Ovnis y vida extraterrestre
01/06/2007 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

El OVNI de la discordia

El 5 de marzo de 2007 se cumplieron 28 años del avistamiento OVNI más espectacular y multitudinario de la ufología española, y tras casi tres décadas la discusión acerca de su naturaleza sigue latente. Un equipo de investigadores ha revisado para ENIGMAS el célebre incidente aportando en el presente informe nuevos y reveladores datos.

01/06/2007 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
El OVNI de la discordia
El OVNI de la discordia
Eran las 19.00 horas de aquella inolvidable tarde casi primaveral del 5 de marzo de 1979. Miles de personas, hasta entonces ajenas al misterio y situadas en prácticamente todas las islas del archipiélago canario, comenzaron a observar en el horizonte unas extrañas nubes de colores en formación anillar. Minutos después, cuando ya había oscurecido, los asombrados testigos distinguieron cómo el fenómeno variaba transformándose en una especie de líneas zigzagueantes de colores amarillos y naranjas. Sobre las 20.08 horas –sesenta y ocho minutos después–, un objeto volante no identificado entraba en escena elevándose vertiginosamente hacia el firmamento y dejando a la vista una brillante y luminosa campana de luz, de un aspecto blanquecino y metálico. Tras de sí quedó una estela de color rojo, originando una especie de pequeñas explosiones que ocasionaron una enorme luminosidad. En esos momentos el misterioso objeto varió su trayectoria, adquiriendo una velocidad inusual. El fenómeno llegó a ser observado desde África o las costas de Cádiz…Testigos desde el aireDesde los cielos más de una docena de personas, pilotos y tripulantes, pudieron seguir las evoluciones del extraño objeto. Fueron un total de 10 aviones, mientras que desde el mar más de una docena de embarcaciones atestiguaron la espectacularidad de los hechos. La mayoría de los observadores desde tierra, mar y aire coincidieron en destacar que "el espectáculo de colores era algo fantástico", generando una expectación mediática pocas veces vista en Canarias. "El Club La Prensa" del periódico El Día fue el marco escogido de históricos debates abarrotados de público en los que se discutieron las hipótesis más diversas: experimentos climáticos, bombas atómicas, naves interestelares, misiles… Días después, y ante el asombro de muchos isleños, dio comienzo una investigación oficial que tuvo como objetivo estudiar y articular una respuesta acerca de la naturaleza de lo avistado, investigación que concluiría con un voluminoso expediente de más de 200 páginas repleto de material gráfico de primera calidad y testigos de élite. La conclusión, desconociéndose el origen real del fenómeno, sorprende por la claridad de los términos que utiliza: "…lo observado el día 5 de marzo (…) fue un Fenómeno Aéreo No Identificado (FANI), seguido de un Objeto Volante No Identificado (OVNI), y por lo tanto de origen desconocido". Sin embargo, y ya desde un primer momento, se indicó –sin pruebas razonables, dicho sea de paso– que lo observado pudo haber estado producido por un misil intercontinental Polaris, aún a pesar de no existir –ni ofrecerse– pruebas oficiales que lo avalasen, presuntamente lanzado a cientos de millas al suroeste del archipiélago. No obstante, una primera revisión de la hipótesis balística inicial deja claro que un artefacto de estas características posee un alcance máximo de unos 2.200 km –UGM-27A–, e incluso teniendo en cuenta el último proyectil de esta clase llevado a cabo por la marina norteamericana –UGM-27C–, el cual alcanzaba como rango máximo unos 4.600 km, se hace preciso añadir que partiendo de la distancia exacta desde donde se efectuaron los supuestos lanzamientos, éstos no habrían podido llegar al lugar indicado, precipitándose sobre Francia u Holanda, o entre la frontera de Polonia y Bielorrusia respectivamente. Años después, exactamente el 14 de junio de 1987, aparecía en el periódico El País un reportaje en el que se indicaba que una serie determinada de avistamientos OVNI ocurridos en Canarias a lo largo de la década de los setenta, habían estado producidos por misiles intercontinentales soviéticos lanzados con rumbo a Siberia, disparados por un submarino de esta misma nación a aproximadamente 200 millas al suroeste de las islas. Con esta nueva explicación ocurre lo mismo que con la anterior, pues los proyectiles disparados jamás habrían llegado al lugar indicado. En este punto, y sin contar, claro está, el vaivén existencial en la variabilidad de versiones que no poseían ni poseen ningún tipo de fundamento lógico, es preciso reseñar que se jugó con el desconocimiento por parte de la opinión pública en referencia a las características propias de este tipo de proyectil, para concluir momentáneamente una serie de incidentes cuyas características observadas en nada tenían que ver con aquello que se indicó. Una década más tarde, exactamente en el mes de marzo de 1999, aparecían en la prensa canaria una serie de titulares que concluían, definitivamente, que lo avistado durante dichas jornadas eran "misiles Poseidón C-3 lanzados por submarinos norteamericanos a miles de kilómetros de distancia de las Islas Canarias", aún a pesar de que la gran cantidad de testigos entrevistados, tanto en su momento como en la actualidad, indican a las claras que los presuntos artefactos militares se encontraban justo encima de las islas. El debate genérico sobre la credibilidad de los testigos a partir de la psicología de la percepción –en donde la persona está bajo la influencia de lo que siente– arroja opiniones contradictorias, pero el análisis objetivo de los datos realizado por nuestro equipo disipa muchas dudas, teniéndose en cuenta que en este incidente son miles los testigos, situados en diferentes puntos de Canarias, que coinciden en indicar esa serie de cuestiones anómalas que descartarían prácticamente por completo la versión balística. En este punto, simplemente por ello, esta teoría utilizada de forma aparentemente justificada –aunque como observamos, equivocada– quedaría más que eliminada.¡El fenómeno tuvo una envergadura sorprendente!Muchas personas describieron no sólo las extrañas características del enigmático fenómeno –los momentos inequívocos en los que alguno de los objetos llegaron incluso a efectuar cambios de trayectoria, estacionarios y deceleraciones, unas maniobras imposibles de efectuar por un misil de las características que se pretende–; también la gran mayoría coincidió en destacar la sorprendente envergadura del citado evento. Nuestro reciente estudio llevado a cabo en uno de los lugares exactos desde donde se obtuvieron varias de las famosas fotografías nos ha permitido comprobar in situ que muchos de los datos recopilados por el Ejército del Aire en el informe desclasificado eran ciertos, evidenciándose ante todo que el fenómeno era incluso mayor de lo que se ha venido describiendo hasta el momento.

