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31/12/2021 (09:15 CET) Actualizado: 31/12/2021 (09:49 CET)

Dios es un holograma

El eminente físico David Bohm abrió de par en par la puerta a un nuevo y disruptivo paradigma: que nuestro universo es una proyección holográfica. Pero no solo hizo eso, sino que identificó al "proyector" y descubrió qué es en realidad y cómo funciona. En 'La física de Dios' (Sirio, 2019) –extraordinaria obra de la que extractamos este artículo–, Joseph Selbie explica de manera magistral esta realidad holográfica del universo.

31/12/2021 (09:15 CET) Actualizado: 31/12/2021 (09:49 CET)
Dios es un holograma
Dios es un holograma
Nº 361, Agosto de 2020
Este artículo pertenece al Nº 361, Agosto de 2020

Pocos físicos negarán que vivimos en un universo perfectamente creado para la existencia de vida inteligente. Tan perfecto es, que a veces se lo define como universo Ricitos de Oro, un universo con las debidas condiciones. Como en el cuento, nuestro universo sencillamente "está bien": "Bastaría con alterar un valor para que el universo no pudiera existir [...] Las probabilidades desfavorables para la existencia del universo son de tan abrumadora vastedad astronómica que la idea de que todo sencillamente 'ocurrió' desafía el sentido común. Sería como lanzar una moneda al aire y que saliera cara diez cuatrillones de veces seguidas. ¿Puede ser?". (Eric Metaxas, autor de Miracles: What They Are, Why They Happen, and How They Can Change Your Life).

El azar frente al orden es una de las divisiones más importantes entre la ciencia y la religión

Es evidente que las probabilidades en contra de que nuestro universo se formara como lo hizo, junto con las probabilidades en contra de que la vida inteligente surgiera de la materia inerte una vez que el universo se formase tal como lo hizo, son increíblemente altas. Pero, a pesar de las pruebas relativamente nuevas y en aumento de la exquisita conjunción de condiciones necesarias para producir vida inteligente, muchos científicos siguen pensando que absolutamente todo lo que hay en la creación es el resultado último de una larga cadena de eventos puramente casuales, desde el nacimiento del universo hasta el primer organismo unicelular y las obras de Shakespeare. El azar frente al orden es una de las divisiones más importantes entre la ciencia y la religión. Un principio fundamental de la religión es que el cosmos fue obra de un Creador inteligente. Los materialistas científicos, por otro lado, sin ver ninguna prueba directa de tan colosal inteligencia en las interacciones entre la energía y la materia, insisten en que el cosmos tuvo que formarse como lo hizo de forma accidental debido a una serie de eventos causales de duración eónica.

NO EXISTE EL AZAR

El azar frente al orden es una de las discrepancias fundamentales entre la ciencia y la religión, pero es menos sabido que dentro de la propia ciencia se puede encontrar la misma discrepancia entre el azar y el orden: no todos los científicos ni todas las teorías científicas aceptan la casualidad. A un lado de esa división están los científicos que creen que la realidad es indeterminada y se formó por obra del azar. Al otro lado, los que piensan que la realidad está determinada y se formó de acuerdo con un orden oculto. Estos dos puntos de vista científicos diametralmente opuestos –el azar indeterminado frente a la determinación por parte de un orden oculto– se pueden ver con mayor claridad en las denominadas interpretaciones de la física cuántica. Hay unas doce, y se dividen al 50 % entre el indeterminismo y el determinismo. En general, cada interpretación de la física cuántica da una explicación distinta de sus diversos descubrimientos contraintuitivos, conocidos popularmente como rarezas cuánticas. Hay tres descubrimientos científicos que ilustran perfectamente la rareza cuántica: la dualidad onda-partícula, el principio de incertidumbre y la paradoja del observador inteligente.

El primer descubrimiento contraintuitivo de la física cuántica fue el comportamiento a lo Jekyll-Hyde de la naturaleza: la energía se puede comportar como materia y la materia como energía. La luz se puede comportar como ondas o como partículas. Los átomos se pueden comportar como partículas o como ondas. Con el reconocimiento de la dualidad onda-partícula (como se denominó), los físicos empezaron a usar la expresión onda de materia para referirse tanto a la energía como a los átomos, en lugar de especificar si algo es una partícula o una onda.

Atomo
Los físicos descubrieron que la medición de un átomo solo podía revelar con exactitud una de dos propiedades complementarias.

