Civilizaciones perdidas
31/07/2014 (19:47 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

Rarezas del Antiguo Egipto

Consumir polvo de momia para sanar enfermedades, usar preservativos para evitar el aumento de la natalidad –y algunas enfermedades venéreas–, utilizar a los gatos en el frente de ataque porque su muerte acarreaba mala suerte… son muchas las "rarezas" que nos ha legado el antiguo egipto. algunas de ellas tan sorprendentes como éstas…

31/07/2014 (19:47 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
Rarezas del Antiguo Egipto
Rarezas del Antiguo Egipto

Es muy probable que pocas culturas haya en la historia tan fascinantes como la que germinó, casi de la noche a la mañana, a la vera del Nilo. Lograron mantenerse durante más de tres milenios, tiempo en el que aportaron nuevos conceptos a las ciencias, y en los que inventaron cosas tan peculiares como, valga el ejemplo, unas pequeñas bolitas compuestas por incienso, miel y otros elementos que refrescaban la garganta, y que además combatían el mal aliento. Pero es que además los actuales maquillajes tienen su origen en los laboratorios egipcios, que dieron con los colorantes adecuados para que, entre otras, Nefertiti pasara a la historia por sus rasgos faciales perfectos, pero también por su extraordinario maquillaje que la embellecía aún más. Además, en algunas tumbas se han hallado una serie de palillos cubiertos con hilachos, que debían de servir al difunto para mantener una correcta higiene dental en el otro mundo, ya que, a todas luces, se asemejan a nuestros modernos cepillos de dientes. Tumbas, casas o templos a los que además dotaban de un complejo sistema de cerraduras, que debía impedir la entrada de quien no tuviese la "llave" adecuada.

Así pues, Egipto ha sido un auténtico filón en lo que a rarezas, inventos y cuestiones similares se refiere. Pero también ha despertado ideas estrambóticas a lo largo de los siglos, acerca del poder que atesoraban determinados elementos procedentes del país de los faraones. Éstos podrían ser algunos… 

COMER POLVO DE MOMIA 

Si bien es cierto que esta cuestión poco tiene que ver con los egipcios, o al menos con el periodo de tiempo en el que estuvo vigente dicha civilización, no menos lo es que el consumo de polvo de momia es un derivado de las cualidades mágicas que especialmente a partir de la Edad Media se atribuyeron a las propias momias, que en definitiva representaban la pervivencia del cuerpo, y en cierto modo el intento por alcanzar la vida eterna. Por eso hubo quien creyó que consumir momia machacada era el mejor de los remedios para sanar algunas enfermedades, porque entre otras cosas, esas cualidades mágicas permitían, por ejemplo, que los huesos rotos soldaran a una velocidad inexplicable.

Durante un tiempo el tráfico de momias en el viejo continente fue tal, que si éstas no llegaban, se creaban…

Hay que decir que dicha creencia es más que probable que partiese de una confusión, ya que los persas comerciaban con betún, un líquido viscoso capaz de curar casi cualquier mal, muy parecido al natrón con el que se cubrían las momias en el antiguo Egipto, y al que además llamaban mummia. Pues bien, esa similitud fonética hizo que los comerciantes viesen negocio en este asunto, y pronto se empezó a extender la idea de que esta nueva mummia que recubría los cuerpos de los faraones poseía las mismas capacidades mágicas y sanadoras que el betún de Judea. Y no sólo eso: es que con el tiempo dicho concepto se acabó por aplicar a todo el cuerpo momificado, por lo que, de este modo, era todo el cuerpo a su vez el que poseía dichas características curativas. Y así, la fiebre por ingerir momia acabó subiendo la temperatura de cada rincón del viejo continente. Reyes y nobles requerían su poder, y una vez eran machacadas hasta convertirlas en polvo, se mezclaban con productos más amables al paladar, para de este modo facilitar la aplicación oral de la nueva medicina.

El remedio fue tan popular, que hasta las clases menos pudientes lograron acceder al mismo, eso sí, con momias que pertenecían a trabajadores del antiguo Egipto, ya que las de los faraones quedaban exclusivamente reservadas a monarcas como Francisco I de Francia, que era un entusiasta consumidor de polvo de momia. Repito, no podemos hacernos a la idea del furor que provocó dicho remedio, de las cualidades sobrenaturales que se le atribuyeron, de la cantidad de momias que fueron destrozadas sólo por la necesidad de creer de los enfermos; de los cadáveres que fueron embalsamados para hacerlas pasar por auténticas momias. Y todo para cubrir la descomunal demanda…

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