Ocultismo
23/08/2011 (08:38 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

Melodías para un suicidio

ENIGMASDesde la música clásica hasta el heavy metal, se hallan obras cuya lírica, medio idóneo para la expresión de sentimientos inflamados, ha buceado en las aguas profundas de la vertiente autodestructiva humana. Y aproximarse al abismo, en ocasiones, tiene sus consecuencias. En el presente artículo hablamos de composiciones cuya temática está dedicada al suicidio… un asunto difícil y más habitual de lo que se cree.

23/08/2011 (08:38 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
Melodías para un suicidio
Melodías para un suicidio
A partir del mismo nacimiento de la música, el hombre siempre le ha atribuido propiedades casi sobrenaturales. Para el ser humano primitivo debió ser algo enigmático y fantástico, expresión de los poderes de sus dioses. Está atestiguado el uso de cantos mágicos desde la antigüedad en procesos curativos relacionados con la magia, la religión e, incluso, con el pensamiento racional; y en la actualidad, los efectos sobre la mente y el cuerpo humanos son bien conocidos. La música no deja de ser en parte la proyección individual de las experiencias emocionales del hombre y precisamente en esas mismas emociones influye, llegando a despertarlas o intensificarlas.

Sin embargo, el abanico de sentimientos que el hombre es capaz de experimentar es muy amplio y no todos pueden considerarse de naturaleza feliz o placentera. Y esas emociones incómodas, y específicamente las de vocación suicida, las vamos a examinar desde la perspectiva musical.

Pero, ¿cuándo se comenzó a tratar esta materia en la música occidental? El suicidio, desde la Antigua Grecia, ha sido considerado un acto injusto contra la ley –Aristóteles, Ética a Nicómaco V. 10, 1138a 4-20–, una acción prohibida sin una orden divina –Platón, Fedón 61b-62d– y que implicaba deshonor e ignominia. Todo esto era debido a que las antiguas sociedades tradicionales "sacralizaban" la muerte y trataban de introducirla en un sistema de ritos y creencias colectivas. De ahí que el someter a la sociedad a la presencia de la muerte por medio de una decisión unilateral y personal, se condenara y rechazara de manera contundente.

Todo esto empezó a cambiar a finales del siglo XVII e inicios del XVIII, afianzándose en el XIX. La muerte se "desocializó", pasó del ámbito público donde estaba circunscrita y custodiada, al privado donde se liberó, perdiendo a su vez también parte de la riqueza simbólica en las conductas funerarias hasta entonces mantenidas. Fue entonces cuando los artistas y poetas comenzaron a plasmar en sus obras la temática del suicidio de manera franca.

Muerte entre los clásicos

Donde más abundantemente ha sido reflejado el problema de la mors voluntaria dentro de la música clásica, es, sin duda, en la ópera. Un género además prolijo en todo tipo de crímenes violentos y que ha representado sin tapujos a personajes quitándose la vida casi siempre por motivos pasionales. Un total de 77 suicidios repartidos en 306 óperas. Célebres son las muertes de Cio-Cio San en Madame Butterfly de Puccini, de Lucía Ashton en la obra de Donizetti Lucia di Lammermoor, de Lakmé en la delicada y maravillosa ópera del mismo nombre de Léo Delibes o de Dido, en la de Purcell Dido y Eneas. Pero no todos los buscadores de la muerte han sido mujeres. Hector Berlioz en Los Troyanos organizó un auténtico holocausto suicida sobre el escenario con el propio coro; Tristán decide acabar con su vida en la magnífica Tristán e Isolda de Wagner y lo mismo sucede con el protagonista del Otello de Giusseppe Verdi.

La fuerte carga emocional de la ópera en general la hizo proclive, sobre todo durante el periodo romántico, a todo tipo de hipérboles calamitosas que buscaban su inspiración la mayoría de las veces en los pasajes más desdichados de la literatura clásica occidental: Fedra, Hamlet, Salambó, Werther… precisamente de la obra de Goethe es bien conocida la ola de suicidios que produjo.

Podríamos nombrar como curiosidad La Dama de Picas de Tchaikovsky, basada en el relato homónimo de Alejandro Pushkin, donde los principales protagonistas de la obra sufren mejor suerte entre las letras que en el mundo de la música, donde ambos se suicidan. Y con este compositor ruso, además, se comienza a atisbar una tendencia morbosa que trasciende la mera escucha de una pieza musical truculenta: el suicidio en la vida real.

Una de las teorías que se barajan sobre la muerte de Tchaikovsky, aparte de la de contraer el cólera tras ingerir agua contaminada, es el suicidio. Nueves días después de estrenar su Sinfonía nº 6 en Si menor, la Patética, donde manifestaba sus profundas inquietudes respecto al destino y la muerte, el compositor ruso falleció en circunstancias muy poco claras. Esta obra, a partir de entonces, es considerada por parte del público y algunos estudiosos como una especie de nota de suicidio.
(Continúa la información en ENIGMAS 189).

Beatriz Erlanz
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