Poco después de que el doctor Jekyll y míster Hyde dejaran a los físicos con la boca abierta, se produjo otro descubrimiento desconcertante. Los físicos descubrieron que la medición de un átomo solo podía revelar con exactitud una de dos propiedades complementarias. Por ejemplo, se podía saber con certeza dónde estaba un átomo (la posición) o se podía averiguar adónde iba y a qué velocidad (el momento). Pero nunca se podía saber con certeza la posición y el momento al mismo tiempo. Cuanto más se sabe de una de estos dos datos menos se sabe del otro. Este dilema se conoce como principio de incertidumbre, o indeterminación, de Heisenberg.

EL GRAN ENIGMA DEL UNIVERSO

Unida al descubrimiento de la dualidad onda-partícula de la naturaleza y el principio de incertidumbre de Heisenberg está la paradoja del observador inteligente: el hecho desconcertante de que una onda de materia adopta el comportamiento de la materia solo cuando la mide un observador inteligente. Esta circunstancia desconcierta hasta hoy a la mayoría de los físicos. La interpretación más conocida de estos tres descubrimientos contraintuitivos es la interpretación de Copenhague, así llamada por la ciudad natal de Niels Bohr, el padre de la física cuántica y principal exponente de la interpretación. Más o menos dice así: hay que acostumbrarse. Así son las cosas. No tiene sentido preguntarse por qué. En la formación de la materia son necesarios los observadores inteligentes. Aceptemos que la realidad es rara. Lo único que podemos conocer son los resultados finales de las observaciones y la exactitud de las matemáticas. Nada hay detrás de la cortina. No existe ninguna realidad más profunda. La realidad es fundamentalmente rara, indeterminada y casual. Como aseguraba Richard Feynman, físico y premio Nobel: "No sigas diciéndote, si tienes algún modo de evitarlo, 'pero ¿cómo puede ser?', porque te meterás en un atolladero, en un callejón sin salida del que nadie ha escapado aún. Nadie sabe cómo puede ser así".

La realidad funciona de un modo extraño: una onda de energía se transforma en materia solo cuando la contempla un observador inteligente

 

EL HALLAZGO DEL SIGLO

Creo que la interpretación de Copenhague y otras de orientación similar son pragmáticas. Se pueden resumir con el popular dicho de la física "calla y calcula". Con estas interpretaciones pragmáticas, los científicos pueden reconocer que la realidad tiene aspectos extraños, como la necesidad de un observador inteligente, pero al mismo tiempo pueden minimizar su importancia. La interpretación de Copenhague postula que todo lo que existe, o vaya a existir, es el resultado de interacciones casuales entre la materia y la energía. Por tanto, la realidad es el producto accidental de fuerzas indeterminadas. La interpretación de Copenhague ganó aceptación en los años veinte y treinta del pasado siglo, pero muchos eminentes científicos buscaban un orden más profundo que el que permitía el pragmatismo de esa interpretación. Son famosas las palabras de Einstein al referirse al indeterminismo casual de la interpretación de Copenhague. En una carta dirigida al físico y premio Nobel Max Born (1882- 1970) en 1926, expresaba: "La mecánica cuántica es realmente imponente. Pero una voz interior me dice que aún no es la buena. La teoría dice mucho, pero no nos aproxima realmente al secreto del 'viejo' (Dios). Yo, en cualquier caso, estoy convencido de que Él (Dios) no juega a los dados".

Einstein estaba convencido de que la interpretación de Copenhague tenía fallos, de que era incompleta y solo explicaba parte de la realidad. Propuso explicaciones alternativas, entre ellas las que se conocen como variables ocultas, que también podemos entender como propiedades ocultas. Según la interpretación de Copenhague, la onda de materia, mientras se halla en estado de onda, no tiene propiedades fijas. Solo adopta propiedades físicas cuando la mide un observador inteligente. Antes de esta observación, la onda de materia es completamente indeterminada: energía neutra que puede adoptar cualquier forma.

Pero no todos están dispuestos a callar y calcular. David Bohm, más que minimizarlas, aceptaba las implicaciones de la rareza cuántica. Con la aceptación de la no-localidad, en especial, pudo descubrir matemáticamente el orden del universo que a Einstein se le había escapado. El trabajo de Bohm fue revolucionario. Desarrolló un nuevo sistema matemático conocido hoy como mecánica bohmiana, y una interpretación de la física cuántica lleva su nombre.

