Modificaciones craneales de niños en el antiguo Japón
Vestigios de la cultura Hirota, en Japón, ponen de manifiesto que practicaron la Deformación Craneal Artificial como otras culturas del planeta
Durante más de sesenta años, arqueólogos y antropólogos japoneses han estado estudiando los vestigios de la llamada cultura Hirota, un pueblo que se desarrolló durante los siglos III y VII de nuestra era en la isla de Tanegashima, en el sur de Japón. A lo largo de este tiempo, los investigadores habían prestado especial atención a una serie de curiosos hallazgos realizados en uno de los yacimientos de la isla, donde ya a finales de la década de los años 50 del siglo pasado –y más tarde a comienzos de la nueva centuria–, los estudiosos descubrieron multitud de esqueletos que contaban con una curiosa característica: sus cráneos aparecían visiblemente deformados.
Hasta ahora, los estudiosos se debatían en la duda: ¿se trataba de deformaciones provocadas por causas naturales –quizá algún tipo de afección extendida entre los miembros de esta etnia–, o por el contrario eran producto de una práctica intencionada, denominada deformación craneal artificial (ACD, por sus siglas en inglés) y observada en distintas culturas de todo el planeta?
Este interrogante, que se ha mantenido durante más de sesenta años, podría haberse resuelto ahora, tras la publicación de un reciente estudio que apareció en el ejemplar de agosto de la revista PLOS One, y en el que los investigadores dieron a conocer los resultados de los más recientes análisis realizados sobre los cráneos de la etnia Hirota. Para llevar a cabo su estudio, los investigadores –dirigidos por la antropóloga biológica Noriko Seguchi, de la Universidad de Kyushu–, tomaron numerosas fotografías de los cráneos, pero también realizaron escaneos en tres dimensiones de los mismos, para posteriormente compararlos con los restos de otros individuos de esa misma época, pero recuperados en otras partes de Japón.
Los Hirota modificaron de forma intencionada cráneos de sus niños poco después de nacer
Los hallazgos parecen concluir que, en efecto, los Hirota modificaron de forma intencional los cráneos de sus niños poco después del nacimiento, con la finalidad de conferir a sus cabezas un aspecto más corto, con la parte posterior del cráneo aplanada. De hecho, según los análisis todos los cráneos muestran daños en el hueso occipital, así como otras depresiones en distintas partes del cráneo.
Además, los investigadores de la Universidad de Kyushu descubrieron que no había diferencias entre sexos, es decir, la deformación de cráneos aparecía en igual número entre hombres y mujeres, mientras que no encontraron evidencias esta llamativa práctica entre miembros de otras etnias de la época, como los Jomon o los Yayoi. Todos los datos, explicó Seguchi, «sugieren fuertemente una modificación craneal intencional».
Ahora que parecen confirmarse las sospechas de arqueólogos y antropólogos, faltan por responder a otro interrogante: ¿por qué decidieron los Hirota realizar este tipo de modificaciones? Los investigadores no están seguros, pero es probable que fuese una forma de distinguirse de otros grupos, diferenciándolos del resto, tal y como hicieron otras culturas, como los antiguos mayas o, en suelo europeo, algunas mujeres bávaras durante la Edad Media.
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