Enigmas y anomalía
09/02/2023 (08:15 CET) Actualizado: 09/02/2023 (08:15 CET)

Los espectros de las brujas asesinadas vagan por Manningtree

Injustamente acusadas de practicar hechicería y pactar con el diablo, fueron torturadas y ejecutadas por un siniestro «cazador de brujas»

09/02/2023 (08:15 CET) Actualizado: 09/02/2023 (08:15 CET)
Los espectros de las brujas de Manningtree
Los espectros de las brujas de Manningtree
Nº 391, febrero de 2023
Este artículo pertenece al Nº 391, febrero de 2023

Los últimos rayos de sol despiden el día en Manningtree, un pequeño pueblo perteneciente al distrito de Essex, en la costa de Inglaterra. Lo único que se escucha en sus calles son unos pasos apurados, casi frenéticos, cuya dueña ya no se preocupa en esconder, ya que su destino está en manos de un puñado de hombres, entre los que resuena el nombre de Matthew Hopkins. Podría tratarse de Elizabeth, Rebecca o Sarah, entre muchas otras; mujeres que tienen en común un supuesto delito que probablemente las lleve a encontrarse con su final. Siglos después ganarían popularidad convirtiéndose en las brujas de Manningtree

En el siglo XVII Inglaterra vivía fascinada por la brujería y las artes oscuras

Es marzo de 1644 y un joven Hopkins llegaba a esta localidad, en un contexto en el que Inglaterra vivía fascinada por la brujería y las artes oscuras. Y es que, cuarenta años antes, el rey James VI ascendía al trono y, tras publicar su best seller Demonología, conseguía contagiar a las Cortes de su obsesión por los peligros de la práctica de la magia. Así, en 1604, el Parlamento británico publicaba un estatuto en el que se categorizaba de crimen cualquier acto de brujería y era castigado con la muerte. 

Hopkins, aprovechando esta corriente de miedo hacia la magia y la hechicería, llegó a autoproclamarse cazador de brujas, alegando que Manningtree era el hogar de varias mujeres que, al parecer, se reunían en secreto. Según se explica en el libro Witchcraft in England, de Christina Hole, el propio Hopkins escribió una obra titulada Discovery of Witches, donde afirmaba que cada seis semanas (siempre un viernes por la noche), un grupo de siete u ocho féminas se reunían cerca de su casa y durante estos encuentros, «ofrecían sacrificios al demonio. Además, el cazador aseguró que cuatro de ellas, movidas por el odio, enviaron al diablo disfrazado de oso al jardín de su casa, con el único fin de asesinarle. 

Portada del libro Discovery of Witches de Matthew Hopkins
Portada del libro Discovery of Witches de Matthew Hopkins

Víctimas inocentes

Una de ellas se conoce con el nombre de Elizabeth Clarke y es considerada la primera víctima de Hopkins. Al parecer, la mujer, de avanzada edad y que tenía solo una pierna, fue captada en el Red Lion, el pub más antiguo de Manningtree, que data del año 1605. Se rumorea que ésta podría haber sido ahorcada justo al lado de este lugar, en una zona verde coronada por un gran árbol. 

Según el libro The Supernatural Coast, al parecer Clarke había lanzado una maldición a una de las vecinas del pueblo, causándole una rara enfermedad. Una inspección corporal bastó para que el cazador de brujas encontrase una verruga cercana al pecho de Clarke, que éste consideró ser una marca del diablo. Inmediatamente Hopkins consiguió el permiso de las autoridades para hacer confesar a la pobre mujer que, entre tortura y coacción, afirmó no solo practicar la magia negra, sino que había mantenido relaciones sexuales con el mismo demonio. Elizabeth, además, llegó a involucrar a otra vecina de la localidad, Anne West, afirmando que ésta también había tenido encuentros íntimos con el diablo. 

Phillip Canningham, secretario del Museo de Historia Local de Manningtree cree, por el contrario, que la metodología utilizada para las falsas confesiones de las mujeres acusadas de brujería no venía de la mano de Matthew Hopkins, sino de su secuaz y fiel asistente John Stearne. «Elizabeth Clarke fue arrestada y mantenida bajo custodia vigilada, aunque esto solo era un eufemismo para torturarla (...) El evento estaba dirigido por John Stearne, ya que Matthew Hopkins era solo un invitado, no estuvo implicado en su acusación (...) Clarke estuvo tres días sin dormir, sin comida ni agua y aguantando las miradas de todo el mundo… Al final comenzó a confesar y a implicar a otras personas». Entre las que encontraron su triste final mediante la confesión de Clarke se encontraban Anne Leech, Helen Clarke, Anne West y la hija de esta última: Rebecca West.