En su larga y fructífera carrera, David Bohm fue nombrado socio de la prestigiosa Royal Society de Inglaterra, uno de los premios más prestigiosos que un científico puede recibir, equivalente al Premio Nobel. Físico y matemático importante, Bohm, como joven candidato al título de doctor del Departamento de Física de la Universidad de California en Berkeley, contribuyó de forma importante al Proyecto Manhattan: la creación de la primera bomba atómica de la historia. Más adelante, hizo una serie de descubrimientos en los ámbitos de la física cuántica y relativista, incluido lo que hoy se conoce como difusión de Bohm. Su libro Quantum Theory (Teoría cuántica), publicado en 1951, sigue siendo una explicación clara y concisa de los principios básicos de la teoría cuántica.

Bohm
El físico y matemático David Bohm fue nombrado socio de la prestigiosa Royal Society de Inglaterra

Sin embargo, a medida que avanzaba en su carrera, Bohm fue sintiéndose insatisfecho con la interpretación de Copenhague y el hecho de que ignorara la rareza cuántica. En lugar de aceptarlo, se propuso entender qué podía significar el hecho de la no-localidad. Llegó a la conclusión –desconcertante pero matemáticamente irrefutable– de que el cosmos es un todo continuo interconectado. Apariencias aparte, descubrió matemáticamente que nada puede ser independiente de nada, porque el universo y todo lo que contiene está conectado invisiblemente a un reino bidimensional y no-local. En definitiva, descubrió que la interconexión cuántica inseparable de todo el universo es la realidad fundamental, y que las partes que se comportan con relativa independencia son solo formas particulares y contingentes dentro de este todo.

A ese reino no local que lo conecta todo lo llamó preespacio. El preespacio, como su nombre indica, es un sin espacio. En el preespacio no-local no existe la distancia tal como la concebimos. Uno de los enojosos problemas que el preespacio no-local resuelve es cómo sabe formarse la materia. Recordemos que en los tiempos de Einstein, las pruebas matemáticas descartaban la posibilidad de propiedades ocultas que pudieran determinar cómo se forma la materia; unas pruebas que frustraban la esperanza de Einstein de que esas propiedades ocultas existieran y nos dejaban en un mundo donde la materia adquiría una determinada forma únicamente por la presencia fortuita de un observador inteligente específico. Sin embargo, Bohm descubrió, matemáticamente, que aunque no pueden existir propiedades ocultas en nuestro universo tridimensional local, las propiedades ocultas pueden existir en un preespacio bidimensional no-local sin contradecir las pruebas matemáticas que las descartaban localmente.

Bohm demostró matemáticamente que el universo, y todo lo que hay en él, pasa a tener existencia física siguiendo un orden oculto propio del preespacio

¿Lo entiendes mejor ahora? La interpretación de Copenhague dice que la formación de la materia es aleatoria e indeterminada, y para determinar su forma definitiva depende únicamente de la presencia de un observador inteligente. En cambio, las matemáticas de Bohm establecían que aunque en nuestro universo tridimensional no puedan existir propiedades ocultas que determinen la formación de la materia, dichas propiedades sí pueden existir en un preespacio bidimensional no local. El trabajo de Bohm es de suma importancia. Ofrece un razonamiento sólido de que la realidad está determinada. Ninguna propiedad oculta ni observación aleatoria de ningún tipo determinan el despliegue del universo. Como ocurre con muchas teorías de la física, sucesivos descubrimientos parecen confirmar la teoría de Bohm.

EL HOLOGRAMA DE DIOS

Bohm demostró matemáticamente que el universo, y todo lo que hay en él, pasa a tener existencia física siguiendo un orden oculto propio del preespacio. A este orden oculto lo llamó orden implicado y comparó el proceso por el que la materia emerge en el mundo físico al proceso que sigue algo que está inicialmente plegado (plano, por así decirlo, en dos dimensiones) y después se despliega en tres dimensiones. La parte implicada del orden existe en el preespacio no-local, actuando como plantilla del orden manifestado, el cual se despliega como nuestro universo tridimensional local siguiendo la información contenida en el orden implicado en el preespacio.

A medida que avanzaba en su trabajo, Bohm descubrió también que las matemáticas que rigen en el funcionamiento de los hologramas constituían un modelo de excepcional utilidad para explicar cómo el orden implicado y plegado del preespacio bidimensional no-local hace posible que el orden manifestado se despliegue en el espacio tridimensional local.

Los hologramas son bidimensionales, pero las proyecciones holográficas son tridimensionales. Las imágenes holográficas se almacenan en medios planos bidimensionales. Sin embargo, cuando la luz interactúa con los medios planos bidimensionales, aparece una proyección holográfica tridimensional. La proyección holográfica no solo parece que es tridimensional sino que lo es: si alguien camina alrededor de una proyección holográfica, ve los diferentes lados de un objeto tridimensional, todos ellos generados a partir de medios bidimensionales.

