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24/04/2018 (12:13 CET) Actualizado: 24/04/2018 (12:13 CET)

Jesús no inventó este fraude

24/04/2018 (12:13 CET) Actualizado: 24/04/2018 (12:13 CET)
Jesús no inventó este fraude
Jesús no inventó este fraude

Es una vergüenza comprobar en qué se ha convertido la Iglesia, como una imagen más de estos tiempos decadentes en los que los políticos están más preocupados por aumentar su currículum de manera fraudulenta, o de mantener el poder a costa de lo que sea, eliminando la parte vocacional de servicio público que tanto unos como otros deberían tener. Y es que hoy se manipula como se ha hecho siempre: si pecas, vas al infierno. Y el concepto pecado es tan amplio como el «legislador» de turno quiere que sea. Si los condones son pecado, no los uses o vas al infierno; si dudas del dogma, vas al infierno; si quieres rebajar el poder de la curia y airear la peste que suele acompañarla, te dan una sopita y a los 3 días no resucitas; y si planteas vías alternativas como la Teología de la Liberación, vas al infierno rápido, porque antes te matan...

Al infierno... Ahí deberían de ir los pederastas, los blanqueadores de dinero y los sicarios de la opulencia para los que «las reglas para todos» no parecen ir con ellos; son los mismos que volverían a crucificar a Jesús si retornara. Al fin y al cabo el mensaje del mesías va en contra de los intereses que esta empresa con solera, solera de dos milenios en el negocio de la fe, tiene sin duda. Hace años escuché de boca de uno de nuestros más ilustres —y veteranos— Premio Planeta, que «por encima de obispo ninguno cree en Dios». No diré su nombre por respeto a unas palabras que entiendo fueron dichas en el contexto de una conversación en petit comité. Sí diré que del mismo modo es necesario remarcar que si esa institución se mantiene es por la fe y la vocación de miles de personas que salen del entorno dorado de la «casa madre» para partirse la cara por los demás en algunos de los lugares más complicados del mundo. Esa es la base del verdadero mensaje de Jesús, parte de lo que se ha silenciado por intereses espurios; el mensaje de un hombre que por esos mismos intereses fue reconvertido en el siglo IV en lo que hoy es y seguramente no quiso ser, sentando las bases de la fe actual. «Buscad debajo de una piedra y allí me encontraréis», dijo Jesús en una frase cargada de humildad. Y estaría muy cabreado si asomara la cabeza y viera que las piedras contra las que él se enfrentó en vida son las que hoy se levantan en su nombre.

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Nº 403, marzo de 2024