Lugares mágicos
01/08/2004 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

El cementerio judío

El gueto judío de Praga es de esos lugares que se han quedado anclados en el tiempo, una época en la que la bella ciudad del este europeo acogía a las más diversas confesiones, y donde la amalgama cultural propiciaba la aparición de misteriosas leyendas… Alguna de ellas tan reales como estas letras.

01/08/2004 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
El cementerio judío
El cementerio judío
Praga fue arrancada de las entrañas de la historia por maldita, por puta, por mágica y por herética. Grandes atributos que han hecho de ella una ciudad única, por la que pasear se convierte en una experiencia mística, pues conforme la noche cae sus calles adoptan un tono ocre y mal iluminado en el que puede ocurrir cualquier cosa a la vuelta de la pétrea esquina, y en la que cualquier cosa es plausible de manifestarse…
De entre esta mezcolanza de barrios de alquimistas, fantasmas, criaturas malditas y tradiciones ancestrales, surge la enclenque figura de Jehuda Löw ben Bezabel, nacido en el año 1531, y descendiente de Raw Hai Gaon, perteneciente a la estirpe del rey David por línea paterna. Y es éste mismo quien en el año 1580, a raíz de los ataques que el sacerdote Tadeo lleva a cabo contra la comunidad judía, recibe esta orden de los cielos: "Ata Bra Golem Dewuk Hachomer W'tigzar Zedim Chewel Torfe Jisrael", –"Crearás un Golem de barro y exterminarás a la miserable chusma devoradora de hebreos"–. Así, a la luz de las antorchas crearon al siniestro ser. Löw, saludando a la rosa de los vientos, leyó en voz alta este "salmo" de la Torah: "Y le insufló el aliento de la vida en su nariz y así el hombre se convirtió en ser vivo". "¡Ponte derecho sobre tus piernas!". Aquel monstruo de barro, en esos instantes, se levantó…
Golem, al que además se bautizó con el nombre de Josef, recibía del rabino todos los viernes un programa con sus cometidos para ese día. Una jornada, Löw olvidó hacerlo, y el deforme ser, cualquiera sabe si aburrido, dedicóse a destrozar cuanto se ponía por delante. La gente en la judería huía despavorida; nadie comprendía la actitud de aquel que fue creado para la defensa del gueto de Praga. El rabí, sabedor del comportamiento de Golem, se presentó frente a él. Muchos pensaron en esos instantes que el monstruo destrozaría al sabio, pero éste, atento a la palabra de Löw, quedó petrificado. Tiempo después, y puesto que las acusaciones contra el pueblo hebreo habían cesado, la criatura de barro fue destruida, y los habitantes del barrio judío quedaron convencidos de que Josef Golem había marchado a lejanas latitudes…
En la hora de su muerte Löw hizo valer su condición de sabio. Al abrir el cementerio un personaje huesudo le recibió con una lista entre sus manos. En la misma estaba su nombre, por lo que el rabino, rápido como una centella, se la arrebató sin dilación. Además ideó un sistema de aviso para cuando la parca se hallara cerca. Durante años, y bajo las más diversas presencias, intentó acabar con la vida de nuestro protagonista, pero siempre erraba. Hasta que un día, en su cumpleaños, olvidó el invento y su sobrina le regaló una rosa. Al olerla se desplomó, y murió. Su tumba hoy en día es visitada por miles de personas, que dejan sus peticiones sobre la gris y enmohecida superficie…
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