscuros». Sin embargo, nuestro amigo exorcista no deja de recordar que también existen muchas sectas frente a las cuales debemos permanecer en alerta: «Yo mismo he conocido a personas que han sido víctimas de estas sectas y que están completamente deshechas», se lamenta.

 

DESÓRDENES MENTALES

En España, los psiquiatras Kazuhiro Tajima Pozo, Diana Zambrano, Laura de Anta, María Dolores Morón, José Luis Carrasco, Juan José López Ibor y Marina Díaz Marsá se enfrentaron al caso de una mujer de 28 años, diagnosticada de esquizofrenia paranoide desde hacía cinco años. Los sacerdotes estaban persuadidos de que sus síntomas se debían a la presencia del demonio, a pesar de que la Archidiócesis de Madrid conocía la situación clínica de la paciente. Convencidos de que estaba poseída, fue sometida a varios exorcismos, afectando negativamente al tratamiento clínico.

El equipo psiquiátrico que la atendía, sorprendido de que en Europa, en pleno siglo XXI, todavía existan expertos y clérigos que creen que algunos tipos de esquizofrenia son debidos a la posesión demoníaca, fue a la Archidiócesis de Madrid para pedirle a un sacerdote que tratara de convencer a la paciente de que sus síntomas se debían a un desorden mental. El objetivo era mejorar la percepción y el conocimiento de la joven. Sin embargo, para su sorpresa, los clérigos asumieron que los síntomas psicóticos de la muchacha se debían a la presencia del Maligno. ¿Cuál es la conclusión de estos expertos del campo de la medicina psiquiátrica?

«Los profesionales religiosos deberían recomendar el tratamiento psiquiátrico y aumentar sus conocimientos sobre enfermedades mentales. La particularidad de este caso es que la paciente atribuyó sus síntomas a una experiencia espiritual maligna, presintiendo vagamente su estado de enfermedad mental. Igualmente, la paciente fue convencida por los sacerdotes de la Archidiócesis de Madrid de que sus síntomas psicóticos se debían a una presencia demoníaca, lo cual interrumpió su respuesta al tratamiento. La paciente tuvo alucinaciones cenestésicas a pesar de estar recibiendo tratamiento farmacológico y psicoterapia». Es lo que podemos leer en el artículo científico Practicing exorcism in schizophrenia, firmado por este equipo de psiquiatras. 

Cuando le comentamos este caso al Padre Gallego, éste nos dice: «Yo soy el primero que les dice: '¿Vas al psiquiatra, verdad?' Y les digo que se sigan tomando las medicinas que les han dado. Yo nunca me meto en el campo del psiquiatra, pero ellos a veces sí se meten en el campo religioso y les quitan todos los objetos religiosos, que en ocasiones es lo único que tienen a lo que aferrarse. Nunca he tenido problemas en este sentido, tengo amigos que son psiquiatras y médicos, a los que suelo consultar con frecuencia». Pese a todo, parece que la psiquiatría y las prácticas exorcistas están condenadas a seguir debatiendo acerca de dónde esta la causa de los síntomas y la conveniencia o no del tratamiento a seguir.

 

DEMASIADA MALA SUERTE

El Padre Gallego señala que, en ciertas ocasiones, las personas preferimos pensar que nos han echado un mal de ojo, hemos sido maldecidos o estamos poseídos, a fin de justificar rachas de mala suerte, fracasos personales, etc. «Hay personas, también, a las que les viene muy bien decir que están poseídas, ya sea porque han fracasado en la vida o tienen mala suerte, y se justifican con el tema de la posesión. Entonces tienes que hablar con ellos y hacerles ver cosas, pero no están poseídos». ¿Y los que a su juicio sí lo están?

Le preguntamos cuáles son las situaciones más estremecedoras con las que se ha encontrado en su labor de exorcista. ¿Es verdad que algunas personas se ponen a hablar en lenguas extrañas o apuntan dotes de xenoglosia? ¿De qué forma se evidencia esa repulsión hacia los objetos religiosos?

«Yo me he encontrado con gente que me hablaba lenguas extrañas –nos dice–. Uno que soltaba unas parrafadas en alemán perfectas, y eso que el muchacho no sabía nada de esa lengua ni la había estudiado nunca. Otro que hablaba un latín correctísimo y tampoco lo había estudiado jamás. Ése me dijo: 'Te mando y te ordeno que no reces más Padrenuestros', y me lo dijo en un latín fluido».

También le impactan al Padre Gallego las formas y actitudes que gastan algunos posesos: «Recuerdo un exorcismo en el que exhortaba a la fuerza demoníaca a abandonar aquel cuerpo, y me contestó: 'Nunca jamás, es mía y me pertenece', y me lo dijo con una seguridad, que te quedas de piedra». Pero, ¿qué es lo que más le descoloca?

«Lo que más me impresiona es el rechazo y la aversión a Dios y a las cosas religiosas. Un caso que me impactó enormemente fue el de una señora que cuando entraba en contacto con cosas sagradas perdía el conocimiento y se quedaba como muerta. Nada más llegar a la puerta del convento donde vivo, cayó redonda al suelo. La metimos para adentro como pudimos y le hice el exorcismo. Cuando la liberé, después, le pregunté por qué se revolvía con el agua bendita durante el exorcismo, y me dijo que le quemaba».

¿Bajo qué perspectiva deberíamos abordar estos hechos? ¿Quizá con la que explora los sucesos paranormales? ¿Y la psiquiátrica? ¿O por qué no la católica, con larga experiencia al respecto? Sea como fuere, el debate sobre los exorcismos sigue abierto.

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