El principio holográfico establece que el modo de funcionar del universo, desde el Big Bang hasta hoy, es el resultado de la información que existe fuera del propio universo

CONECTADOS A LA FUENTE DE TODO

El trabajo de Bohm con las matemáticas implícitas en un holograma se denomina en física principio holográfico. No es una teoría marginal. Sus ecuaciones se usan ampliamente en muchas ramas de la física. Fallecido ya Bohm, el principio holográfico se convirtió en un elemento importante de la teoría de cuerdas, que explica qué son en realidad y cómo funcionan las partículas subatómicas. El principio holográfico, tal como se utiliza en la teoría de cuerdas, establece que el modo de funcionar del universo, desde el Big Bang hasta hoy, es el resultado de la información que existe fuera del propio universo. O, dicho también de otra forma, la energía de la luz, al interactuar con un holograma bidimensional, se traduce en la colosal proyección holográfica tridimensional que llamamos universo. La primera reacción ante la idea de que el universo es una proyección holográfica puede ser de incredulidad o puro escepticismo. Las proyecciones holográficas a las que estamos acostumbrados suelen ser borrosas e insustanciales, mientras que el mundo que conocemos es exquisitamente detallado y sólido. Sin embargo, el hecho de que el mundo parezca sólido y minuciosamente detallado no niega la posibilidad de que sea una proyección holográfica.

La mayoría sabéis que lo que veis en la televisión o la pantalla del ordenador está compuesto de puntos. Los puntos son tan diminutos que solo pueden verse como tales con una lupa. Juntos, esos puntos pequeñísimos forman una imagen; cuanto más pequeños son, más clara es la imagen. Los teóricos de cuerdas creen que todo el universo está hecho de puntos inimaginablemente más pequeños que los de nuestras pantallas, y no solo en dos dimensiones como los de la pantalla del ordenador, sino en tres. Los físicos sostienen que el mundo que conocemos par ce sólido y sumamente detallado porque sus "puntos" son miles de millones de veces más pequeños que los puntos que vemos en una pantalla.

Cualquiera que alcance la quietud mental perfecta, verá directamente el mecanismo holográfico que crea al universo físico

Según la teoría holográfica de cuerdas, si dispusiéramos de una lupa de aumento ilimitado, podríamos ver que incluso el espacio está hecho de puntos. El universo físico, en lenguaje de la física cuántica, es discontinuo. No es un todo continuo y sin costuras. Podemos imaginar que lo que "aparecería" entre los puntos, si usamos nuestra lupa, sería el preespacio no-local y bidimensional. Ervin Laszlo, autor de Cosmos: una guía del cocreador para la totalidad del universo, dice sobre el tema: "Empezamos a ver todo el universo como una red interconectada holográficamente de energía e información, un todo orgánico y autorreferente en todas las escalas de su existencia. Nosotros, y todas las cosas del universo, estamos conectados no-localmente unos con otros y con todas las demás cosas, libres por completo de las limitaciones hasta hoy conocidas del espacio y el tiempo".

CONSTANTE CREACIÓN

La interpretación matemáticamente sólida que Bohm hace de la física cuántica, su orden implicado y manifestado y el uso de su principio holográfico por parte de la teoría de cuerdas, avala el testimonio de los santos, sabios y personas que han vivido experiencias cercanas a la muerte: los cielos son el modelo del universo. No hace falta dar ningún gran salto para apreciar que el orden implicado oculto en el preespacio de Bohm, u holograma bidimensional, podrían ser una árida descripción científica de un orden celestial oculto en lo que yo denomino el energiverso.

Tal vez la implicación más importante del principio holográfico es que el universo se crea constantemente. La mayoría de las concepciones de la creación del universo –sean, por ejemplo, el Big Bang o los siete días de la Creación del cristianismo– indican que, después de un evento creador inicial, la creación física sigue como una realidad permanente e independiente. El principio holográfico apunta en otra dirección. Señala que si la energía que interactúa con el holograma bidimensional en el preespacio se retirara, la proyección holográfica del universo dejaría de existir, al instante. Además, indica que el universo físico no tiene realidad independiente y duradera, sino que depende por completo, momento a momento, de la información y la energía que se originan en el energiverso bidimensional no-local.

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Comentarios (1)

Laura Jeria Hace 2 años
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