Historia oculta
21/07/2022 (14:16 CET) Actualizado: 21/07/2022 (14:16 CET)

Música de las cavernas

Los hombres del paleolítico disfrutaban, al igual que nosotros en la actualidad, con la buena música. Al menos, con aquella que eran capaces de crear con instrumentos más o menos rudimentarios

Javier Garcia Blanco

Periodista y fotógrafo

21/07/2022 (14:16 CET) Actualizado: 21/07/2022 (14:16 CET)
Música de las cavernas
Música de las cavernas

Una evidencia de este interés musical apareció en el año 2009, cuando los arqueólogos descubrieron en una cueva al sudoeste de Alemania los restos de tres flautas en buen estado de conservación, realizadas en hueso de buitre y provistas de cinco orificios. Lo más interesante del hallazgo estaba en la antigüedad de las piezas, datadas hacia el 42.000 antes de nuestra era, en el Paleolítico Medio, demostrando que la inquietud musical de nuestros lejanos antepasados era realmente antigua.

Flauta prehistórica
Flauta prehistórica realizada en hueso (Crédito: University of Tubingen)

Curiosamente, la utilización de sonidos con fines lúdicos o religiosos no se limitaba al uso de pequeños instrumentos. En otros casos, los hombres del paleolítico aprovechaban también las propiedades acústicas de ciertos elementos geológicos. Es el caso del litófono –piedra sonora– descubierto en una cueva en Fieux à Miers, en la región francesa de Midi-Pyrénées. Dicho litófono, una roca de unos dos metros de altura, produce un singular sonido, similar a un gong oriental, cuando es golpeado con un objeto sólido. Una característica que, seguramente, fue aprovechada por el hombre prehistórico durante algún tipo de rito o celebración.

Algo similar ocurre en el estado indio de Karnataka, en un enclave conocido como Kupgall Hill, donde la investigadora Nicole Bolvin, de la Universidad de Oxford, descubrió un peñasco de diorita que produce curiosos sonidos, de nuevo similares a los de un gong, al ser golpeado con piedras de granito. Según Bolvin, este singular "instrumento" prehistórico pudo haber sido empleado durante rituales de tipo chamánico. Aunque las marcas descubiertas en esta roca sonora no pueden ser datadas, los objetos descubiertos en el entorno han permitido aventurar que el enclave fue utilizado durante miles de años, llegando hasta el neolítico.

Las pinturas más representativas están ubicadas en lugares concretos de las cuevas que poseen importantes propiedades acústicas

Si estos ejemplos resultan fascinantes, otros autores y estudiosos han ido un paso más allá, al sugerir que los hombres y mujeres del paleolítico escogieron con sumo cuidado el lugar exacto en el que realizaban sus pinturas rupestres, ateniéndose a los lugares de las cuevas que tenían una mejor acústica, quizá en un intento por dotar a aquellas imágenes de un efecto doble, visual y sonoro. Esta es la opinión, por ejemplo, del experto en acústica Iegor Reznikoff, investigador de la Universidad de París. Reznifkoff ha pasado buena parte de las últimas décadas estudiando la particular acústica de los templos románicos medievales y, desde hace algunos años, ha ampliado su interés a ciertas cuevas empleadas por el hombre prehistórico. Después de estudiar a fondo varias de ellas, Reznifkoff ha llegado a la conclusión de que, en muchos casos, las pinturas más representativas están ubicadas en lugares concretos de las cuevas que poseen importantes propiedades acústicas, capaces de amplificar o transformar el sonido de las voces humanas o de instrumentos musicales.

En su estudio, el experto determinó que en al menos diez cuevas rupestres en Francia, las pinturas reproducían este esquema. "En la cueva de Niaux en Ariège –explica Reznikoff–, la mayoría de las pinturas más destacadas están situadas en el 'resonante' "Salón Negro", que posee una acústica similar a una capilla románica". Según este investigador, su hipótesis vendría a confirmar que estas cuevas sirvieron como espacios de poder natural, siendo auténticos escenarios destinados a la celebración de rituales mágicos y religiosos, enfatizados por la utilización de música y sonidos.

Salon Noir de la cueva de Niaux
Salon Noir de la cueva de Niaux (Créditos: R.Kann/https://www.sites-touristiques-ariege.fr/es/)

De una opinión similar es el arqueólogo británico Paul Deveraux, autor de un ensayo sobre la cuestión, titulado Stone Age Soundtracks (Bandas Sonoras de la Edad de Piedra). En los últimos años, Deveraux y sus colaboradores han dedicado buena parte de sus esfuerzos a estudiar este tipo de posibles "singularidades" sonoras. Así, en la década de los años 90 del siglo pasado, el arqueólogo británico y su equipo investigaron media docena de enclaves arqueológicos datados entre el neolítico y el 400 a.C., descubriendo que todos ellos contaban con efectos acústicos similares. Deveraux determinó que en estos lugares se producían efectos sonoros en frecuencias que se encontraban entre los 95 y los 120 hertzios, un rango similar al de una voz humana masculina. El arqueólogo británico cree que esta característica no es fruto del azar, sino que fue algo premeditado por parte de nuestros antepasados, y compara sus descubrimientos con otros realizados en enclaves arqueológicos más recientes, como construcciones mayas o pre-incas donde se producen efectos similares.

Sobre el autor
Javier Garcia Blanco

Periodista y fotógrafo especializado en temas de arte, historia y viajes. Ha publicado sus trabajos en medios como El Mundo, GEO, Lonely Planet, Condé Nast Traveler Destinos, entre otros. Autor de varios libros, como Historia negra de los Papas, Ars Secreta o Héroes y villanos. Fue jefe de edición de Año/Cero, y actualmente dirige el magazine de viajes y cultura Wanderer.es

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