Civilizaciones perdidas
01/08/2006 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

Tristán e Isolda. Un camino iniciático

La reciente película de Kevin Reynolds sobre el amor trágico de Tristán e Isolda ha recuperado un mito que todavía ejerce una extraña magia sobre nosotros. ¿Fueron sólo figuras legendarias legadas por la tradición? ¿Hay elementos que confirmen su historicidad? ¿Cómo llegó a ocupar esta historia un lugar tan destacado en el medievo?

01/08/2006 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
Tristán e Isolda. Un camino iniciático
Tristán e Isolda. Un camino iniciático
A principios del siglo VI los bardos que viajaban por Europa ya cantaban la leyenda de Tristán e Isolda. Para quienes no la conozcan, resumiremos aquí los rasgos esenciales de la misma: Tristán de Loenois se queda huérfano al nacer y es adoptado por su tío, el rey Mark de Cornualles. Tras numerosas aventuras en las que sale victorioso, el héroe se dirige a Irlanda con la misión de pedir para su tío la mano de la hija del rey, Isolda la Rubia –o Iseo–. Durante el viaje de regreso, los jóvenes beben por error un filtro mágico que tiene la propiedad de unirles con un amor eterno. Tras ser empujados irremisiblemente al adulterio, se separan. Tristán huye a Bretaña y contrae matrimonio con Isolda de las Blancas Manos. Al ser herido gravemente y sabedor de que sólo Isolda la Bella puede curarle, Tristán envía a su criado a buscarla con el encargo de poner una vela blanca en la nave si regresa con ella. Celosa, la otra Isolda anuncia a Tristán que la vela es negra cuando ve llegar la nave y Tristán muere de dolor. Cuando Isolda la Rubia descubre la muerte de su amado, muere sobre su cadáver.

La historia de los amantes adúlteros posee una trascendencia que la ha mantenido viva hasta hoy. Fue tan admirada que durante la Edad Media se convirtió en base fundamental para los poetas provenzales, franceses y de otras nacionalidades. No sólo influyó directamente en la creación del romance artúrico de Lancelot y Ginebra, siendo también un claro antecedente de Romeo y Julieta, sino que ha sido y sigue siendo un tema popular en el arte, la literatura, la música y más modernamente en la cinematografía. En 1943, Jean Cocteau filmó la historia en El eterno retorno, y este mismo año se ha estrenado la película de Kevin Reynolds. ¿Qué contiene dicha historia para haber ejercido tan poderosa influencia a lo largo de los siglos?

Lyonesse: reino sumergido

Uno de los misterios sin resolver se refiere a la tierra natal de Tristán. La tradición la sitúa en el reino sumergido de Lyonesse –o Loenese–, y dado que Mark era rey de Cornualles se ha supuesto que ese reino y Cornualles eran lo mismo. Sin embargo, algunos medievalistas consideran errónea esta visión, y que "Lyonesse" es corrupción de una denominación anterior que recibía el país de Tristán: Loenois, la actual Lothian en Escocia. Esto concuerda con el hecho de que Drustan –Tristán– fuera el nombre de un príncipe picto, que aparece recogido en las listas de reyes de las fronteras escocesas desde el siglo VI al VIII. La forma "Drystan" se encuentra en las tríadas del galés Libro Rojo de Hergest.

Sin embargo, las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo cerca de los castillos de Dore y Fowey en el suroeste de Cornualles, así como la investigación en los archivos, ha confirmado que existieron los sitios mencionados en los textos medievales que relatan la historia de los amantes. Documentos relativos a san Sansón, por ejemplo, hablan de la fundación por parte de éste de una iglesia y monasterio cerca de Fowey, antes de marchar a Bretaña en el año 625. Y en el romance Tristán de Béroul –siglo XII–, se habla de los monjes y el abad que habitan en esa iglesia cuando regresa Isolda. También se ha llevado a cabo una investigación en una estela del siglo VI encontrada cerca del castillo de Dore. Su borrosa inscripción fue transcrita en 1538 por John Leland, arqueólogo de Enrique VIII, y la misma sugiere que era la lápida de Tristán e Isolda. La fortaleza de Tintagel es otro lugar donde supuestamente habitó la pareja. Thomas Hardy situó en ella su obra The Famous Tragedy of the Queen of Cornwall (1916-23) donde incluyó una reconstrucción del plano del lugar, que en la actualidad se encuentra en ruinas.

Mientras que las citadas fuentes no confirman la existencia histórica de la pareja, sino que más bien sirven para "emplazarla" y darle visos de autenticidad, los orígenes de la leyenda son aún más complejos.