Si al pinchar la 'marca del diablo' la mancha en la piel no sangraba, la acusada era considerada una bruja

Red Lion es el pub más antiguo de Manningtree
Red Lion es el pub más antiguo de Manningtree

Por su parte, Paul, el director del equipo de Team Hauntings, una empresa de investigadores paranormales y guías turísticos de la zona, argumenta que Stearne, de hecho, era un experto a la hora de encontrar las marcas del diablo en la piel de las acusadas. «Era mayor que Hopkins y muy formado en el arte de extraer confesiones a las acusadas por brujería. A su vez, también creía saber diferenciar las manchas de la piel que podrían tener origen sobrenatural. Si al pinchar la mancha esta no sangraba, la acusada era considerada una bruja. Sin embargo, en las manchas no se veía sangre, ya que el instrumento utilizado se retraía en el mango». 
A día de hoy, el nombre de Mathew Hopkins resuena en el pueblo como si se tratase del mayor atractivo turístico, robándole protagonismo a la belleza natural que posee Manningtree, debida en parte a la tranquilidad de sus calles y a la cercanía con el río Stour. Sin embargo, su popularidad se debe también a que el cazador nunca llegó a abandonar la zona y su fantasma suele aparecerse a los más desprevenidos, causando revuelo entre los vecinos de la localidad y creando anécdotas sobrenaturales entre los mismos. Comercios, pubs típicos ingleses y hogares familiares se arrejuntan ordenadamente en la villa, pero los parroquianos también frecuentan un edificio que sobresale entre el resto y que se distingue por ser el centro neurálgico de todo tipo de información relativa al cazador de brujas: la biblioteca. 

El fantasma de Mathew Hopkins se aparece en Manningtree a los turistas desprevenidos

Sumergiendo a las «brujas»

Yvonne McClain lleva viviendo en la localidad 25 años y llegó a trabajar en este lugar hasta que finalmente decidió retirarse. La anciana afirma tajantemente que ella conoce la realidad que rodea a la leyenda del cazador de brujas. «La gente dice que le ha visto o sienten que sus perros no quieren ir a la zona del río, porque allí era donde Matthew Hopkins solía sumergir a las mujeres». 

Y es que Ducking witches es el nombre con el que se describe esta práctica, que tenía como propósito el conocer si las mujeres acusadas de practicar magia eran en realidad brujas o, por el contrario, inocentes. «Era una práctica muy cruel. Solían lanzarlas al río, si flotaban eran consideradas culpables, pero si se hundían eran inocentes». El ritual, además de naturaleza grotesca, tenía un problema añadido. Según se publica en The Supernatural Coast, Hopkins introdujo este sistema de reconocimiento de brujería en Inglaterra pero, en el caso de que las acusadas fuesen inocentes y, por ende, se hundiesen en las aguas del río, deberían ser sacadas inmediatamente ya que había una posibilidad muy alta de que se ahogasen y, por tanto, muriesen igualmente. 

«Yo no creo en el espectro de Hopkins», comenta con una sonrisa Yvonne. «Yo creo que él pensaba que estaba haciendo un servicio a la comunidad. Todo el mundo creía en las brujas en aquellos tiempos». Paul, sin embargo, mantiene una opinión muy distinta y explica lo que para él podría considerarse un espectro. «Yo creo que un fantasma es una repetición en el tiempo de una grabación que se proyecta en la atmósfera. Cuando las condiciones medioambientales lo permiten, vemos esta repetición como si fuese un DVD».

Orilla del río que conecta Manningtree con Mistley
Orilla del río que conecta Manningtree con Mistley

El refugio del cazador

Un paseo de escasos 20 minutos por la orilla del río conecta Manningtree con otro pintoresco pueblo, llamado Mistley, de igual importancia en la historia del famoso cazador. A primera hora de la tarde, con el frío calando en los huesos y el sol amenazando con su despedida diaria, la tranquilidad que emanan las aguas del río Stour contrasta con los rumores sobrenaturales que sacuden esta zona de Essex. A mitad del recorrido, es fácil pasar por alto una pequeña elevación del suelo que hace las veces de puente con un especial protagonismo entre Manningtree y Mistley. Un muro sobrevive como último resquicio de lo que fue una construcción del siglo XVIII y que, por lo tanto, no coincidiría con el periodo de la matanza de brujas. Sin embargo, el lugar es, al parecer, la zona donde Matthew Hopkins realizaba su famosa práctica de «sumergimiento» de las mujeres acusadas de brujería, el puente Hopping. 

Un cementerio y una iglesia escondida junto con dos idénticas e imponentes torres dan la bienvenida a Mistley, donde se encuentra el centro de operaciones de Hopkins y su ayudante Stearnes, en forma de pub, que recibe el nombre de The Thorn Inn. Adquirido por Hopkins en el año 1642, el restaurante, que hace las veces de hotel, se encarga firmemente de recordar su pasado, con una placa explicativa en una de sus paredes sobre el protagonista del lugar. En su interior, entre cervezas y olor a pescado frito, poco se habla ya de cómo Anthony Hopkins y John Stearne planeaban sus capturas y acusaciones en las habitaciones del piso superior; o de cómo el lugar parece estar embrujado por la presencia del primero. 

