Parapsicología
01/12/2004 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

La vía del Tarot

Este exhaustivo manual escrito permite al lector iniciarse en el simbolismo de los famosos naipes, pero ante todo aprender a leerlos como tarólogo, término que sus autores prefieren al de tarotista. Publicamos un extracto del libro, que incluye una baraja restaurada por el fabricante Philippe Cannoin y por el propio Jororowsky.

01/12/2004 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
La vía del Tarot
La vía del Tarot
Mis largos años de contacto con el Tarot me aportaron nuevas formas de captar al mundo, al otro, permitiendo que la intuición danzara con la razón, amalgamándose en lo que he llamado «pensamiento tarótico» (con forma filosófico-poética, ocultando que me refería al Tarot, ya lo hice en mi libro Un arte de pensar)… pero describir esto daría origen a otro libro. Por eso me limitaré a dar algunos ejemplos.

l Los arcanos tienen significados múltiples que van de lo particular a lo general, de lo evidente a lo inhabitual. Es necesario considerar cada arcano como un conjunto de significados. Estos significados adquieren mayor o menor importancia de acuerdo al sistema cultural de quien los interpreta.

l Lo primero que tuve que vencer para lograr lecturas sanadoras fueron las antipatías y las simpatías. Cada habitante de nuestro mundo representa un punto de vista distinto, nuevo, que no existía antes de su nacimiento. Algo original, único. Cuando se nos muere un ser querido, sentimos que el universo entero se ha quedado vacío... Sea quien sea, el consultante merece que lo respetemos como una obra divina que nunca más se volverá a repetir, con la posibilidad de aportar al mundo la semilla de un bien desconocido.

l No hay tarólogo impersonal. Todo tarólogo está marcado por una época, un territorio, un idioma, una familia, una sociedad, una cultura.

l Ningún tarólogo puede decir la verdad. Sólo puede decir su interpretación de la verdad. Cuando se lee el Tarot, no se sabe. Porque lee para comprender, el tarólogo debe continuar leyendo aunque no comprenda lo que ve. Como toda interpretación es fragmentaria, la abundancia de interpretaciones hace que el consultante se acerque al conocimiento... No hay preguntas insignificantes. Las preguntas superficiales o las profundas, las inteligentes o las necias tienen igual importancia: puesto que las interpretaciones de cada arcano son infinitas, el valor de la pregunta dependerá no de su calidad sino de la calidad de la respuesta del tarólogo.

Siendo imposible captar la totalidad del otro, es por lo mismo imposible juzgarlo. La positividad o la negatividad de un acontecimiento no pertenecen a este hecho; son sólo interpretaciones subjetivas. Por deferencia al consultante es preferible buscar siempre la interpretación positiva.
Un árbol, al mismo tiempo que eleva sus ramas hacia el cielo, hunde sus raíces en la tierra. La luz es infinita, la oscuridad es infinita. Escarbar en el sufrimiento que porta nuestro inconsciente nos conduce a impregnarnos del sufrimiento de toda la humanidad, el dolor es infinito. Una vez expresados el llanto y la cólera es más útil buscar los valores que se ocultan cual tesoros en nuestro ser esencial. La paz es infinita.Un tarólogo no debe comparar a su consultante con otras personas que se le parecen físicamente. Comparar, como una manera de definir, es una falta de respeto a la esencial -diferencia de cada ser.
El consultante puede no conocerse a sí mismo la mayor parte de las veces. Por lo cual, durante la lectura del Tarot, sus preguntas, por muy superficiales que parezcan, ocultarán procesos psicológicos profundos. «¿Debo ir al salón de belleza, teñirme el pelo y cambiar de peinado?». Pregunta muy simple, al parecer frívola, que sin embargo puede recibir una respuesta profunda. Si sólo fuera lo que dicen las palabras, ¿qué necesidad tendría la persona de ser aconsejada? Le bastaría con tomar ella sola su decisión. Pero se podría ver que con este teñido y cambio de peinado la consultante está expresando su deseo de cambiar de vida, abandonar la soledad o por el contrario terminar con una pareja; o bien, en otro aspecto, iniciar nuevas experiencias, buscar ser reconocida; que expresa insatisfacción consigo misma o el descubrimiento de nuevos valores que la obligan a desprenderse de una antigua personalidad, etc. El Tarot nos enseña a respetar todas las preguntas: cada una de ellas es una oportunidad para profundizar el descubrimiento de nosotros mismos, para vivir engarzados como una piedra preciosa en la joya que es el presente. La mayoría de los consultantes no se sienten como algo que es sino como algo que será.

