Parapsicología
20/11/2013 (10:03 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

LO INVISIBLE EN EL LABORATORIO

Charles T. TartPor mucho que la ciencia insista en que somos el simple producto de un «accidente» químico y biológico, lo cierto es que existen poderosas fuerzas invisibles que nos vinculan inexorablemente al mundo espiritual. No obstante, ¿es posible demostrar la verosimilitud de estos fenómenos intangibles? Charles T. Tart, mundialmente conocido por sus investigaciones experimentales en parapsicología y sus indagaciones en el ámbito de la conciencia, nos proporciona la respuesta a ésa y a otras cuestiones fundamentales en «El fin del materialismo» (Kairós), una ambiciosa obra que analiza el funcionamiento de los poderes «imposibles» que operan en nuestras vidas.

20/11/2013 (10:03 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
LO INVISIBLE EN EL LABORATORIO
LO INVISIBLE EN EL LABORATORIO
Tuve el privilegio de conocer a Eileen J. Garrett (1893- 1970), una de las médiums más famosas del mundo, mientras, en los años 1955 y 1956, yo cursaba ingeniería en el MIT. La señora Garrett había sido estudiada por varios investigadores y estaba familiarizada con los intentos, tanto a favor como en contra, de explicar la mediumnidad. Cuando se le preguntó, cerca ya del final de su vida, si creía comunicarse realmente con los espíritus, respondió que lunes, miércoles y viernes estaba segura de ello, martes, jueves y sábado pensaba que probablemente los psicólogos estaban en lo cierto al afirmar que no era más que un truco de su mente subconsciente, aderezada con un poco de Percepción Extra Sensorial (PES) para darle mayor veracidad y que… ¡los domingos, esa cuestión le importaba un comino!

UN DESASTRE ANUNCIADO
En el año 1930, la señora Garrett se vio inesperadamente implicada en un caso muy espectacular de mediumnidad. En aquella época vivía en Londres y toda Gran Bretaña llevaba meses agitada ante la perspectiva del lanzamiento del R-101, un nuevo dirigible del Ejército británico. El acontecimiento no estaba exento de controversia, porque había quienes pensaban que la aeronave no había sido suficientemente probada, y tanto la señora Garrett como otros psíquicos habían recibido advertencias de que ocurriría algún tipo de desastre. Y, si bien más de dos semanas antes del día programado, avisó personalmente de las predicciones que había recibido, mientras estaba en trance, a través de su espíritu-guía, a sir Sefton Brankner, director de aviación civil en el Ministerio del Aire, la respuesta de éste fue: «¡Nos hemos comprometido!». El vuelo tenía que llevarse a cabo, para ganar prestigio ante la Conferencia Imperial de Primeros Ministros, que iba a celebrarse en el mes de octubre. ¡Naturalmente, el Gobierno no prestó la menor atención a las advertencias de los psíquicos!
La excitación general provocada por el acontecimiento es comparable a la que posteriormente envolvió a los primeros vuelos al espacio. Ese gigantesco dirigible supondría un auténtico triunfo de la tecnología que, sin tener que hacer un largo trayecto por mar, inauguraría un nuevo modo de viajar desde Gran Bretaña hasta la India.

El R-101 partió, como estaba previsto, del aeródromo de Cardington, a las 7:36 p.m. del 4 de octubre de 1930, con destino a la India. Pero, a las 2:05 a.m. de esa misma noche, se estrelló contra una colina en Francia, y la explosión resultante se llevó consigo a 48 personas, entre las cuales se hallaba la esposa de sir Sefton Brankner. El mundo quedó conmocionado ¡y apesadumbrado! Y su efecto sobre la gente fue comparable al desastre, en 1986, de la lanzadera espacial Challenger.

Tres días después, el 7 de octubre, se llevo a cabo una sesión de espiritismo, programada antes del accidente por el periodista australiano Ian Coster y el investigador psíquico británico Harry Price. El objetivo inicial era el de contactar con el espíritu de sir Arthur Conan Doyle, el creador de las historias del detective Sherlock Holmes, que había fallecido tres meses antes… (Continúa en AÑO/CERO 280).
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