No se sabe dónde está la tumba del sangriento cazador de brujas

«Llevo trabajando en este lugar 14 años y vivo en Mistley», se presenta una trabajadora de The Thorn Inn, que rehúsa a utilizar su nombre real. «Hopkins era un hombre terrible, mató a muchas mujeres (...) Según lo que conozco, él mismo fue acusado también de brujería. No se sabe dónde está su tumba, quizás podría estar aquí en Mistley, donde las torres…». La mujer afirma que, efectivamente, el piso superior del pub era el lugar donde se hacían los juicios de las supuestas brujas. «Si eran acusadas de brujería se realizaba un juicio (...) después las ponían en la ducking chair, ¿has oído hablar de ella?». Los ojos de la empleada miraban incómodos alrededor. Con una voz casi en susurro continuaba: «Ataban a las mujeres a una silla… y las sumergían». 

Unas escaleras separan el bullicio del pub de la parte más hogareña y tranquila de The Thorn Inn. Sin olvidar su historia en ningún momento, en una de las paredes se expone el póster de una película protagonizada por Vincent Price sobre las brujas de Manningtree. A la derecha, una habitación arreglada para acoger a un nuevo huésped esconde un pasado siniestro. «Esta habitación, precisamente… era una de las habitaciones donde se reunían Hopkins y Stearne en los juicios de brujas», finaliza su relato la trabajadora, acompañándome hacia la salida visiblemente incómoda. 

«Ha habido muchos informes de gente que ha visto la aparición de una figura oscura, vestida como vestiría un caballero de los años 1600. Normalmente se aparece en el puente Hopping y entre el camino que va desde Manningtree hasta Mistley. También se la ha visto enfrente del Thorn Inn y en el bosque donde se encuentra Old Knobbley», confirma Paul, añadiendo la última pieza que faltaba en el puzzle de la historia de las brujas de Manningtree. 

El Old Knobbley tree es conocido como el árbol de las brujas
El Old Knobbley tree es conocido como el árbol de las brujas

El árbol de las brujas

Se trata de 800 años de historia detrás del llamado Old Knobbley tree, un árbol escondido entre la inmensidad de un bosque que funcionaba de refugio para aquellas mujeres acusadas de brujería. En un intento desesperado por evadir su triste final, las presuntas brujas de Manningtree huían a esconderse detrás de éste, un elemento de la naturaleza al cual no es fácil acceder.

Apenas a una hora de que comience a anochecer el embarrado suelo que conduce al bosque se vuelve un obstáculo cada vez más difícil de superar. A lo lejos, una niña con uniforme de colegio camina alegre, seguramente ajena a las historias paranormales y trágicas que se encierran entre los matorrales. «¿Old Knobley tree? ¿Y quieres ir a través de la explanada que conduce al bosque…? uhm… vale…acompáñame». Con gesto dubitativo la pequeña gira sobre sus talones y con un súbito entusiasmo me dirige hasta una puerta de metal escondida entre los arbustos. 

No pasan ni quince minutos cuando compruebo que el GPS del teléfono me está haciendo girar en círculos, sin llegar al lugar final; y decido comenzar de nuevo a través del sendero lleno de fango. La oscuridad es latente y la prisa por alcanzar Old Knobbley se ve mermada por un sentimiento de pánico. Un lugareño rápidamente me quita la idea de la cabeza. «La entrada al camino que lleva al famoso árbol está más adelante, pero no es fácil encontrarlo y con esta oscuridad podrías perderte en el bosque. Yo no me atrevería a entrar…». 

Veintitrés mujeres murieron bajo acusación de brujería

Con la luna asomando tímidamente entre la niebla que sumerge la costa de Essex, vuelvo caminando hacia Manningtree, imaginando el recorrido contrario que hicieron, hace cuatro siglos, las pobres mujeres torturadas y asesinadas por acusaciones de hechicería. Al parecer fueron en total 23 las supuestas brujas acusadas pertenecientes a esta localidad, pero se alega que llegan a las 300 las que se encontraron con la muerte a manos de Matthew Hopkins y sus secuaces, en las zonas de alrededor. Un olor a ceniza me pone los pelos de gallina, pero inmediatamente recuerdo que las hogueras de brujas no se estilaban en Manningtree. De camino a la estación echo un vistazo a la zona verde cercana al Red Lion y una sensación de paz me embarga, aunque paradójicamente observada, como si los espíritus de las mujeres ahorcadas me saludasen desde el más allá. 

Has leído un extracto del artículo de Covadonga Camblor, publicado en el nº391 de la revista Año/Cero de febrero de 2023

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