El primer dato revelador es que la primera fase del suceso se produjo aproximadamente a unos 10 km de altura sobre la superficie del mar, a una distancia de las islas estimada de 200 km al oeste de éstas. De esta manera, cuando los anillos o la galaxia ya estaban desapareciendo surgió en el horizonte un disco luminoso, volando en trayectoria horizontal hacia el archipiélago, ascendiendo a una velocidad sorprendente al llegar a la altura de los citados anillos con una inclinación inicial sur-este, hasta perderse en el cenit. En ese momento la gigantesca campana de luz quedó estacionada durante un tiempo indeterminado, alcanzando una altura aproximada de 70 km y ofreciendo el segundo dato revelador: en su mayor magnitud la citada campana alcanzó 70 km de sección, con un área que ofrecía la sorprendente cifra de 3.500 km2 y con un diámetro de la línea amarilla interior observada en las instantáneas de 65 km. En otras palabras, la campana luminosa casi duplicaría la superficie de la isla de Tenerife. No obstante, si eso sorprende lo hace mucho más el hecho de que el mayor diámetro alcanzado por la galaxia fue de unos 100 km de envergadura, teniendo en cuenta informes oficiales. Sin embargo, obtuvimos datos mayores, pues llegamos a constatar que ésta alcanzó aproximadamente 283 km.

Si proyectamos nuestros datos sobre cartas náuticas, planos militares del archipiélago canario y tenemos en cuenta que el fenómeno se estima a unos 223 km de Izaña, Tenerife, obtenemos nuestro tercer apunte de interés, al comprobar que los extremos del mismo casi rozarían El Hierro y La Palma. Asimismo, y observando la fotografía reciente tomada como comparativa sobre la que han sido dibujados digitalmente los fenómenos, podemos comprobar las inmensas dimensiones de la copa, viendo que el Teide ante esta enorme luminaria es poco menos que una pequeñez.