Algunos investigadores se decantan por las fuentes celta, persa y árabe, pero a las similitudes con estas tradiciones deben añadirse elementos míticos tomados de la antigüedad clásica –Morhaunt, el Minotauro y la leyenda de Teseo, los mitos de Perseo y Peleo– y del folclore –el dragón, la melena rubia de la heroína–. Tras analizar estas contribuciones, Pierre Gallais elaboró una teoría de cómo se transmitió el mito en su Genèse du Roman occidental: essais sur Tristan et Iseut et son modèle perse (1974): "Tristán es el resultado de la síntesis. Él también nació del contacto entre diferentes fuentes de folclore –al menos tres: árabe, celta y francesa–, que hacía mucho que se habían infiltrado en las aportaciones orientales y celtas".

Aunque las formas más antiguas del relato se han perdido, la raíz latina del nombre de Tristán –tristem– y las citas en textos de trovadores provenzales, han hecho suponer que la leyenda se originó en el Midi francés. Las versiones de los poetas Béroul y Thomas, ambas del siglo XII, sirvieron de base para su difusión europea durante el primer tercio del siglo XIII, época en que fue absorbido en los romances artúricos y Tristán se convirtió en el caballero virtuoso que rivaliza con el mismo Lancelot del Lago. En la "cristianización" del mito, "Tristán e Isolda están absueltos de toda culpa ante el trono de Dios", expresaba Wolfgang Golther en Tristan et Iseut dans les poèmes du Moyen Age et de l'époque moderne (1907).

Las versiones de la leyenda que se expandieron por todo Occidente mantuvieron en esencia el mismo esquema estructural, que repetía con gran fidelidad los principales episodios de la trama entre los dos amantes, desde el nacimiento y orfandad de Tristán hasta sus victorias sobre el gigante Morhaunt y el dragón, pasando por la curación de sus heridas a manos de Isolda, la ingesta del filtro mágico y la muerte de los amantes con los árboles entrelazados sobre su tumba –ver recuadro–.

Un mito solar

La psicología junguiana ha propuesto una interpretación de la leyenda de Tristán en función de la serie de símbolos que aparecen en ella y que son claras manifestaciones visuales de aspectos del inconsciente colectivo. Esta interpretación arroja luz sobre un problema que viene preocupando a los europeos desde hace muchos siglos: la integración del lado femenino en la civilización. La especialista Marion Smits lo explica del siguiente modo: "El consciente colectivo, representado por el rey Mark, apenas roza el subconsciente y, en especial, su aspecto femenino, el ánima. Tristán, por otra parte, se comunica extremadamente bien con el subconsciente y resuelve ciertos complejos inconscientes no deseados. Representa una nueva actitud espiritual en la civilización que es capaz de integrar el lado femenino, Isolda la Rubia, enriqueciendo y expandiendo así el consciente colectivo. Por desgracia, la integración sólo se produce de forma subliminal, tras la aciaga muerte de ambos".

Otra visión del mito la aportó Denis de Rougemont en 1973 al sugerir que "el último secreto del mito podría quizá descubrirse en la angelología del antiguo Irán. Según esta visión mística, tres días antes de la muerte el alma de cada individuo encuentra su Yo celestial, en la forma de un ángel femenino para el elegido, o de monstruo para los condenados. Así, el aparente narcisismo de Tristán encontraría aquí su interpretación espiritual".

Por su parte, Michel Cazenove en La subversion de l'âme: mythanalyse de l'histoire de Tristan et Iseut (1981) lo define como un mito iniciático, ya que conduce a un renacimiento. Isolda desempeña el papel de guía, tantas veces reservada a las figuras femeninas en los ritos de paso. Otros autores lo habían definido con anterioridad como un mito solar.

Franz J. Mone fue el primero en 1821 en describir a Tristán como un héroe o mito solar. Esta idea fue retomada en 1874 por Hermann Kurtz, que le comparó con Sigfrido y pensó que ambos derivaban del mito de Osiris llevado por los fenicios a las regiones nórdicas habitadas por los celtas. En 1869, Edgard Tyrell Leite atribuyó al mito un origen ario y vio a Tristán como la deificación del Sol en primavera, con Mark –su tío– como el invierno e Isolda como la diosa de la tierra. La pócima mágica deviene la lluvia primaveral que fecunda a la citada tierra: "Por último, el invierno triste regresa bajo la forma de Mark, reafirma su poder sobre la pobre Reina; mientras el Sol-Dios, herido, muere, o vaga por otros países en busca de otra esposa".

En el siglo XIX, Richard Wagner, con su drama lírico en tres actos, y luego diversos poetas británicos como Alfred Tennyson y Algernon Charles Swinburne, devolvieron al mito su verdadero valor de odisea espiritual: "La conjunción de Tristán e Isolda todavía ejerce su extraña magia en la actualidad. Para el hombre de barro, aislado y estancado en la rutina, el mito de Tristán ofrece la tentación suprema de la exaltación compartida con otro yo: la sincronización perfecta de dos seres… respirando, viviendo y muriendo al unísono… Debido a ello, nos toca en lo más profundo de nosotros mismos", concluye Jacqueline Shaefer.

Isabela Herranz
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