Toda generalización es ilusoria. Los acontecimientos no son nunca similares... Cuando se pone a otro como ejemplo, siempre el que lo cita emite una concepción personal. Para cada individuo, el otro es diferente.
Lo real no es bueno ni malo en sí, ni bello ni feo, ni ninguna otra cualidad. La unidad divina no puede tener cualidades ni ser definida por un tarólogo que no la comprende por no poder contenerla. El Todo es todas las partes, pero todas las partes no son el Todo.En ningún momento el tarólogo puede erigirse en juez de su consultante o aceptar como reales, justas, las visiones que el consultante tiene de los familiares o seres que evoca en la lectura.En un mundo infinito no se puede afirmar «Todo es así». Lo correcto es decir: «Casi todo es así». Si un noventa y nueve por ciento es considerado negativo, no se puede excluir la positividad del uno por ciento. Ese uno por ciento positivo se hace más digno de definir la totalidad que el restante noventa y nueve por ciento negativo. Esa pequeña positividad redime a la gran negatividad.Por eso no es útil afirmar que el mundo es violento. Se puede aceptar que hay violencia en el mundo, demasiada violencia, pero no definirlo por ese error. El mundo es tan perfecto como el cosmos. Igualmente el ser humano. No es conveniente afirmar que está enfermo. El cuerpo humano, mientras lo aliente la vida, es un organismo complejo, misterioso, que posee la salud. Estar vivo es estar sano, física y mentalmente. Podemos tener enfermedades, actitudes psicóticas, pero por muy graves que sean no nos convierten en un «enfermo» o en un «loco», no definen nuestro ser sino nuestro estado presente. El espíritu humano, infinito, no soporta etiquetas... El tarólogo, más que mostrarle sus muchos defectos, debe tratar de captar las cualidades del consultante, que aunque sean pocas le ayudarán más a ser quien en verdad es.No debe definirse al consultante por sus acciones, sino definir las acciones que el consultante hizo. No es «un tonto», sino «hizo tonterías». No es «un ladrón» sino «se apoderó de lo ajeno». Si se define al consultante por sus acciones se le separa de la realidad.El valor de una lectura depende del nivel de consciencia del tarólogo. Si es sabio puede obtener valiosos mensajes por absurdos que sean los arcanos elegidos por el consultante. La consciencia del tarólogo otorga sabiduría o necedad a su lectura, pero los arcanos en sí no son sabios ni necios: no tienen cualidades. Las cualidades las tiene quien las enuncia.Las lecturas, a pesar de su importancia, son siempre interpretaciones personales del tarólogo y por eso mismo no debe dárseles calidad de prueba absoluta. Ninguna lectura puede constituir la prueba de un hecho.La exactitud y la precisión, en una realidad en constante cambio, son dos obstáculos a la comprensión.El deseo de perfección, de exactitud, de precisión, de repetición de lo conocido y establecido, son manifestaciones de una mente rígida que teme al cambio, a lo diferente, al error, a la permanente impermanencia del cosmos. Esta actitud tercamente racional se opone al pensamiento tarótico, que se asemeja al poético. Hemos escuchado al poeta Edmond Jabès decir: «Ser es interrogar en el laberinto de una pregunta que no contiene ninguna respuesta».Cuando se ha interpretado un arcano se puede más tarde cambiar de interpretación. Las interpretaciones no son el arcano, él no puede cambiar, el tarólogo sí, en la medida que es un ser que se transforma. No cambiar nunca de interpretación es terquedad. Todo mensaje obtenido por la lectura de unas cartas puede ser contradicho por una segunda lectura de las mismas cartas. Los mensajes no se extraen de las cartas sino de las interpretaciones que se dan a esas cartas. Responder «No» a una afirmación es un error. Nada puede ser negado en su totalidad. Es mejor decir: «Es posible, pero desde otro punto de vista se puede enunciar lo contrario». La enfermedad es esencialmente separación, es decir, creencia de estar separado.La salud es la consciencia divina. El camino para llegar a ella es la información, considerando la información no como palabras sino como experiencias de un conocimiento que está inscrito en el cuerpo y que se presenta como un pedido de lo que falta. Y lo que falta es la experiencia de la unión con el Dios interior. El sufrimiento es ignorancia. La enfermedad es falta de consciencia. El consultante, siendo totalmente relacional, para llegar a la salud necesita recibir la información esencial. Para curar a un enfermo hay que ponerlo en relación con su Dios interior. Todo concepto es doble, compuesto de la palabra enunciada y una contraria no pronunciada. Afirmar algo es también afirmar la existencia de su contrario. El tarólogo debe buscar la relación de un concepto con su contrario. Por ejemplo: feo (en relación con algo bello), pequeño (en relación con algo grande), defecto (en relación con una cualidad), etc. Fuera de la relación, el concepto no tiene sentido.Cada uno de los arcanos pertenece al mismo Tarot. Por eso dos cartas observadas juntas, aunque parezcan contener significados absolutamente diferentes, poseen detalles en común. Ante cualquier conjunto de cartas se debe siempre buscar entre ellas el mayor número de detalles en común.Todos los seres humanos pertenecen a una especie y viven en el mismo territorio. Por eso, dos personas juntas, a pesar de ser de raza, cultura, posición social y nivel de consciencia diferentes, poseen características comunes. El tarólogo, abandonando toda veleidad de sentirse superior, debe captar estas semejanzas y centrar primeramente su lectura en las experiencias que lo unen al consultante. Nadie mejor que un ex «enfermo» puede curar a un «enfermo.
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