Llegados a este punto la primera gran conclusión no por obvia debe ser infravalorada: un misil de las características que se pretende no puede alcanzar semejante magnitud, ni siquiera en el momento de su mayor apogeo, pues tan sólo la luminosidad alcanzaría unos pocos cientos de metros.Datos que no convencenHace unos años el joven tinerfeño aficionado a la ufología Alfonso Ferrer, afirmó haber localizado vía Internet a algunos de los tripulantes de dos de los submarinos que en la década de los setenta habrían realizado los lanzamientos de misiles. En sus singulares declaraciones, por momentos confusas y sin proporcionar pruebas fehacientes que permitieran corroborar sus afirmaciones, los informadores aseguraron que en aquellos instantes se encontraban realizando maniobras cerca de las islas Canarias, responsabilizando a éstas de los espectaculares fenómenos.

Admitiendo la autenticidad de la fuente localizada y personificada en la figura de un presunto tripulante de uno de los sumergibles, concretamente el USS Kamehameha SSBN 642, se podrían plantear una serie de dudas razonables e inevitables concernientes a la información suministrada. En primer lugar habría que determinar la veracidad del testimonio del militar y si éste se corresponde realmente a los hechos acaecidos durante aquellas desconcertantes y misteriosas jornadas.

Nuestras recientes indagaciones han confirmado una vieja sospecha que nos inquietaba, apuntando algunos datos a que ciertamente por esa época varios submarinos zarparon de Rota, pero con un punto de reunión muy distinto… y distante: las aguas de la por entonces República Federal de Alemania, desde donde se integrarían en el operativo de las maniobras militares conjuntas de dicha nación y otros miembros de la OTAN. Está claro que para navegar de Cádiz a Alemania no es preciso pasar por el oeste de Canarias, por lo que lo argumentado por Ferrer podría quedar en poco más que una anécdota cuyo interés residiría en discernir si fue fruto de una confusión por parte de su informante, o víctima de una maniobra intoxicadora. Y es que llegados a este punto el lector lícitamente debería cuestionarse si es factible creer que un tripulante, después de tener a sus espaldas cientos de pruebas, y transcurridos casi treinta años, vaya a recordar el número de misiles lanzados en un día de rutina tan normal para él como cualquier otro.¿Cuántos disparos podría presenciar desde dentro de una mole de acero en al menos diez años de servicios? ¿Por qué iba a recordar algo que no pudo ver por estar dentro de la nave y cuya repercusión admitió desconocer? ¿Qué hizo especial ese día –y esos supuestos lanzamientos–?En cualquier caso, y tal y como se desprende de nuestras simulaciones realizadas a partir de muchos de los datos obtenidos tanto en 1979 como a día de hoy, las versiones balísticas propuestas despojadas de sus engañosos gráficos e hipótesis un tanto sospechosas apenas soportan un sencillo análisis. Más bien al contrario, pues precisamente estudios recientes vienen a demostrar algo muy distinto a lo que desde determinados sectores se ha afirmado durante años sin pruebas contundentes, y lo que es peor, despreciando un elemento importante dentro de todos los incidentes OVNI: en este caso el testimonio ofrecido por miles de canarios que ponen en tela de juicio la veracidad –y las intenciones– de los que abogan por la tesis del Poseidón C-3. Y es que mientras la luz siga avanzando en línea recta, como ha hecho siempre, y las montañas no caminen, las marcaciones geográficas obtenidas del fenómeno a través de una fotografía en un paraje concreto de Gran Canaria, demuestran de manera indudable que lo observado el 5 de marzo de 1979 fue sin duda enormemente mayor de lo que ningún testigo pudo jamás imaginar. Las pruebas están ahí, y defender que se trató de gases expandidos procedentes de un misil no sería más que otro disparate apresurado.

Quien decida persistir en tal hipótesis deberá demostrar que en aquella época existía un dispositivo balístico muy diferente a los conocidos "públicamente" hasta la fecha, que en absoluto podía ser el referido y mil veces citado Poseidón C-3, incapaz de generar tales efectos, tal y como puede observarse simplemente al comparar las fotografías obtenidas aquel día con instantáneas reales de este tipo de proyectil. Por lo demás, cada cual creerá en aquello que más le interese… no olvidando, claro está, que "el pueblo tiene derecho a una información veraz".
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