Ciencia
22/04/2022 (14:02 CET) Actualizado: 22/04/2022 (14:02 CET)

Un objeto interestelar alcanzó la atmósfera terrestre en 2014

Un documento secreto desclasificado revela que un objeto de fuera de nuestro sistema solar se estrelló en la atmósfera terrestre

Javier Garcia Blanco

Periodista y fotógrafo

22/04/2022 (14:02 CET) Actualizado: 22/04/2022 (14:02 CET)
Un objeto interestelar alcanzó la atmósfera terrestre en 2014
Un objeto interestelar alcanzó la atmósfera terrestre en 2014

Cada año, la Tierra recibe la 'visita' de unos 17.000 meteoritos, que acaban impactando en la superficie terrestre, bien cayendo en alguno de los mares u océanos o bien en tierra firme. Todos estos cuerpos celestes tienen su origen en nuestro sistema solar, en su mayor parte procedentes del llamado "Cinturón de asteroides", un anillo que se encuentra entre Júpiter y Marte.

En el año 2014, sin embargo, se produjo un evento astronómico que iba a cambiar en gran medida lo que conocíamos sobre los meteoritos. El 8 de enero de aquel año, un pequeño meteoroide –medía unos 45 cm– alcanzó la atmósfera de la Tierra, dando lugar a una espectacular bola de fuego que fue visible sobre el territorio de Papúa Nueva Guinea. Como es lógico, en aquel momento los científicos pensaron que se trataba de un simple meteorito más, de las decenas de miles que llegan a nuestro planeta cada año. Sin embargo, cinco años después, un equipo de investigadores, encabezados por el astrofísico teórico Amir Siraj, de la Universidad de Harvard, publicó en la base de datos arXiv un preprint en el que se analizaban las características del objeto espacial.

En aquel trabajo del año 2019, firmado por Siraj y el físico teórico Abraham Loev, los científicos llegaban a la conclusión de que aquel meteoroide viajaba por el espacio a unos 210.000 km/h, una velocidad que superaba con mucho la velocidad media de los cuerpos celestes de este tipo que viajan por nuestro sistema solar. Por esta razón, y por la singular trayectoria de su órbita, Siraj y Loev llegaron a la conclusión de que aquel objeto tenía su origen fuera de nuestro sistema estelar, "posiblemente desde el interior profundo de un sistema planetario o estrella en el grueso disco de la galaxia de la Vía Láctea".

Aquella importante afirmación, sin embargo, quedó sin poder ser validada mediante criterios científicos, pues buena parte de los datos necesarios para verificar los cálculos de Siraj y Loev fueron considerados por el Gobierno de EE.UU. como información clasificada, y por lo tanto impidió que otros investigadores revisaran los datos, y por tanto que el estudio de los científicos de Harvard se publicara y fuera validado por el sistema de pares, tal y como se requiere en el procedimiento científico habitual.

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Esta situación, sin embargo, cambió por completo el pasado 1 de marzo, cuando científicos de la U.S. Space Command (USSC o Comando Espacial de Estados Unidos) liberaron un memorando en el que se reconocía que el preprint publicado por Siraj y Loev en 2019 "era suficientemente preciso como para confirmar una trayectoria interestelar", según explicó el subcomandante del USSC, el teniente general John W. Shaw. La importancia de esta declaración es enorme, pues confirma de forma retroactiva que el meteoroide de 2014 es el primer objeto interestelar jamás detectado en nuestro sistema solar. Tres años más tarde, en octubre de 2017, el astrofísico canadiense Robert Weryk detectó el paso del objeto en forma de cigarro puro Oumuamua, que también resultó tener un origen interestelar. Hasta ahora, este cuerpo celeste –al que, por cierto, Abraham Loev dedicó un libro en el que propone que se trata de un artefacto fabricado por una civilización alienígena– se consideraba el primer objeto interestelar conocido.

Ahora, Amir Siraj ha explicado a la revista Vice que su intención es conseguir que el estudio original de 2019 se publique en una revista científica con revisión por pares, de forma que otros investigadores puedan continuar con su trabajo. Además, señaló que, puesto que el meteoroide atravesó la atmósfera sobre el Pacífico Sur, es muy posible que fragmentos del meteorito acabaran en las profundidades oceánicas, lo que abre la puerta a realizar una expedición con el fin de localizar algún resto. Siraj reconoce que la posibilidad de descubrir el lugar exacto del impacto y recuperar un fragmento de este meteorito interestelar son muy bajas –casi nulas–, pero considera que el reto es lo suficientemente emocionante como para intentarlo y, de hecho, ya está en contacto con expertos mundiales en recuperación de meteoritos con el fin de organizar un grupo de búsqueda.

Sobre el autor
Javier Garcia Blanco

Periodista y fotógrafo especializado en temas de arte, historia y viajes. Ha publicado sus trabajos en medios como El Mundo, GEO, Lonely Planet, Condé Nast Traveler Destinos, entre otros. Autor de varios libros, como Historia negra de los Papas, Ars Secreta o Héroes y villanos. Fue jefe de edición de Año/Cero, y actualmente dirige el magazine de viajes y cultura Wanderer.es

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