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27/09/2016 (09:33 CET) Actualizado: 27/09/2016 (09:33 CET)

El tren del oro

27/09/2016 (09:33 CET) Actualizado: 27/09/2016 (09:33 CET)
El tren del oro
El tren del oro

Hace un año más o menos, los medios de comunicación, especialmente los europeos, publicaron a grandes titulares esta historia. El protagonista de la misma se llamaba Tadeusz Slowikowski, un hombre de 85 años que llevaba 65 buscando un tren repleto de oro desaparecido siete décadas atrás.

Slowikowski nació en Walbrzych, Polonia, donde la presencia de militares nazis era constante y la historia del tren misterioso se daba por cierta. Con los años se acabó por convertir en un auténtico experto en este asunto, al punto de que estaba convencido de que aquel convoy era real. Tan real como el túnel en el que supuestamente fue escondido para que, una vez pasara la guerra, los nazis regresaran a por el botín.

Entre otros tesoros, se supone que en su interior se encontraba el fantástico Salón de Ámbar del zar Pedro el Grande, que Hitler se llevó de San Petersburgo en 1941.

Pues bien, tras décadas de búsqueda, Slowikowski aseguró haber dado con el túnel. La información principal partía de un operario alemán al que salvó de las manos de unos delincuentes, y que le habló de la presencia de la misteriosa galería oculta bajo tierra. Efectivamente, llegó a un lugar en el que había unas vías que se metían en la oscuridad hasta un punto en el que el túnel había sido bloqueado. Al parecer, el informante, sabiendo que allí se escondía algo importante, decidió callar durante años por miedo a sufrir algún tipo de represalia.

Con todos estos argumentos Slowikowski logró los permisos para buscar en la zona: "Tan pronto como empezamos, tres hombres de civil y con armas de fuego se acercaron a nosotros y nos amenazaron, diciéndonos que nos detuviéramos. No supe quiénes eran, pero tuve sospechas. Poco tiempo después, mi perro fue envenenado. Luego rompieron mi puerta de casa y mi teléfono fue intervenido. Eran tácticas clásicas de la policía secreta cuando buscaban intimidar a la gente".

La cuestión es que el convoy, de estar, se encuentra en una de la muchas minas que se reparten por esta zona de la baja Silesia, lo que supone que además estará rodeado de explosivos. Y aún así, el aviso no ha servido para alertar a la población; por la zona se pasean cada día cientos de curiosos y buscadores de tesoros, al punto de que las autoridades se han visto obligadas a colocar un puesto de control con cámaras de vigilancia, porque el peligro de explosión es real. Además, se espera la llegada del ejército para acordonar la zona y proceder a una búsqueda más exhaustiva entre los kilómetros 61 y 65 de la vía que une Breslavia y Walbrzych, que es donde se supone que estaría oculto el tren nazi; y con él un tesoro de los muchos que ocultaron, tan malditos como lo fue su propia historia…

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