Alquimia 3.0
La alquimia es un amor al conocimiento que tuvo su edad dorada y, aunque la ignorancia humana lo tachó de conocimiento oculto, esta ha sobrevivido hasta nuestro días.
En el año 2002, en la calle Halstaska número 1 de Praga, se hizo un impactante hallazgo. Y como suele ocurrir en otras ocasiones, la casualidad, el destino, o vaya usted a saber qué, hizo que ese hallazgo fuese el resultado de una tragedia.
Las aguas del Moldava se desbordaron, inundando sótanos y bajos de las casas más cercanas al río. Y fue precisamente durante las labores de achique y restauración posteriores cuando los obreros dieron con una galería que se sumergía en las profundidades de la tierra.
¿Qué era aquello? ¿Hacia dónde conducía? En ese instante nadie podía imaginar que estaban a punto de encontrar un laboratorio alquímico, íntegro, del siglo XVI. ¿Cómo era posible? ¿Quién lo ocultó con tanto atino que hizo que aquella estancia hermética sobreviviese al gran incendio que asoló la capital checa en la segunda mitad del siglo XVII, o a la reconstrucción del barrio judío del XIX?
Seguramente nunca lo sabremos y éstas y otras cuestiones continúen formando parte de ese delicioso enigma que es un lugar así. Porque el laboratorio alquímico de Praga es una cápsula del tiempo que nos remonta, precisamente, al tiempo en el que el emperador Rodolfo II, sobrino de Felipe II, llenó esta ciudad de nigromantes, de alquimistas, de magos…
Porque el amor por el conocimiento al que la intolerancia siempre tachó y tachará de oculto, en aquellos días floreció y tuvo su edad dorada. Un saber que, siglos después y con los medios que marca la tradición, sigue siendo utilizado.
¿Alquimistas en el siglo XXI? Sí, los hay, demostrando que de la teoría a la práctica… sólo es ponerse.
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