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30/12/2016 (07:52 CET) Actualizado: 30/12/2016 (07:52 CET)

La muerte de la globalización

Las fábricas e industrias de empresas occidentales se han trasladado a China, lo cual ha generado desempleo y precariedad laboral en los países occidentales

30/12/2016 (07:52 CET) Actualizado: 30/12/2016 (07:52 CET)
La muerte de la globalización
La muerte de la globalización

Desde el fin de la II Guerra Mundial, la defensa del libre comercio y el control de la OTAN han sido los dos ejes sobre los que se ha basado la política exterior de EE UU. El proceso de globalización económica cambió para siempre cuando en 2001 China entró en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Desde entonces, cada vez más multinacionales trasladaron sus fábricas al territorio del gigante asiático, aprovechando las oportunidades de mano de obra barata y la ausencia de sindicatos que defiendan los derechos de los trabajadores chinos. Estas empresas obtienen unos beneficios enormes, pero a costa de graves consecuencias para la clase obrera occidental, como el paro y la precariedad laboral.

Por ejemplo, se estima que EE UU ha perdido más de cinco millones de empleos industriales en menos de dos décadas. Los problemas sociales generados por esta política económica explican el triunfo de Donald Trump, que ha prometido acabar con la globalización, obligar a las empresas de EE UU a producir en su país e imponer aranceles a los productos chinos.

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